Los días en la casa familiar transcurrían entre Charly, Fito, Bandana, Britney Spears y Cristina Aguilera, sin solución de continuidad. “Recuerdo viajes en auto donde gastamos el disco de Rita Lee de Los Beatles y El alma al aire de Alejandro Sanz. Siempre todo era con música”, recuerda Mery Granados (32), quien está de estreno con su tercer álbum, al que decidió llamar con su nombre, Mery. Así, a secas.
Hoy sus días musicales en la intimidad de su hogar transcurren entre el último álbum de Billie Eilish, Hit Me Hard and Soft y Jet love, de Conociendo Rusia. Mientras, transita el recorrido iniciático de sus 10 nuevas canciones, que incluyen el cover de Marcela Morelo Tormento de amor.
“Este lanzamiento me encuentra en un momento de madurez. Por eso lo llamé con mi nombre, porque creo que es como una radiografía de mi año y de mi vida. Tiene todo lo que sentí este 2024: enojo, desamor, tristeza y mucha felicidad. Refleja perfecto mi año que, en resumen, fue hermoso, porque fue muy musical”, revela la cantante.
-Sos heredera de una generación que pensaba el disco como obra y pertenecés a una época donde, por lo general, hay cierto apuro por sacar singles. ¿Dónde te posicionás en esa dualidad?
-Y, yo soy más del disco entero. A mí me gusta que escuches de la primera a la última canción con el orden que va, porque por algo lo pensás. Y me gusta generar climas, que el disco sea una onda de sensaciones y de emociones. Me encanta sacar singles, lo hice con Emoji de café y Harta, pero lo más lindo es mostrar muchas canciones juntas.
La hinchada familiar
Hija de papá músico y actor, mamá psicóloga y escritora y hermana de actor y conductor, Mery tiene siempre su hinchada a favor. Shows, lanzamientos, giras, la encuentran rodeada de esa energía afectiva que, dice, es de la que se nutre en cada nuevo comienzo.
“Antes de un lanzamiento me gusta estar con la gente que quiero y esperar el momento. Esta vez, además del disco, presentamos un videoclip y lo esperamos en vivo”, cuenta sobre el reciente estreno de Mery en todas las plataformas.
Con su papá, Pablo, además de compañeros de ruta son los autores de las canciones que integran el lanzamiento.
-Las composiciones tienen una gran energía femenina que requiere que Pablo se ponga un poco de tu lado, en tu cabeza y en tus emociones. ¿Cómo funciona esa dupla?
-Eso me parece que hacen los buenos compositores, no sólo componen para ellos mismos. Siento que un día lo va a llamar alguien internacional y me va a abandonar. Por conocernos tanto, porque trabajamos juntos y nos vemos un montón es que funciona así. Y además somos muy familieros, siempre estamos juntos.
-Y vos le decís, por ejemplo, necesito un disco de amor total o de desamor…
-Sí, si yo tengo ganas de hablar de algo, se lo digo y me ayuda a darle forma. Y después hay canciones que ya existen hace mucho tiempo como, por ejemplo, Anclado en mi cuerpo. Es una canción que ya existió para una novela y que escribieron mi papá y mi mamá. Así que mi mamá está en las letras de mi tercer disco, hermoso. Obvio, ella ya lloró. También hay una canción que surgió hace un mes y que la quise meter porque está buenísima.
-¿Y al disco ya lo habías dado por terminado?
– En mi mente sí pero, de repente, se ve que mi papá se quedó solo una noche tomando vino con el piano en su casa y se inspiró. Me la pasó y la amé por completo. No le quise cambiar nada. Estaba perfecta así. Es Viajar en el tiempo y ahí él toca el piano y yo canto. Y es la única canción del disco donde él toca y sólo hay piano y voz.
-¿Sentís que esa composición resume un poco el vínculo padre/hija o es más explosivo?
-Me parece que resume, sí. Y aparte la canción habla de recordar el pasado, es medio melancólica. Tenemos momentos más explosivos como cualquier padre e hija, pero nos llevamos muy bien y es una linda síntesis.
Crecer con papá
-Se fueron juntos de gira a España ¿Cómo fue la experiencia?
-Hermoso, la pasamos bomba. ¿Viste cuando no sale nada mal? Lo único que salió mal fue a la vuelta que perdimos una valija. Pero no tiene que ver con nosotros. Los shows salieron hermosos y cuando tocás afuera los argentinos que viven ahí te re agradecen, porque es como volver un rato a casa.
-¿Te cuesta terminar una canción, le das mucha vuelta o resolvés rápido?
-Noo, me cuesta, pero en un momento la tenés que soltar, sino siempre le vas a querer cambiar algo. ¡Y así nunca va a salir el disco! Además, creo que lo más lindo es que salga genuina y no cambiarle 20.000 cosas. Si la cantaste 20 veces igual, ya la última vez no es lo mismo, ya lo estás haciendo por repetición y a mí me gusta que salga del alma.
-Y para eso está el vivo, ¿no? Para seguir jugando…
-Totalmente, a mí me encanta tocarlas en vivo mucho, porque ahí recién siento que está cerrada una canción. Yo escucho Mariposas, que es de mi primer disco, y es una de mis canciones preferidas y hoy cuando la canto no tiene nada que ver.
-En “Mery” grabaron Coti en “La fórmula casi perfecta” y Julián Baglietto en “Todo lo que yo te amé”. ¿Cómo se dieron esas colaboraciones?
-Es loco, porque con uno de los invitados nos conocemos hace mucho y con otro hace nada. Pero con los dos dije: “necesito cantar con ellos”. A Coti lo conozco hace un montón, de la época de videítos de Instagram. En ese momento le escribí y le dije que tenía una canción que re iba con su voz y él aceptó grabarla conmigo y está ahí en YouTube. Pero nunca habíamos hecho un feat, así que ahora fue una hermosa oportunidad. Yo creo que mis canciones, mi música, tienen bastante que ver con la de Coti. Nos gusta la letra y la melodía y contar historias.
En cambio, con Julián nos conocimos este año. Cuando presentamos Emoji de café hicimos un open mic y lo escuché cantar y dije: “Tengo que hacer algo sí o sí con esta persona increíble”. Así hicimos este temón, que es un folclore precioso. ¡Y cuando canta él, cuando empieza su parte, te morís de amor!
La concreción de un sueño con Abel
Cuando Mery Granados dio sus primeras notas, donde un poco hablaba de sus influencias, otro poco de sus primeros y celebrados dos discos anteriores Con las alas puestas (2017) y 10 mil metros de felicidad (2019) una pregunta recurrente era sobre sus planes a futuro, sus sueños y sus colaboraciones pendientes.
Su respuesta, también recurrente, era el deseo de cantar con Abel Pintos. “Es verdad que siempre pensaba en él”, revela. Ese sueño se cumplió hace muy poco cuando Mery tuvo la oportunidad de sumarse a la banda del músico bahiense para la gira presentación de su disco El amor en mi vida. Tan increíble le parecía la propuesta que Abel tuvo que enviarle una prueba contundente sobre su identidad para que Mery, finalmente, se diera cuenta de que estaba por cumplir su sueño.
“Cuando Abel me llamó yo no le creí que era él. Pensé que era una broma y él se ofreció a mandarme una foto por Whatsapp. Me la mandó y seguí sin creerle. Llegó un video donde me decía: “Hola soy yo y estoy por subir a cantar pero después quiero hablar con vos”. Y como nunca decía “Mery” seguí sospechando. Hasta que al otro día me llamó y me dijo que quería salir de gira con su disco nuevo y que lo acompañara cantando.
-Ah, sos difícil de engañar. Menos mal que le creíste y aceptaste. ¿Qué aprendizaje te dejó esa experiencia?
-Arriba del escenario para mí es el uno. Es como que hipnotiza al público. Aprendí la calma y el cuidarse mucho la voz, saber hasta dónde… Te subís al micro después de un show y estás re manija y es difícil bajar… Y él sabe en qué momento irse a dormir para cuidarse la voz, para dormir las ocho horas. Y al otro día está impecable. Disciplina total. Y a la vez es muy divertido.
-¿Y vos tenés algún ritual? ¿Cómo sos antes de salir al escenario?
-A mí me gusta compartir, me gusta estar con la gente que va a tocar, con mi banda, con mi familia y amigos. Me gusta eso de subirme ya emocionada al escenario. No puedo estar tranquila y de repente pasar a cantar. Yo estoy ya de entrada en un plan de diversión. No soy de las que se separan del resto y se van a hacer yoga.
-Además de ese círculo íntimo, de familia y amigos artistas ¿Qué miradas ajenas te interesan cuando querés mostrar tus canciones?
Está bueno mostrarles a mis amigas porque no son músicas, trabajan de otra cosa y siempre es distinto lo que dicen. Y a mi mamá, que no importa cómo sea la canción, pero ella siempre llora porque le da mucho orgullo. Creo que el día que mi mamá no llore me tendré que preocupar.
Cortesía de Clarín
Dejanos un comentario: