Mayores responsabilidades y un debate pendiente

La reciente designación de la monja italiana Simona Brambilla como Prefecta (ministra) del Dicasterio para la Vida Consagrada en el Vaticano, siendo esta la primera mujer que accede a un cargo hasta ahora solo reservado para los varones, pone en evidencia la decisión de Francisco de jerarquizar la labor de las mujeres en la Iglesia Católica, pero al mismo tiempo sirvió para reinstalar el debate sobre esa cuestión. Si bien el asunto no se reduce apenas a la posibilidad del sacerdocio ministerial de las mujeres, este aparece a primera vista como el tema relevante cuando se lo discute en el marco de la opinión pública.

El papel de la mujer en la Iglesia Católica, una institución histórica y tradicionalmente patriarcal en todos los sentidos, se viene planteando con más y más actualidad en los últimos años. A ello aportó el cambio sustancial del protagonismo de las mujeres en la sociedad y, en particular, la lucha y los logros del movimiento feminista en todo el mundo. Pero también la apertura a las reformas que habilitó el papa Francisco permitieron repensar el lugar de las mujeres en la institución católica, sin perder de vista que en las bases del catolicismo la presencia femenina sigue siendo mayoritaria en todo el mundo.

Francisco destaca la importancia del aporte de las mujeres en la Iglesia, lo repite una y otra vez, y también lo refleja en decisiones que ubican a mujeres en puestos claves y con poder de decisión. El más reciente ha sido la designación de Brambilla, pero otras mujeres, incluidas algunas argentinas, fueron nombradas por Bergoglio y hoy ocupan cargos de relevancia en la estructura vaticana.

Sin embargo, el sacerdocio ministerial sigue cerrado, al menos por el momento, para las mujeres. En el último sínodo mundial realizado en octubre pasado en el Vaticano la asamblea decidió postergar una decisión sobre el tema incluso para que las mujeres pudieran acceder al diaconado, una instancia menor al sacerdocio. En el 2013, a poco de asumir, Francisco escribió en su encíclica Evangelii gaudium que “el sacerdocio reservado a los varones, como signo de Cristo Esposo que se entrega en la Eucaristía, es una cuestión que no se pone en discusión” (104). El Papa también se refirió al tema hablando con los periodistas en su viaje de regreso a Roma desde Río de Janeiro (2013). En referencia a la ordenación de las mujeres dijo que “la Iglesia ha hablado y ha dicho no. Lo ha dicho Juan Pablo II con una formulación definitiva. Esa puerta está cerrada”. En otra ocasión, en 2016 y también en respuesta a una pregunta formulada por una periodista en viaje desde Suecia a Italia, Francisco sostuvo enfáticamente que “sobre la ordenación de mujeres en la Iglesia católica, la última palabra es clara y la dio san Juan Pablo II y esto permanece”.

No todos opinan lo mismo en la Iglesia y el debate sigue abierto pese a las definiciones del Papa. “Necesitamos con urgencia que nuestros ojos se acostumbren a ver mujeres en los espacios de decisión, en los altares, en los lugares de importancia eclesial” escribió Consuelo Vélez en Religión Digital  a propósito de la designación de Brambilla, y aun reconociendo en la misma nota la importancia de la medida adoptada por el Papa. 

Para el brasileño Leonardo Boff, teólogo de la liberación que mantiene muchas coincidencias con el Papa, “la minuciosa investigación de teólogos y teólogas del más alto nivel como Karl Rahner de la parte de los teólogos y de Yvone Gebara de la parte de las mujeres, ha demostrado que no hay ninguna barrera doctrinal ni dogmática que impida el acceso de las mujeres al sacerdocio”.

Y argumenta que “si una mujer, María, pudo dar a luz a Jesús, su hijo, ¿cómo no va a poder representarlo sacramentalmente en la comunidad? Aquí hay una contradicción flagrante, sólo comprensible en el marco de una Iglesia patriarcal, machista y compuesta de célibes en el cuerpo de dirección y de animación de la fe”.

Pero advierte Boff que “lógicamente, el sacerdocio femenino no puede ser una reproducción del masculino. Sería una aberración si así fuera. Debe ser un sacerdocio singular, según el modo de ser de la mujer, con todo lo que denota su feminidad en el plano ontológico, psicológico, sociológico y biológico. No será la sustituta del sacerdote. Realizará el sacerdocio a su propio modo”.

Pero, al margen de este debate, es incontratable que la presencia de las mujeres en puestos de decisión en la Iglesia ha crecido de manera sustancial a impulso de Francisco. Algo que el Papa hace además con la intención de que esa realidad se refleje también a lo largo y a lo ancho de la iglesia universal. Se estima que en la actualidad la curia vaticana está integrada en un 23,4% por mujeres, siendo que cuando asumió Francisco el número era del 19,2%.

Algunos datos a modo de ejemplo.

La laica argentina Emilce Cuda, doctora en teología por la Univ. Católica Argentina y profesora investigadora de la Universidad Nacional Arturo Juaretche (UNAJ), es secretaria de la Comisión Pontificia para América Latina y participa además la Pontifica Academia para las Ciencias Sociales y de la Pontificia Academia para la Vida. Otra argentina, la socióloga María Lía Zervino, integra el importante Dicasterio para los Obispos. Zervino junto a Simona Brambila fueron nombradas también por el Papa para el estratégico Consejo Ordinario de la Secretaría General del Sínodo.

En enero de 2020 Francisco designó a la abogada italiana Francesca Di Giovanni como subsecretaria del Sector Multilateral de la Sección para las Relaciones con los Estados, para encargarla de las relaciones con las Naciones Unidas (ONU) y la Unión Europea (UE). En agosto del mismo año el Papa nombró a seis mujeres expertas en finanzas para incorporarse al Consejo de Economía del Vaticano, un organismo antes integrado por catorce varones. Son las alemanas Charlotte Kreuter-Kirchhof y Marija Kolak; las españolas María Osacar Garaicoechea y Eva Castillo Sanz; y las británicas Ruth Kelly y Leslie Ferrar. Antes, desde 2016, Barbara Jatta, historiadora italiana, es directora de los Museos Vaticanos, y desde 2022, Raffaella Petrini, también italiana y licenciada en ciencias políticas, es Secretaria general de la Gobernación del Estado Vaticano. En los dicasterios de Laicos, Familia y Vida, dos de los cuatro altos cargos son mujeres. Y en Desarrollo Humano Integral, la número dos es Alessandra Smerilli, una religiosa y economista italiana.

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Cortesía de Página 12



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