
La población en el mundo está teniendo menos hijos y viviendo más años; estos factores producen que los mercados laborales pasen de tener una escasez de empleo a una escasez de trabajadores debido a la reducción de personas en edad laboral.
De acuerdo con el informe Perspectivas del Empleo de la OCDE 2025, se observa que los mercados de trabajo de los países miembros han sido resilientes a las tensiones comerciales y la desaceleración económica. Pese a ello, el envejecimiento de la población sigue siendo un riesgo importante para el empleo, la productividad y el desarrollo.
Baja disponibilidad de mano de obra
En el promedio de los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) se observa que el desempleo se ha mantenido por debajo del 5% en los últimos tres años, lo que refleja que una amplia proporción de las personas en edad laboral están, de hecho, ocupando los puestos de trabajo.
Para México incluso el desempleo es significativamente más bajo que en otros países de la OCDE; la tasa de desempleo se mantiene en menos del 3% de la población económicamente activa. Aunque con altos niveles de informalidad, una gran mayoría de la gente que puede, está trabajando.
Y, aunque las tasas de ocupación se mantienen altas, la población que ingresa al mercado laboral no alcanza para compensar a la población en edad de retiro. El informe destaca que, la tasa de dependencia de la tercera edad en los países OCDE aumentó drásticamente. Pasó del 19% en 1980 al 31% en 2023, la cifra más reciente disponible.
La tasa de dependencia de la tercera edad refleja la proporción de personas de 65 años o más en relación con la población en edad de trabajar. La OCDE proyecta que para 2060 esta tasa alcanzará niveles de 52%, en promedio para los países miembros.
En otras palabras, esto implicaría que cada persona en edad de trabajar tendría que sostenerse a sí misma y proveer, además, el 50% del ingreso de una persona mayor jubilada o pensionada.
Esto no sólo generaría presiones fiscales importantes, sino que también tendría efectos negativos en el acceso a derechos laborales básicos y en el nivel de vida tanto de los trabajadores activos como de los retirados.
¿Qué se puede hacer para mitigar el impacto?
El envejecimiento de la población es una tendencia global, pero con características y fuerza diferentes entre países, destaca el informe de la OCDE. Por ello, es fundamental que los mercados laborales echen mano de sus principales “reservas de talento” no explotadas.
Para evitar el impacto de este fenómeno será fundamental que los gobiernos implementen políticas que integren a grupos vulnerables a la fuerza laboral: jóvenes, migrantes, mujeres y trabajadores mayores.
En el caso de México se puntualiza como área de oportunidad la movilización laboral de los jóvenes, especialmente los que no estudian, no trabajan y tampoco reciben algún tipo de formación. Ya que representan una amplia proporción del total de jóvenes: 2 de cada 10 están en esta situación.
Aumentar acceso de las mujeres y migrantes al empleo
Otra de las acciones fundamentales para aumentar el tamaño de la fuerza laboral serán cerrar las brechas de desigualdad por género en el mundo del trabajo y garantizar los derechos laborales de las personas migrantes.
El informe de la OCDE destaca que cerrar la brecha de género en el empleo podría aumentar el crecimiento anual del PIB per cápita en 0.2 puntos porcentuales en la OCDE y cerrar la brecha de género en las horas trabajadas podría duplicar esa cifra.
Por su parte, destaca que las personas migrantes ya contribuyen a sostener las poblaciones en edad de trabajar y a reducir la escasez de mano de obra.
Aumentar los flujos migratorios netos podría incrementar los niveles de PIB per cápita promedio de los países miembros de la OCDE. En este sentido será fundamental garantizar la regularización y acceso universal a derechos de las personas migrantes dentro y fuera del mercado laboral.
Aunque el envejecimiento de la población y sus consecuencias en las economías ya están ocurriendo y son inevitables; el accionar de las políticas públicas y las empresas será crucial para mitigar los efectos negativos.
Cortesía de El Economista
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