“Marte tuvo agua pero no vida”: una posibilidad que la NASA plantea a partir de los datos del Curiosity

En 1976, las sondas Viking de la NASA se posaron por primera vez sobre la superficie de Marte. Llevaban consigo una misión audaz: buscar señales de vida. Aunque no encontraron evidencia concluyente, dejaron abierta una pregunta que ha intrigado a generaciones de científicos: si Marte tuvo agua, ¿por qué no albergó vida? Décadas después, esa misma pregunta sigue sin una respuesta clara. Pero un nuevo estudio publicado en Nature da un paso crucial para desentrañar este enigma.

El descubrimiento proviene de los datos recogidos por el rover Curiosity en el cráter Gale, un sitio con una historia geológica rica y compleja. El hallazgo de minerales carbonatados en concentraciones más altas de lo esperado ha abierto la puerta a una hipótesis provocadora. ¿De qué se trata? Pues que Marte pudo haber destruido, sin querer, sus propias oportunidades de ser habitable. Esta hipótesis se basa en un delicado equilibrio entre el dióxido de carbono, el agua líquida y la formación de carbonatos, que habría convertido al planeta rojo en un lugar con “oasis breves” pero incapaz de sostener vida de manera continua.

Un planeta que se autorreguló hasta secarse

El nuevo estudio, liderado por Edwin S. Kite y un equipo internacional de científicos, plantea que Marte sufrió un proceso de autorregulación climática que limitó radicalmente la presencia de agua líquida en su superficie. El mecanismo es contraintuitivo: cuando aumentaba la radiación solar, se facilitaba el deshielo de nieve y aparecía agua líquida, pero ese mismo proceso permitía la formación de carbonatos, que secuestraban dióxido de carbono de la atmósfera. Al disminuir el CO₂, bajaba la temperatura y el agua desaparecía nuevamente. Esta reacción en cadena, descrita como un feedback negativo, habría generado un patrón de intermitencia: breves episodios húmedos seguidos de largos periodos de aridez.

Según los autores, “la formación de carbonatos, modulada por el aumento del brillo solar y las fuerzas orbitales caóticas, mantiene oasis intermitentes de agua líquida superficial distribuidos de forma desigual”. En otras palabras, Marte nunca tuvo un clima estable como el de la Tierra, sino que alternó entre condiciones marginalmente habitables y fases prolongadas de sequedad total. Esta dinámica climática habría hecho casi imposible el desarrollo sostenido de organismos vivos en su superficie.

Evolución del clima de Marte en cinco simulaciones distintas a lo largo de los últimos 3.500 millones de años. En cada gráfico, el área azul representa los breves momentos en los que hubo agua líquida en la superficie, mientras que el área roja indica periodos demasiado fríos o secos para que el agua se mantuviera. La línea negra muestra cómo la presión atmosférica fue disminuyendo progresivamente, y la línea roja marca los cambios en la inclinación del eje del planeta, un factor clave para activar fases de deshielo. El resultado es claro: Marte tuvo condiciones marginalmente habitables, pero de forma muy esporádica y cada vez más limitada. Fuente: Nature

El papel de los carbonatos: guardianes silenciosos del CO₂

En la Tierra, los carbonatos cumplen una función fundamental en la regulación del clima. Actúan como una esponja que atrapa dióxido de carbono, ayudando a mantener una temperatura estable. Pero en Marte, este proceso habría sido demasiado eficaz y carente de un contrapeso natural. El planeta rojo carece del tipo de vulcanismo activo que, en nuestro mundo, libera CO₂ de nuevo a la atmósfera y permite cerrar el ciclo climático.

El estudio analiza específicamente las muestras de rocas recogidas por el Curiosity, que contienen entre 5 y 11 % en peso de carbonatos ocultos o “crípticos” —así llamados porque no eran detectables desde la órbita—. Estas concentraciones son suficientes, según el modelo climático desarrollado por el equipo, para justificar la pérdida de una atmósfera marciana más densa. “La abundancia de carbonatos crípticos reportada por Curiosity, multiplicada por el volumen global de roca sedimentaria, equivale aproximadamente a lo necesario para secar Marte”, afirman los autores.

Este hallazgo también resuelve una paradoja de larga data: las mediciones isotópicas de la atmósfera marciana sugerían que faltaba una gran cantidad de carbono que no podía haber escapado solo al espacio. Ahora se sugiere que ese carbono estaba atrapado bajo tierra, en forma de carbonatos, como parte de un proceso silencioso pero determinante para la evolución del clima del planeta.

Fuente: ChatGPT / E. F.

Oasis efímeros en un mundo desértico

Los modelos desarrollados por el equipo simulan más de 3.500 millones de años de historia marciana. En ellos, los periodos en que hubo agua líquida en la superficie son fugaces: menos del 0,01 % del tiempo total. Cada episodio húmedo habría durado menos de 100.000 años, seguido por sequías de hasta 100 millones de años. Esta escasez de agua sostenida habría limitado severamente la posibilidad de que surgiera vida.

El cráter Gale, donde opera Curiosity, aparece en los modelos como uno de los pocos lugares donde el agua reapareció varias veces, gracias a su ubicación ecuatorial y a su baja altitud, que favorece la presión atmosférica necesaria para mantener el agua en estado líquido. “Gale es un punto de anclaje para estudiar la formación de carbonatos en Marte y el cambio climático”, se lee en el estudio. En este sentido, se convierte en un laboratorio natural para comprender el ciclo del agua y del carbono en el planeta rojo.

El modelo también predice que estos “oasis” estaban sincronizados con cambios en la inclinación del eje de Marte (la oblicuidad) y otros factores orbitales. Así, el clima marciano habría sido moldeado por un sistema caótico que generaba condiciones transitoriamente favorables, pero incapaces de sostener un ambiente estable por largos periodos.

Implicaciones para la búsqueda de vida

Si esta hipótesis se confirma, sugiere que la mera presencia de agua no es suficiente para garantizar la habitabilidad de un planeta. Hace falta estabilidad, ciclos geológicos que reciclen los gases de efecto invernadero y condiciones favorables sostenidas en el tiempo. En Marte, todo esto falló. De haber existido vida, habría necesitado adaptarse a condiciones extremadamente inestables y localizadas.

Para Kite y sus colegas, “si Marte nunca albergó ni siquiera microorganismos durante sus fases húmedas, eso indicaría que es difícil que la vida surja en el universo”. Por el contrario, encontrar señales de vida antigua en Marte reforzaría la idea de que, dadas las condiciones mínimas, la vida tiende a emerger. Por eso, el equipo considera crucial traer a la Tierra muestras de rocas marcianas para analizarlas en profundidad. Las misiones previstas por la NASA y China para la próxima década podrían aportar la evidencia definitiva.

Esta gráfica muestra cuántos periodos húmedos y secos se produjeron en Marte a lo largo del tiempo, según los modelos del estudio. Las líneas azules representan los breves episodios en los que hubo agua líquida, sobre todo en el cráter Gale. En cambio, las líneas rojas indican los largos intervalos completamente secos. La diferencia es clara: los oasis fueron raros y de corta duración, mientras que los desiertos dominaron durante millones de años, haciendo muy difícil que la vida pudiera aparecer o mantenerse. Fuente: Nature

Una oportunidad para repensar los planetas habitables

El estudio también obliga a reevaluar los criterios que usamos para buscar vida fuera del sistema solar. Hasta ahora, los astrónomos se han enfocado en encontrar exoplanetas con agua líquida. Pero Marte muestra que eso no basta. Un planeta puede tener agua, e incluso ingredientes químicos esenciales, y aún así ser estéril si su clima no logra estabilizarse.

Además, la investigación revela que los registros geológicos pueden contener pistas no solo sobre el pasado de un planeta, sino también sobre su destino. En el caso de Marte, sus rocas sedimentarias no son solo testigos del cambio climático, sino protagonistas activas del mismo, al fijar el carbono que una vez pudo haber calentado su atmósfera.

Esto subraya la importancia de entender los ciclos geoquímicos en otros mundos. Si queremos identificar planetas realmente habitables más allá de nuestro sistema solar, necesitamos algo más que detectar atmósferas o agua: debemos comprender sus mecanismos internos de regulación climática.

Referencias

  • Edwin S. Kite, Benjamin M. Tutolo, Madison L. Turner, Heather B. Franz, David G. Burtt, Thomas F. Bristow, Woodward W. Fischer, Ralph E. Milliken, Abigail A. Fraeman, Daniel Y. Zhou. Carbonate formation and fluctuating habitability on Mars. Nature. https://doi.org/10.1038/s41586-025-09161-1.

Cortesía de Muy Interesante



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