J. Alfonso Nieto Z.*
“La verdadera historia de la humanidad solo podrá ser escrita si participan en su redacción historiadores de Albania”
-Maximilian Lambertz
No es noticia decir que el mundo ha cambiado, pero la velocidad del cambio en algunas regiones sí lo es. Ejemplo de esto, es lo sucedido en los Balcanes, en el sureste de Europa. Además de los países que integraban Yugoslavia, esta región incluye a otros, como Bulgaria, Grecia y Albania; sobre esta última comparto mis observaciones, producto de una visita reciente.
ALBANIA
Este pequeño país, con costas en los mares Adriático y Jónico, fronteras con Grecia y tres países de la ex-Yugoslavia (Montenegro, Kosovo y Macedonia del Norte) ha experimentado una notable mejoría en el nivel de vida de los albaneses. Su población es de casi 3 millones de habitantes y se estima que fuera de Albania viven otros 5 millones (principalmente en Italia, otros países balcánicos y Estados Unidos).
Durante cuatro décadas (1944-1985), Enver Hoxha gobernó el país con mano dura; fue un líder singular, por años cercano a Iósif Stalin, de quien se distanció para recibir apoyo de Mao Tse Tung. Sus políticas aislaron a Albania del resto de Europa, algo comparable con lo que sucede ahora con Corea del Norte.
Una de las políticas instrumentadas por Hoxha que comprometió la viabilidad económica del país fue la construcción de refugios (bunkers). Hoxha estaba seguro que habría un ataque nuclear y quería proteger a la población. En 8 años construyeron 175 mil refugios, de diversos tamaños, distribuidos estratégicamente, tanto en zonas urbanas como rurales. Muchos de ellos aún se conservan.
Los largos años de la dictadura mantuvieron estancado a Albania pero, paradójicamente, prepararon a los albaneses para el “despegue”, en lo siguiente: 1) Educación. De un analfabetismo del 80% al final de la Segunda Guerra Mundial, se logró que prácticamente toda la población tuviera una educación de nivel secundaria; 2) Armonía Familiar. El miedo a sufrir consecuencias por quejarse de la situación del país hizo que la gente solo confiara en su familia cercana, desarrollando lazos intrafamiliares muy sólidos; 3) Ateísmo temporal. Hoxha declaró a Albania país ateo en 1967, prohibiendo las prácticas religiosas y cerrando miles de iglesias, templos y mezquitas; los casi 25 años de ateísmo oficial desalentaron los fanatismos religiosos por lo que ahora conviven musulmanes (80% de la población) ortodoxos, católicos y no creyentes. Llama la atención que en un país mayoritariamente musulmán, muy pocas mujeres llevan velo (hiyab o chador) en lugares públicos.
En 1985, con la muerte de Enver Hoxha, se inició la transición de un sistema de planeación central a una economía de mercado y apertura internacional. Actualmente, Albania es miembro de la ONU, Consejo de Europa, OTAN, OSCE, OMC, miembro fundador de la Unión del Mediterráneo, además de que desde 2009 está en proceso su adhesión a la Unión Europea.
Albania está ahora en pleno desarrollo, con una creciente inversión extranjera, alto desarrollo de infraestructura, un mercado interno cada vez más robusto y una cultura vibrante. Desde hace pocos años, muchos extranjeros están “descubriendo” los atractivos de este país, como socio comercial y destino turístico. Visitantes, jubilados y nómadas digitales son atraídos por su localización geográfica, historia, clima, playas, gastronomía, servicios médicos y la seguridad de este país.
Sin duda alguna, el desarrollo de Albania y de otros países de los Balcanes hará que esta dinámica región se integre cada vez más al resto de Europa, y verá aminorar las diferencias en el nivel de vida que aún persisten.
* Doctor en Economía y Ministro (r) del Servicio Exterior Mexicano
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