Los peligros de una sociedad en la que los niños ya no juegan: una reflexión sobre cómo el abandono del juego afecta su desarrollo y el futuro de la humanidad

El próximo 18 de marzo a las 18:30 horas, en CINESA Proyecciones de Madrid, el filósofo y divulgador David Pastor Vico ofrecerá una charla gratuita titulada “¿Qué pasa si los niños ya no juegan?” Conocido por su capacidad para conectar la filosofía con la vida cotidiana, Vico abordará una cuestión fundamental en la crianza actual: la desaparición del juego libre en la infancia y sus consecuencias. Puedes suscribirte aquí.

Lejos de ser un mero entretenimiento, el juego es un pilar esencial en el desarrollo humano. En su libro Era de idiotas, Vico advierte que la progresiva desaparición del juego en la vida de los niños no es un fenómeno trivial, sino un síntoma de un problema mayor: el creciente aislamiento social, la falta de pensamiento crítico y el aumento de trastornos emocionales. Hoy la tecnología y la sobreprotección han reducido el tiempo de juego libre al mínimo, por tanto, ¿estamos preparando a las nuevas generaciones para afrontar la vida con las herramientas adecuadas?

Infancias programadas: cuando jugar es un lujo

Hace unas décadas, la infancia era sinónimo de calles llenas de niños jugando, inventando reglas, corriendo sin restricciones. Hoy, en cambio, la mayoría de los niños crecen con agendas saturadas: escuela, deberes, actividades extraescolares y pantallas. Entre una cosa y otra, el juego libre ha desaparecido.

La falta de tiempo para jugar tiene consecuencias profundas. No solo genera estrés y ansiedad infantil, sino que limita el desarrollo de la creatividad y la autonomía. Los niños que no juegan libremente no aprenden a tomar decisiones por sí mismos, porque siempre hay un adulto o un dispositivo digital diciéndoles qué hacer.

A esto se suma otro problema: los espacios de juego han cambiado. El acceso a la calle se ha visto restringido por miedo, hiperprotección o falta de tiempo de los padres. Como resultado, las interacciones cara a cara se han reducido drásticamente, debilitando las habilidades sociales desde la infancia.

Jugar es el primer acto filosófico

David Pastor Vico sostiene que el juego es la primera forma de filosofía. A través del juego, los niños no solo se divierten, sino que exploran el mundo, cuestionan sus reglas y descubren sus propias capacidades. En ese sentido, jugar es la primera experiencia de pensamiento crítico y resolución de problemas.

Platón y Aristóteles ya defendían la importancia del juego en la educación. El juego permite ensayar la vida en sociedad, aprender sobre normas, límites y cooperación. Pero en la actualidad, los niños cada vez tienen menos oportunidades de experimentar este aprendizaje fundamental.

No obligues por fuerza a los niños en su aprendizaje, sino edúcalos jugando, para que también seas más capaz de divisar aquello para lo cual cada uno es naturalmente apto.

Platón (‘La república’)

Si reemplazamos el juego por la memorización mecánica o por el consumo pasivo de contenido digital, el desarrollo del pensamiento autónomo se ve gravemente afectado. Y una sociedad sin pensamiento crítico es una sociedad más manipulable.

El juego es el primer acto filosófico. Fuente: Midjourney / E. F.

Cuerpos inmóviles, mentes rígidas

La falta de juego no solo afecta la mente, sino también el cuerpo. El movimiento es clave en el desarrollo infantil, y en el pasado, jugar significaba correr, saltar, trepar y explorar el entorno. Hoy, sin embargo, el sedentarismo infantil ha alcanzado niveles alarmantes.

Según la Organización Mundial de la Salud, el aumento de la obesidad infantil está directamente relacionado con la reducción de la actividad física. En países como México y España, casi la mitad de los niños tienen sobrepeso u obesidad, y los especialistas advierten que esta tendencia seguirá en aumento si no se revierte el sedentarismo.

A los niños se les debe excitar al movimiento empleando diversos medios, sobre todo el juego.

Aristótéles (‘Política’)

Pero más allá de las cifras, hay un problema menos visible: los niños que no juegan no desarrollan sus habilidades psicomotrices de forma adecuada. La coordinación, el equilibrio y el control corporal no se pueden aprender en una pantalla. Si un niño no tiene la oportunidad de correr y caerse, de saltar y medir sus fuerzas, su desarrollo motor quedará incompleto.

El juego y el ejercicio físico son grandes aliados. Fuente: Midjourney / E. F.

Pensamiento crítico: la gran víctima de la falta de juego

Jugar es, en muchos sentidos, la primera escuela de la vida. A través del juego, los niños aprenden a tomar decisiones, a negociar, a resolver problemas. Sin estas experiencias, el pensamiento crítico se debilita.

Los estudios recientes son alarmantes. Según un informe de la Universidad de Stanford, el 80 % de los adolescentes no distingue entre información veraz y fake news. En una sociedad hiperconectada, donde el acceso a la información es inmediato, la falta de criterio para analizar esa información es un problema crítico.

Este fenómeno se relaciona con la falta de experiencias reales en la infancia. Si un niño no juega, no experimenta el mundo directamente, sino que lo conoce a través de pantallas, donde todo está editado, filtrado y diseñado para captar su atención. Como resultado, se reduce su capacidad de analizar la realidad y cuestionarla.

Según un informe de la Universidad de Stanford, el 80 % de los adolescentes no distingue entre información veraz y fake news. Fuente: Canva

Una generación menos inteligente que la anterior

Durante gran parte del siglo XX, cada nueva generación era más inteligente que la anterior, un fenómeno conocido como efecto Flynn. Sin embargo, en los últimos años, esta tendencia se ha invertido. Los jóvenes de hoy tienen un coeficiente intelectual inferior al de sus padres.

Las razones de este declive son múltiples, pero la reducción del juego libre es un factor clave. Sin juego, los niños no desarrollan el pensamiento abstracto, la creatividad ni la capacidad de resolver problemas. En su lugar, son bombardeados con estímulos digitales que les impiden pensar de forma autónoma.

David Pastor Vico advierte que si esta tendencia continúa, estaremos creando una sociedad más dependiente de la tecnología, pero menos capaz de comprenderla. Una sociedad de usuarios, pero no de creadores.

¿Cómo recuperar el derecho a jugar?

El problema es complejo, pero hay soluciones. Vico plantea varias estrategias para reintroducir el juego en la vida de los niños:

  • Reducir el tiempo de pantallas: Es esencial establecer límites en el uso de dispositivos y fomentar actividades al aire libre.
  • Espacios de juego libre: Los niños necesitan tiempo sin estructuras ni intervención constante de los adultos.
  • Aprender jugando: La educación debe incorporar metodologías basadas en la exploración y el descubrimiento, no solo en la memorización.

El mensaje de David Pastor Vico es claro: jugar no es un lujo, es una necesidad. Recuperar el juego libre en la infancia no es solo una cuestión de bienestar infantil, sino una inversión en el futuro de la sociedad. Porque una generación que no aprende jugando es una generación que crecerá con menos herramientas para afrontar el mundo real.

Cortesía de Muy Interesante



Dejanos un comentario: