Memo y Juan


– Hola Memo, ¿cómo estás? -Bien, mi estimado Juan, aunque inquieto porque he recibido un buen número de correos recordando que nos comprometimos a hacer algunas sugerencias para tener una mayor influencia en las decisiones del gobierno.

-Y, ¿qué piensas? -responde Juan.

-En primer lugar, que hay que hacer la prueba del espejo -contesta Memo.

Juan, rascándose la cabeza, pregunta: -¿Qué es eso?

-Mira -ilustra Memo-, si quieres hacer un cambio, ya sea personal o en relación con la sociedad, primero debes ponerte frente al espejo y hacer una crítica, lo más objetiva posible, de aquello con lo que no estás de acuerdo.

-¿Y eso para qué? -dice Juan.

-Pues para saber si realmente lo deseas, porque si no, es perder el tiempo -agrega comedidamente Memo-. En segundo lugar, te preguntas si tienes información de aquello que deseas modificar y por qué quieres hacerlo.

-¿Con qué objeto?

-Elemental, mi querido Juan. Todo cambio requiere conocimiento; saber en dónde éstas y hacia dónde quieres llegar. Si tienes la disposición, pero careces de una idea de qué hacer, difícilmente tendrás éxito -ilustra Memo.

-Ya basta de explicaciones, lo que nuestros lectores quieren es que les digas qué hacer y no que les sueltes un rollo mareador -agrega Juan.

-Con calmita, que Roma no se hizo en un día -reconviene Memo-. Construir una oposición seria, y no oportunista, parte de uno mismo y de ir agregando personas que tienen los mismos valores y que se encuentran inconformes con lo que sucede, por ejemplo, en políticas públicas relacionadas con la educación, la salud o el gasto excesivo que ya endeudó hasta las próximas diez generaciones.

-Ya te entiendo -dice Juan-. Hay que enterarse del día a día, informarse de los acontecimientos, consultar fuentes serias, reflexionar sobre sus efectos en nuestras vidas y compartir lo que hallamos.

-¡Claro! De la crítica surgen las propuestas y se crean los consensos y, a partir de ellos, se puede trabajar. Ojo, la crítica debe ser objetiva, no irracional ni emotiva -advierte Memo.

-¿Y luego? -pregunta Juan.

Memo añade: -Con personas afines, integras círculos de reflexión e inicia la larga marcha que significa tratar de influir en las decisiones del gobierno -y advierte-. Debe de quedar claro que no se trata de organizar un nuevo partido. Lo importante es asumir personalmente la responsabilidad de usar los medios de comunicación para condicionar, limitar e, incluso, sancionar a quienes abusan del poder. La impunidad es el peor de nuestros males.

-¡Ah, qué Memo! ¡Y ahora resulta que vamos a castigar a los políticos que, una vez en el gobierno, hacen un uso inadecuado del poder! -expresa Juan, con una sonrisa burlona.

-En efecto, el pueblo debe dejar de ser una ficción y cada uno de nosotros debe poner un “hasta aquí” a los falsos profetas, pero necesitamos partir de nosotros mismos y el espejo refleja, sin deformaciones, nuestra congruencia. ¿Sabes con qué se combate a los políticos deshonestos? -pregunta Memo.

-No -dice Juan.

-¡A periodicazos! Ve cómo traen al tal Augusto, ¡ya huele a muerto! -concluye Memo.

Cortesía de El Informador



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