Los murales de Guadalajara: un recorrido para descubrir el arte “grande” de la ciudad


Caminar por Guadalajara es también caminar entre relatos visuales, mitologías de un país, pasado retratado en la historia de un muro. La ciudad, cuna de artistas y epicentro cultural, guarda en sus paredes universos pintados que no solo decoran, sino que dialogan con la historia, la política y el espíritu del pueblo. Desde los trazos ardientes de José Clemente Orozco hasta los murales menos conocidos de escuelas, hospitales y bibliotecas, Guadalajara tiene entre sus calles murales destacados, proezas de ingenio habilidad; cada obra invita a detenerse, observar y reflexionar sobre quiénes somos y de dónde venimos, cómo fuimos.

A diferencia de la pintura de caballete, un mural se concibe como una obra pública: está destinado a ocupar un espacio común y, por lo tanto, a hablarle a todos. En México, el muralismo surgió tras la Revolución como una forma de narrar la historia nacional, educar a las masas y plasmar las luchas sociales en superficies monumentales. Sus imágenes, cargadas de simbolismo y crítica, convirtieron las paredes en espejos de identidad y memoria colectiva. Esa tradición, que tuvo en Orozco, Rivera y Siqueiros a sus grandes representantes, encontró en Guadalajara un terreno fértil donde el arte se volvió parte del paisaje urbano y del diálogo cotidiano con la ciudad misma que puede conjugarse en una caminata por el Centro Histórico de la ciudad, para así conocer las obras de nuestros maestros.

Lee también: Esta habría sido la falla mecánica en el avión siniestrado de Air India 

El punto de partida obligado es el Hospicio Cabañas, donde José Clemente Orozco pintó, a finales de la década de 1930, 57 frescos que transformaron el antiguo orfanato en un templo del muralismo. En el centro de la cúpula, “El hombre de fuego” arde en rojo y negro, símbolo de lucha, dolor y resistencia, mientras alrededor se despliegan escenas que narran conquistas, traiciones y sacrificios.

 José Clemente Orozco pintó,
José Clemente Orozco pintó, “El hombre de fuego”. ESPECIAL / Universidad de Guadalajara

No muy lejos, en el Palacio de Gobierno de Jalisco, Orozco dejó otra de sus piezas maestras: un imponente mural de Miguel Hidalgo que, antorcha en mano, parece incendiar las conciencias con su mirada severa. La imagen del padre de la patria, rodeado de símbolos de opresión y libertad, es un recordatorio de que la independencia fue tanto un triunfo como una responsabilidad. En el Paraninfo Enrique Díaz de León, hoy Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara, dos murales completan la trilogía orozquiana en la ciudad. “El hombre creador y rebelde” y “El pueblo y sus falsos líderes” muestran figuras desgarradas, rostros dolientes y escenas que denuncian la manipulación política. Entrar al Paraninfo y mirar hacia arriba es sumergirse en un universo en el que el arte se vuelve espejo crítico de la sociedad.

Te recomendamos: ‘Chicharito’ le hace más daño a Chivas de lo que le ayuda: Félix Fernández 

  José Clemente Orozco pintó,
 José Clemente Orozco pintó, “El hombre creador y rebelde”. ESPECIAL / Universidad de Guadalajara
   José Clemente Orozco pintó,
  José Clemente Orozco pintó, “Hidalgo incendiario”. ESPECIAL / Gobierno de Guadalajara

Los murales de Gabriel Flores

Aunque Orozco es el gran referente, no es el único. En el Palacio Municipal de Guadalajara, Gabriel Flores pintó cinco paneles que narran episodios fundamentales: la Conquista española, la caída de Pedro de Alvarado, la fundación de la ciudad, la conversión espiritual y los antiguos paseos con el Pendón. Sus murales, realizados con un estilo figurativo muy detallado, conectan la historia nacional con la identidad jalisciense.

Otro de sus trabajos monumentales se encuentra en el Antiguo Hospital Civil de Guadalajara, donde el mural “Historia de la medicina” se extiende a lo largo de más de 300 metros. Entre bisturís, doctores, pacientes y escenas de enfermedad, Flores construyó un relato que dignifica la ciencia y la vocación médica en un edificio que sigue cumpliendo su labor histórica, fundado por Fray Antonio Alcalde en 1794. En el Auditorio Salvador Allende de la Universidad de Guadalajara, “La filosofía y la ciencia“, de 1965, es otro gran trabajo del maestro.

Te puede interesar: Verstappen gana en Bakú y mete presión en el campeonato 

  Gabriel Flores pintó,
 Gabriel Flores pintó, “La filosofía y la ciencia”. ESPECIAL / Universidad de Guadalajara 

Murales menos conocidos, pero igual de vitales

La riqueza mural de Guadalajara no se agota en los grandes recintos. En la Escuela Normal de Jalisco, José Chávez Morado pintó “La Evolución de la Educación en México“, un mural de 8 × 20 metros que recorre desde la época prehispánica hasta la modernidad educativa, resaltando el papel transformador de la enseñanza. En la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz, antiguo templo convertido en espacio cultural, sobreviven murales con motivos revolucionarios y sociales que recuerdan cómo el arte también acompañó las luchas agrarias y obreras. Cada rincón guarda un trazo que conecta la historia local con los anhelos universales de justicia y dignidad.

Incluso en espacios menos transitados como el Palacio de las Vacas, se pueden descubrir obras atribuidas a Xavier Guerrero, uno de los pioneros del muralismo —y maestro de José Clemente Orozco—, que buscó plasmar la fuerza del folclor y los símbolos populares en diálogo con la arquitectura. En la Catedral de Guadalajara, en la Sacristía, también pueden encontrarse pinturas históricas importantes, como “Disputa del sacramento“, de Felipe Castro, así como “La virgen de la Apocalipsis” y “San Cristóbal” de José Páez. No puede faltar tampoco la Bóveda del Teatro Degollado, que representa la escena del IV canto de la Divina Comedia de Dante Alighieri, pintado por el constructor Jacobo Gálvez y el pintor Gerardo Suárez.

Lee también: Salinas Pliego presume adquisición de iPhone 17 y así reaccionan en redes

Para conocer nuestros murales, siempre vale la pena diseñar un recorrido a pie —o en bicicleta— que inicie en el Centro Histórico: comenzar en el Hospicio Cabañas, seguir hacia el Palacio de Gobierno y el Palacio Municipal, y después caminar hasta el Paraninfo universitario. Para quienes quieran ir más allá, la ruta puede ampliarse hacia la Escuela Normal, la Biblioteca Iberoamericana y el Antiguo Hospital Civil. Cada parada no es solo un espacio arquitectónico, sino una lección viva de historia, arte y memoria colectiva.

Los murales de Guadalajara son, en el fondo, un recordatorio de que la ciudad habla. Sus muros, lejos de ser silenciosos, cuentan historias de rebeldía, conquista, educación, medicina, fe y crítica social. Descubrirlos es descubrirnos.

Te puede interesar: Miss Universo México 2025 en polémica por acusaciones de supuesto fraude 

* * * Mantente al día con las noticias, únete a nuestro canal de WhatsApp * * *

FF

Cortesía de El Informador



Dejanos un comentario: