Los venenos que salvaron a los neandertales: el uso médico de toxinas hace 50.000 años

Hace unos años, un grupo de arqueólogos descubrió algo inesperado en una cueva de El Sidrón, en el noroeste de España. Allí, entre restos óseos de neandertales que vivieron hace 50.000 años, se hallaron indicios sorprendentes de que estos homínidos no solo eran hábiles cazadores, sino también auténticos expertos en el uso de plantas y toxinas naturales para tratar enfermedades. Este descubrimiento no solo cambia la percepción que teníamos de los neandertales, sino que también revela un fascinante capítulo en la historia evolutiva del conocimiento médico.

Plantas amargas y salud prehistórica

El hallazgo más revelador provino del análisis químico del sarro dental de un individuo, en cuya calcificación se detectaron restos de plantas como la aquilea y camomila, dos hierbas aún utilizadas hoy en día por sus propiedades medicinales. Estas plantas no poseen un valor nutritivo significativo, lo que sugiere que no se consumían como alimento. Por el contrario, los investigadores creen que estos individuos las empleaban para aliviar dolencias, ya que contienen compuestos activos con propiedades antiinflamatorias y antisépticas.

ADN neandertal
El análisis del sarro dental de neandertales revela un profundo conocimiento de las propiedades curativas de las plantas. Foto: Istock

Lo más interesante es que el análisis del ADN mostró que poseía un gen que le permitía detectar el sabor amargo, una señal natural de alerta en muchas plantas tóxicas. Esto indica que, pese al sabor desagradable, el individuo pudo haber reconocido las propiedades curativas de estas hierbas y haberlas utilizado deliberadamente para tratar infecciones o dolores.

Un legado de conocimientos transmitido por milenios

El uso de plantas medicinales no se limita a los neandertales. Otros animales, como los chimpancés, también mastican ciertas hojas amargas para desparasitarse. Este comportamiento, conocido como zoofarmacognosia, tiene profundas implicaciones evolutivas. En el caso de los humanos, la transmisión cultural ha jugado un papel crucial, permitiendo acumular y perfeccionar este conocimiento a lo largo de generaciones.

Por ejemplo, las propiedades curativas del sauce blanco, cuyo compuesto activo es el precursor de la aspirina, ya eran conocidas por los antiguos sumerios hace más de 4.000 años. Este linaje de conocimientos medicinales conecta directamente con los neandertales, mostrando que nuestra relación con las toxinas naturales es mucho más antigua de lo que imaginábamos.

Una de las lecciones más fascinantes que podemos extraer del estudio de las toxinas es su dualidad. Sustancias que en grandes dosis pueden ser letales, en pequeñas cantidades tienen efectos terapéuticos. Este principio, conocido como “la dosis hace el veneno”, fue enunciado por Paracelso en el siglo XVI, pero los neandertales ya lo aplicaban en su vida cotidiana.

El caso de la manzanilla y la milenrama es paradigmático. Ambas plantas contienen compuestos fenólicos que actúan como antiinflamatorios, pero también pueden ser tóxicos si se ingieren en exceso. Este equilibrio entre peligro y beneficio ha guiado el uso de toxinas a lo largo de nuestra historia, desde los primeros curanderos hasta los laboratorios farmacéuticos modernos.

Paisaje prehistórico repleto de plantas medicinales
Paisaje prehistórico repleto de plantas medicinales como las que usaron los neandertales para tratar enfermedades y aliviar el dolor. Ilustración artística. Fuente: Dall-e/Christian Pérez

Una conexión evolutiva con el presente

El estudio de las prácticas medicinales de los neandertales no solo nos conecta con nuestro pasado, sino que también ofrece pistas para el futuro. En la actualidad, la investigación de toxinas naturales está en auge. Muchos medicamentos, incluidos los opiáceos y algunos psicodélicos, se originan en sustancias naturales que han evolucionado durante millones de años como armas químicas en la “guerra de la naturaleza”.

Este fascinante cruce entre evolución, química y medicina es el tema central del libro Historia de los venenos naturales” de Noah Whiteman, publicado por Pinolia. El autor no solo explora cómo las toxinas han dado forma a la biodiversidad de la Tierra, sino también cómo los humanos las hemos utilizado para mejorar nuestra salud, transformar culturas y, en ocasiones, destruirnos a nosotros mismos.

“Historia de los venenos naturales”

En este brillante ensayo científico, Noah Whiteman nos invita a un viaje por el intrigante mundo de las toxinas naturales, desde el veneno de serpiente hasta los psicodélicos que están revolucionando la psiquiatría moderna. Con un estilo cautivador, Whiteman combina anécdotas personales, como la trágica historia de su padre y su lucha contra la adicción, con rigurosa investigación científica.

El libro no solo es un catálogo de toxinas, sino también una reflexión profunda sobre cómo estas sustancias han moldeado nuestra biología, cultura y comportamiento. Whiteman argumenta que nuestra relación con los venenos es mucho más compleja de lo que parece: mientras nos curan, también nos exponen a nuestras propias vulnerabilidades evolutivas.

“Historia de los venenos naturales” es una obra imprescindible para cualquier persona interesada en la intersección entre ciencia, historia y salud. A través de sus páginas, el lector comprenderá que, lejos de ser enemigos, los venenos han sido aliados esenciales en nuestra lucha por la supervivencia.

Referencias:

  • Hardy K et al. (2012). “Neanderthal medics? Evidence for food, cooking and medicinal plants entrapped in dental calculus” Naturwissenschaften ‐ The Science of Nature. DOI 10.1007/s00114‐012‐0942‐0.
  • Hardy K, Buckley S, Huffman M. Neanderthal self-medication in context. Antiquity. 2013;87(337):873-878. doi:10.1017/S0003598X00049528
  • Hardy K. Paleomedicine and the Evolutionary Context of Medicinal Plant Use. Rev Bras Farmacogn. 2021;31(1):1-15. doi:10.1007/s43450-020-00107-4
  • Weyrich, L., Duchene, S., Soubrier, J. et al. Neanderthal behaviour, diet, and disease inferred from ancient DNA in dental calculus. Nature 544, 357–361 (2017). doi: 10.1038/nature21674

Cortesía de Muy Interesante



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