
México cayó de la posición 17 a la 18 en el Índice de Comercio Sostenible (STI) Hinrich-IMD 2025, difundido este martes.
El índice evalúa cómo 30 economías gestionan la compleja interacción entre el crecimiento económico, la inclusión social y la gestión ambiental en el sistema comercial global.
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En la cima de la clasificación quedó Reino Unido, seguido de Nueva Zelanda, Australia, Singapur y Corea del Sur.
Tomando como rango de la evaluación de 0 a 100 puntos, México obtuvo 40.62 en el pilar económico, 38.13 en el social y 87.90 en el ambiental.
El informe sobre el índice afirma que México está entre las naciones que enfrentan los mayores desafíos: bajo crecimiento e inclusión limitada.
Algunas economías siguen priorizando el rápido crecimiento económico y la competitividad exportadora. Otras, sin embargo, invierten en las bases sociales para garantizar que el comercio genere beneficios de forma amplia y justa. Muchas tienen dificultades para conciliar ambos objetivos, atrapadas entre la ambición y la capacidad.
Utilizando datos del STI sobre el crecimiento del PIB per cápita como indicador de rentabilidad y el Índice de Movilidad Social como indicador de inclusión, la organización Hinrich Foundation y la escuela de negocios IMD (Instituto Internacional para el Desarrollo Gerencial) mapearon 30 economías. Esto revela cuatro modelos distintos de cómo las economías gestionan el equilibrio entre rentabilidad y cohesión social.
En primer lugar, el modelo de economías en dificultades. Países como Ecuador, México y Pakistán enfrentan los mayores desafíos: bajo crecimiento e inclusión limitada. “Sin una inversión social significativa ni una competitividad comercial sostenida, estas economías corren el riesgo de quedar atrapadas en un ciclo negativo de exclusión y estancamiento”, dice el informe.
Luego está el modelo de crecimiento equilibrado. Esto incluye economías como Singapur y Corea del Sur, que demuestran que la rentabilidad y la inclusión no son mutuamente excluyentes. Las instituciones sólidas y la tributación progresiva contribuyen a una mayor difusión de los beneficios comerciales. Sin embargo, otras dimensiones de la cohesión social que no se reflejan en el Índice de Movilidad Social pueden empezar a erosionar la confianza pública en el comercio, a pesar de la sólida prosperidad agregada y la movilidad social. “Las tendencias crecientes de la desigualdad de ingresos, especialmente relevantes para economías como Estados Unidos, ilustran este riesgo”, ejemplifica.
En tercer lugar están los modelos que priorizan el crecimiento incorporan países como Bangladesh e India, que buscan un desarrollo basado en la exportación, mientras que sus mecanismos de protección social se quedan atrás. Las ventajas de costos en sectores de alta rentabilidad suelen ir en detrimento de los derechos sindicales y la protección salarial. “Sin embargo, en algunos casos, la presión externa ha impulsado cambios positivos, como el acuerdo de Bangladesh con sindicatos globales y fabricantes de ropa para un acuerdo internacional para mejorar la seguridad en sus fábricas textiles”, expone.
Finalmente, economías maduras y desarrolladas, como Australia, Japón y Nueva Zelanda, muestran una alta cohesión social con un crecimiento más lento. Estas economías mantienen sólidas redes de seguridad social y confianza pública en el comercio, pero su desafío a largo plazo radica en revitalizar el dinamismo económico sin erosionar las estructuras inclusivas.
De acuerdo con el informe, 2025 marca un punto de inflexión en el que las economías ya no se alinean tras las mejores prácticas compartidas, como la liberalización, la apertura o el multilateralismo. En cambio, operan en un mundo fragmentado, marcado por la divergencia estratégica, en lugar del consenso.
Este año, por lo tanto, el STI va más allá de la evaluación comparativa del desempeño. Replantea el índice como una brújula estratégica, una herramienta para ayudar a comprender cómo las economías abordan las tres disyuntivas fundamentales que configuran el comercio global actual:
- Eficiencia vs. autonomía estratégica.
- Rentabilidad vs. cohesión social.
- Ambición climática vs. soberanía del desarrollo.
Estos no son dilemas teóricos. Son reales, visibles y crecientes. Y si bien no pueden resolverse únicamente mediante la elaboración de clasificaciones, el STI ofrece perspectivas que respaldan decisiones políticas más informadas y basadas en el contexto, al ofrecer una nueva perspectiva sobre cómo los países se posicionan para responder a estas tensiones en función de su etapa estructural, institucional y de desarrollo.
Los datos nos indican que el comercio sostenible no es un destino, sino un proceso de adaptación. Las economías difieren no solo en su desempeño, sino también en su orientación estratégica.
El informe identifica cuatro estrategias, en términos generales:
- Las economías avanzadas suelen actuar como líderes institucionales con la capacidad de establecer y mantener estándares.
- Los mercados emergentes dinámicos buscan una modernización selectiva, aprovechando el comercio para la transformación.
- Las economías dependientes de los recursos siguen estando estructuralmente restringidas y enfrentan mayores disyuntivas.
- Las economías afectadas por crisis priorizan la estabilización como requisito previo para la resiliencia.
Cortesía de El Economista
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