
Belém, Brasil. En la recta final de la COP30 en Belém, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, llamó el miércoles a que cada país determine su propio calendario y capacidades para reducir la dependencia de los combustibles fósiles, en medio de complejas negociaciones para cerrar un acuerdo climático.
Brasil, anfitrión de la primera cumbre climática celebrada en la Amazonía, intensificó los contactos políticos para destrabar los principales puntos de discordia: el financiamiento de la adaptación climática, una hoja de ruta para dejar atrás el petróleo, gas y carbón, y la inclusión de referencias a medidas comerciales unilaterales, como el impuesto al carbono europeo, que genera rechazo entre países en desarrollo.
Lula acudió de nuevo a la COP30, algo raro para un presidente, para dar un empujón a las negociaciones, y en una declaración ante la prensa abogó porque “cada país sea dueño de determinar lo que puede hacer dentro de su propio plazo y dentro de sus propias posibilidades” para salir de las energías fósiles.
“Hay que mostrar a la sociedad que queremos” salir de esas energías, enfatizó Lula, cuyo país es el octavo productor de petróleo del mundo.
La presidencia de la COP divulgó un borrador inicial y trabaja en un nuevo texto —bautizado “Mutirão mundial”— que deberá ser aprobado por consenso por casi 200 naciones.
Mientras una coalición que reúne a más de 80 países, incluidos la mayoría de la UE, Colombia y Kenia, presiona por un acuerdo para acelerar el fin de los combustibles fósiles, productores de petróleo como Arabia Saudita mantienen un perfil bajo en Belém.
Otro eje de conflicto es el mecanismo europeo de ajuste al carbono, visto por muchos gobiernos como una barrera comercial. “Debe mencionarse porque se vuelve un obstáculo”, advirtió la secretaria de Medio Ambiente mexicana, Alicia Bárcena.
Con Estados Unidos ausente de las conversaciones, el debate se centra entre actores europeos y países emergentes. La UE evitó reabrir la discusión sobre el financiamiento climático, triplicado en la COP29 hasta 1.3 billones de dólares para 2035, mientras las naciones en desarrollo buscan redefinir cómo se distribuirán esos recursos entre mitigación y adaptación.
Lula aseguró que esperaba “algún día” poder convencer al presidente Donald Trump del peligro que representa el cambio climático y se mostró “muy feliz” del avance de las negociaciones.
La conferencia concluirá el próximo viernes, con los negociadores bajo presión para cerrar un acuerdo que Brasil aspira a convertir en un hito de cooperación global frente a la emergencia climática.
Turquía, próximo anfitrión
Turquía acogerá la cumbre climática de la ONU del próximo año, mientras que Australia liderará las negociaciones entre los gobiernos, en virtud de un acuerdo de compromiso que se está gestando en las conversaciones en Brasil, anunció el primer ministro australiano, Anthony Albanese.
“Lo que hemos logrado es un gran triunfo tanto para Australia como para Turquía”, declaró a la radio de la Australian Broadcasting Corp.
Cortesía de El Economista
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