Los tesoros de la Biblioteca “Juan José Arreola”


Uno de los grandes tesoros de los tapatíos es la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco “Juan José Arreola”, ubicada en el Centro Cultural Universitario en Zapopan. A nivel nacional, está considerada la segunda biblioteca más importante, sólo después de la Biblioteca de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Este recinto resguarda joyas invaluables conocidas como incunables, nombre que reciben los libros impresos antes del 1 de enero de 1501.

FERIA DE SAN FRANCISCO

Con este propósito, EL INFORMADOR realizó un recorrido por la biblioteca: en el piso dos se encuentra la colección de 94 mil volúmenes de don Jorge Álvarez del Castillo, mientras que en el piso seis se conservan 15 libros incunables junto con un valioso acervo histórico. 

Para dimensionar la riqueza de estos archivos, es necesario conocer el contexto histórico de la biblioteca. Al respecto, Lupita Martínez Corona, coordinadora del edificio histórico, comparte en entrevista con esta casa editorial que la institución fue fundada el 24 de julio de 1861 por decreto del entonces gobernador de Jalisco, Pedro Ogazón, con un acervo inicial de 20 mil volúmenes provenientes de los conventos, a raíz de las Leyes de Reforma impulsadas por Juárez y la desamortización. Su primera sede fue el edificio que hoy ocupa el Museo Regional de Jalisco, donde permaneció hasta 1975.

En 1925, la biblioteca pasó a ser administrada por la Universidad de Guadalajara. Su segunda sede se estableció en el edificio del parque Agua Azul, inaugurado con la presencia del presidente Adolfo López Mateos. El traslado a su actual ubicación, dentro del Centro Cultural Universitario, comenzó el 3 de mayo de 2011 y culminó con la apertura oficial en octubre de 2012. Hoy en día, la biblioteca se conforma por dos espacios: el edificio histórico y el contemporáneo.

“Expositio super textu logices Aristotelis”, de Pedro Tartaretus, impreso en París, en 1500; encuadernado con “Expositio super summulas Ptri Hyspani”, de Pedro Tartaretus, impreso también en París, en 1500. EL INFORMADOR/H. Figueroa

¿Cómo se conforma la biblioteca?

El edificio histórico cuenta con seis niveles. “Los 365 días del año se mantiene a una temperatura de 18 a 20 grados, con una humedad relativa de 45 a 55 por ciento. La luz utilizada es fría para no dañar los documentos. El sistema contra incendios es de polvo, por lo que no corremos riesgos de perder el material. La temperatura se toma una o dos veces al día, dependiendo de las variaciones del clima en Guadalajara”, explica Lupita Martínez Corona.

En el primer piso se encuentra el archivo de la Real Audiencia de la Nueva Galicia, compuesto por documentos manuscritos desde 1539 hasta mediados del siglo XX. “La judicatura nos donó más de medio millón de expedientes. Tenemos incluso manuscritos que hablan del sur de Estados Unidos, ya que en aquel entonces México llegaba hasta esa región. Este archivo fue reconocido como Memoria del Mundo en 2010, aunque sólo a nivel regional; para el reconocimiento mundial se deben superar tres filtros, y el archivo pasó únicamente el primero”, añade la especialista.

En el segundo piso se conservan dos colecciones de bibliófilos: la del doctor Enrique Florescano Mayet, nombrado bibliófilo en 2018, y la de don Jorge Álvarez del Castillo, reconocido en 2004. La colección de Florescano cuenta con 18 mil volúmenes relacionados con Mesoamérica y una amplia colección de códices en facsímil, señala Lupita.

Por su parte, la colección de don Jorge es más universal, con temas de medicina, química, física, caballos, toros, entre otros. El acervo, compuesto por 94 mil volúmenes, se donó cumpliendo ciertas condiciones: respetar el acomodo que tenía don Jorge en EL INFORMADOR, mediante el exlibris a nombre de Don Jesús Álvarez del Castillo, y replicar su oficina.

El tercer piso alberga una hemeroteca con periódicos desde 1809 hasta 1980, mientras que en el cuarto se encuentran publicaciones seriadas, con revistas de Guadalajara, del interior de la República y de distintos países.

En el quinto piso se conservan cerca de 25 colecciones de personajes ilustres de Guadalajara, como Phil Weigand, descubridor de Guachimontones; Emilio García Riera, especialista en historia del cine mexicano; sacerdotes como Felipe de la Rosa y Pedro Espinosa y Dávalos; y profesores como Saúl Rodiles Piña, José Cornejo Franco y Araceli Ibarra Bellón.

También destacan la colección del fotógrafo Alberto Gómez Barbosa y la de discos de Paco Navarro, entre otras.

Finalmente, el sexto piso resguarda el material más antiguo de la biblioteca, incluidos 15 incunables, colecciones de lenguas indígenas, los primeros impresos europeos llegados a Guadalajara y 900 misceláneas, folletos impresos y encuadernados en la ciudad.

Quienes deseen realizar un recorrido por la biblioteca deben enviar un oficio dirigido al director, licenciado José Trinidad Padilla López. Según la agenda, se define qué pisos se visitarán y la duración del recorrido. Para acudir como investigador, es necesario tramitar una credencial en la planta baja del edificio contemporáneo.

La Biblia: que es, sacros libros del Viejo y Nuevo Testamento / Biblia del Oso (alternativa), traducción de Casiodoro de Reina, 1569. Colección Impresos Europeos Biblioteca Jorge Álvarez del Castillo. EL INFORMADOR/H. Figueroa

Las joyas del piso dos

En 2012 se donó la colección de Don Jorge Álvarez. Como parte de esta entrega se incluyó la Biblia del Oso, un ejemplar original de 1569, traducido del griego y del hebreo al castellano. 

“Es la biblia que se utilizó hasta 1970 porque su traducción era de las más fidedignas. Casiodoro de Reina tardó cerca de 12 años en realizarla, ya que, al ser perseguido por la Santa Inquisición, debía trasladarse constantemente. Un investigador de Monterrey nos comentó que sólo había localizado tres ejemplares en el mundo, y este es uno de ellos, además de ser uno de los mejores que había visto”, explica Lupita.

A este libro, que incluye los textos del Antiguo y Nuevo Testamento, se le llama la Biblia del Oso por una viñeta que muestra a un oso intentando sacar miel de un panal. “Si estudias la viñeta, el panal parece representar el mazo de la Inquisición, así que la imagen está llena de iconografía”, añade.

“Lo particular de la colección de Don Jorge es que él sabía muy bien lo que compraba y lo que tenía; generalmente, los títulos no se repiten. Su acervo cuenta con cerca de 94 mil volúmenes. Entre ellos, el más antiguo es el ‘Fuero Real’, un libro de 1501. Ya no se considera un incunable, ya que esos son los que surgieron con la imprenta de tipos móviles de Gutenberg. Aunque la imprenta existía desde hace miles de años, Gutenberg perfeccionó el proceso, creando tipos móviles de metal y organizando la caja para facilitar la impresión. El ‘Fuero Real’ contiene las leyes que regían la sociedad durante la época colonial”, comenta Lupita.

Dentro de la colección también hay un facsímil de 1970 de la Biblia de Gutenberg, conocida como la famosa Biblia de 42 líneas, impresa entre 1453 y 1455. “Este facsímil es de gran calidad: está hecho en papel de algodón y los dibujos están iluminados con tintas de cochinilla o de raíz, algunas con laminado de oro”, añade.

Otra joya es un vocabulario en lengua Mechuacan, parte de la colección de lenguas indígenas. Don Jorge también tenía una gran colección de distintas ediciones de “El Quijote”, una de sus pasiones. “Quienes lo conocieron cuentan que aprendió a leer y escribir con ‘El Quijote de la Mancha’. Tenemos ejemplares desde seis centímetros hasta gran formato”, comenta Lupita.

Entre otros tesoros se encuentra un libro de canto gregoriano impreso en hojas de pergamino de animal nonato. “Lo particular de estos libros es que las pisadas vienen en neumas. Data de 1837 y se utilizaba para cantar en los coros de las iglesias”.

La colección también resguarda manuscritos de Amado Nervo y del Dr. Atl, así como los tres primeros impresos conocidos en Guadalajara.

“Dentro de la colección de Don Jorge hemos localizado las elogias fúnebres de Fray Antonio Alcalde, las de Nuestra Señora de Aránzazu y las de Nuestra Señora de Zapopan”, concluye Lupita.

Obra más antigua de la biblioteca. “Opuscula” de San Agustín de Hipona, 1484. EL INFORMADOR/H. Figueroa

El acervo del piso seis

En esta zona se encuentran los libros históricos, entre ellos 15 incunables. El más antiguo data de 1484: se trata de la “Opuscula” de San Agustín de Hipona, que reúne 22 pequeñas obras encuadernadas en un sólo volumen. Otro incunable destacado es una Biblia de 1497. También se conserva un libro de ciencia de 1485 de Johannes de Sacrobosco, en el que todavía se defendía la teoría geocéntrica del universo. “Se impartieron clases con este libro durante dos siglos”, comenta María de los Ángeles Domínguez, encargada del piso seis.

Entre los tesoros se encuentra también un ejemplar de Copérnico sobre la teoría heliocéntrica, de 1543. Aunque ya no es un incunable, es extremadamente valioso. “Según registros en internet, existen alrededor de 20 ejemplares en el mundo, aunque podrían ser más. En Latinoamérica, este es el único ejemplar de primera edición; en Puebla hay uno de segunda edición”, explica María.

Otros libros antiguos de gran valor abarcan temas de filosofía y astronomía, así como la Biblia Complutense de Madrid, impresa entre 1514 y 1517, considerada una verdadera joya bibliográfica.

El piso seis también guarda documentos únicos, como uno que conserva la firma de Miguel Hidalgo y Costilla. Además, alberga la colección de lenguas indígenas, declarada Memoria del Mundo por la UNESCO en 2007. Esta colección incluye 128 títulos que representan 21 lenguas indígenas, de las cuales dos ya están extintas: la ópata y la coahuilteca.

Lupita recuerda que, cuando la biblioteca estaba en el Museo Regional, durante la época de la Revolución, el edificio fue ocupado por Francisco Villa como cuartel. Los libros se usaron como trinchera, lo que explica que algunos ejemplares conserven vestigios de sangre.

En total, en el piso seis se resguardan aproximadamente 107 mil volúmenes, convirtiéndolo en uno de los espacios más valiosos de la biblioteca.

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OBRAS DE INFRAESTRUCTURA HIDALGO

Cortesía de El Informador



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