Mégara, la fascinante ciudad portuaria de la antigüedad griega que fue cuna de una importante escuela filosófica

Vigorosa por su actividad comercial y marítima, la prominente ciudad-estado griega de Mégara se recuerda no solo por su vibrante puerto, sino también por haber albergado en sus calles una influyente escuela filosófica. Aunque su legado haya sido opacado, en gran parte, por el peso cultural de Atenas, Mégara desempeñó un papel notable en el desarrollo del pensamiento socrático y post-socrático. A través de figuras como Euclides, Ictías y Estilpo, la ciudad tejió su propio relato intelectual, cuyos ecos perduraron durante siglos.

La arqueología de Mégara y la importancia de sus puertos

Un punto central entre el Ática y el Peloponeso

La riqueza de Mégara en la antigüedad no puede entenderse sin considerar su privilegiada ubicación geográfica, origen de la relevancia de sus puertos. Situada en el istmo de Corinto, Mégara actuaba como un nodo natural entre el Ática y el Peloponeso, lo que la convirtió en un centro comercial y marítimo de primer orden.

Durante la época arcaica y clásica, Mégara utilizó esta posición ventajosa para fundar colonias tan importantes como Bizancio y Calcedonia, que les permitieron extender su influencia más allá del núcleo griego. Así, su red portuaria no solo sustentaba su economía local, sino que era la base de su ambición colonial y marítima.

El urbanismo propio de un núcleo importante

Las excavaciones arqueológicas realizadas principalmente a partir del siglo XIX han revelado un urbanismo organizado en torno a una acrópolis fortificada y un entramado de calles que testimonian su antigua prosperidad. Los restos de murallas, los cimientos de edificios públicos y domésticos, y los fragmentos de cerámica corroboran las fuentes literarias que describen a Mégara como una polis de notable actividad.

Los puertos de Mégara

Uno de los aspectos más destacados de la arqueología megarense deriva de su red portuaria. Mégara contaba con dos importantes puertos: Pegae, en el golfo de Corinto, y Nisaea, en el golfo Sarónico, ambos esenciales para su comercio y proyección naval. Mientras Pegae permitía el acceso al oeste griego e itálico, Nisaea conectaba directamente con el Egeo y, por extensión, con Asia Menor.

Un conjunto de murallas conocidas como “los muros largos de Mégara” protegía conexión terrestre entre Mégara y Nisaea, lo que aseguraba el tránsito de bienes y tropas entre la ciudad y el mar. Aunque hoy solo queden vestigios, estas fortificaciones eran comparables, en origen, a las más famosas de Atenas. Las conexiones comerciales y culturales con otras ciudades del Mediterráneo la convirtieron, además, en un un importante punto para el desarrollo del pensamiento científico y la filosofía.

Filósofos griegos conversando
Recreación fantasiosa de la escuela megarense. Fuente: Midjourney/Erica Couto

El refugio de los discípulos de Sócrates

Tras la ejecución de Sócrates en el 399 a.C., varios de sus discípulos, incluido Platón, buscaron refugio fuera de Atenas. Mégara se materializó como un destino natural, tanto por su cercanía geográfica como por su régimen oligárquico favorable. Según Hermodoro de Siracusa, estos fugitivos anhelaban encontrarse con Euclides, un destacado alumno de Sócrates, quien había fundado allí lo que más tarde se conocería como la escuela megarense.

Diógenes Laercio, entre otros autores de la antigüedad, documentó que los seguidores de Euclides se denominaro inicialmente megáricos, luego eristikoi (erísticos) y, finalmente, dialektikoi (dialécticos), en referencia a su estilo particular de argumentación en forma de preguntas y respuestas.

El carácter de la escuela megarense

Definir con precisión a los megarenses resulta complejo. A diferencia de otras escuelas filosóficas griegas, los megarenses carecieron de una estructura institucional rígida o de una sede formal. Se trató, más bien, de una agrupación fluida de pensadores interesados en la lógica, la metafísica y, en menor medida, la ética.

Aristóteles los menciona en su Metafísica, mientras que Epicuro llegó a escribir un tratado titulado Contra los megarenses. También Estrabón reconoció que Mégara fue, en algún momento de su historia, un centro activo de filosofía. Sin embargo, la falta de una figura única de liderazgo tras Euclides y la ausencia de un programa doctrinal homogéneo hacen que su conceptualización como “escuela” deba entenderse en un sentido flexible.

Mégara
Yacimiento de Mégara. Fuente: O. Mustafin/Wikimedia

Figuras prominentes: Euclides, Ictías y Estilpo

Euclides de Mégara

Euclides, discípulo directo de Sócrates, se considera el fundador de la escuela megarense. Presenció la muerte de su maestro y se dedicó a preservar su legado intelectual. La ambientación del diálogo Teeteto de Platón sugiere su presencia habitual en el ágora de Mégara, el espacio cívico de la ciudad animado por la reflexión filosófica.

Ictías, el político revolucionario

Ictías, discípulo de Euclides e hijo de Metallos, ejemplifica la imbricación entre filosofía y política en Mégara. Participó en un intento de golpe oligárquico contra el régimen democrático local, motivo por el que la población lo asesinó. Tertuliano registra su muerte como consecuencia de su conspiración contra la ciudad.

Recreación fciticia de filósofo griego
Recreación fantasiosa del filósofo Euclides. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Estilpo de Mégara

Estilpo (ca. 360-280 a.C.) representa la cúspide y el ocaso de la escuela megarense. Reconocido por su aguda dialéctica y su independencia de pensamiento, Estilpo fue admirado tanto en Mégara como en Atenas. Enseñó a figuras tan relevantes como Zenón de Citio, el fundador del estoicismo.

Este filósofo también desempeñó un papel político en Mégara. Durante la toma de la ciudad por Demetrio Poliorcetes en 307 a.C., se preservó su casa y se le restituyeron sus bienes, probablemente como un gesto político hacia una figura influyente. La anécdota donde Estilpo afirma que no ha perdido nada de valor, ya que conserva su saber, ilustra su filosofía de desapego frente a los bienes materiales.

La memoria de los megarenses

La ciudad de Mégara mantuvo en el recuerdo a sus pensadores ilustres. Incluso siglos después de la desaparición de la escuela megarense, la figura de Euclides se mantuvo como figura venerada localmente. En época romana, durante el reinado de Adriano, Mégara acuñó monedas que representaban a Euclides cuvierto con un velo o mano: esta imagen evoca la leyenda de su travesía nocturna disfrazado para escuchar las enseñanzas de Sócrates en Atenas. Este gesto numismático constituye un claro ejemplo de cómo las ciudades griegas bajo dominio romano reivindicaban su identidad a través de sus glorias intelectuales pasadas.

Mégara y filósofos
Recreación fantasiosa de la ciudad griega de Mégara. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Una urbe para los filósofos

Mégara, la vibrante ciudad portuaria de la antigüedad, fue tanto un importante enclave comercial como la cuna del pensamiento independiente. A través de la figura de Eucleides y sus discípulos, contribuyó de manera discreta, pero significativa a la historia de la filosofía griega. Aunque su escuela nunca rivalizó con la Academia platónica o el Liceo aristotélico en términos de influencia duradera, su apuesta por la lógica y la dialéctica dejó una impronta que sería reconocida por generaciones posteriores.

Referencias

Cortesía de Muy Interesante



Dejanos un comentario: