
En Sinaloa, desde hace un año, existe una guerra entre cárteles que parece no importar al gobierno de la República, el cual sostiene-contra viento y marea- a un gobernador sobre el que penden sospechas de compromisos con grupos delincuenciales.
Casos similares son los de Guerrero, en el que la hija del cacique ostenta la primera magistratura del estado. Veracruz vive el desgobierno de la exsecretaria de Energía, con señalamientos muy graves de corrupción. Chiapas, en manos de “la tigresa”, Layda Sansores; y qué decir de Zacatecas, propiedad de la tribu de los Monreal. Michoacán, actualmente en el ojo del huracán, ha sido gobernado por la familia Cárdenas desde 1928 (independientemente del partido dominante a nivel nacional), ya por uno de sus miembros, bien por uno de sus cercanos.
México se está calentado demasiado en un mundo que arde en medio de una severa crisis internacional y una no menor en lo local.
El sábado pasado se realizaron marchas multitudinarias contra la violencia en algunas ciudades. El detonador fue el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Alberto Manzo, precedido por el del líder de los productores de limón, Bernardo Bravo Manríquez. Estos crímenes se suman a una larga lista de personajes vinculados a la política, representantes de organizaciones productivas que se niegan a pagar piso e, incluso, de sacerdotes que resultaban incómodos para los delincuentes.
Las manifestaciones derivaron en enfrentamientos entre las fuerzas del orden y los participantes. El riesgo es que en eventos masivos se introduzcan perturbadores sociales para deslegitimizar las acciones del gobierno y hacerlo parecer como represor o agentes del gobierno para generar violencia y descalificar las concentraciones de quienes ejercen su libertad de expresión.
En ese escenario, resulta interesante la emergencia de jóvenes pertenecientes a la generación Z que portaron, junto a la bandera de México, las de la animación japonesa, “One Piece”, tema que exige una profunda reflexión.
La reacción de la presidenta frente a estos hechos fue, por decir lo menos, insensata. En tiempos como los que estamos viviendo es necesario actuar con prudencia, evitando todo tipo de descalificaciones que pueden acelerar el conflicto social, más aún, cuando las redes sociales juegan un importantísimo papel. Ahí tienen al Sr. Trump, aprovechándolas para emitir opiniones sobre nuestra política interna, que poco abonan a pacificar las aguas.
Es preocupante, además, la celebración de algunos partidos de la copa mundial de fútbol, hecho que nos colocará en el centro de atención internacional y escenario -como lo fue en el 68- para que agitadores profesionales de otros países (o locales) pudiesen convertir al nuestro en campo de batalla. México, por su posición geográfica, es un bocadillo apetecible en la disputa de los mercados entre USA y China, por ejemplo.
Para concluir con algunas de las acechanzas que enfrentaremos en el futuro inmediato, se encuentra el anuncio de que el prócer, quien se niega a “irse” a la Chingada, realizará una gira por todo el país presentando su libro, imitando el periplo de Madero en el año 1908.
Dios nos ampare.
Cortesía de El Informador
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