
En el tablero geopolítico de los chips, México ya no discute si participará, sino en qué parte de la cadena quiere y puede jugar.
Esa fue la conclusión que dejaron tres voces con poder de decisión en la industria y el gobierno durante un panel del México Digital Summit 2025: Héctor Marín, director senior de Relaciones con Gobierno para América Latina en Qualcomm; Hugo Simg, director de Ventas Corporativas en MediaTek para América Latina; y Diego Flores, titular del Sector de Industria Digital y Electrónica de la Secretaría de Economía.
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Sus diagnósticos convergen en una idea. México tiene talento, ubicación y base manufacturera, pero necesita definir su vocación (diseño, empaquetado, pruebas o insumos) y construir certidumbre energética, jurídica y de largo plazo.
Elegir el eslabón correcto
“Lo importante es que identifiquemos qué papel quiere jugar México”, dijo Héctor Marín durante el panel. Desde la perspectiva de una diseñadora de semiconductores como Qualcomm, el país difícilmente verá en el corto y mediano plazo una megafábrica de vanguardia, de 50,000 millones de dólares y procesos de 2 nanómetros, pero sí puede consolidarse donde ya hay ventajas: ensamble, pruebas y empaquetado (ATP), desarrollo y validación, servicios de ingeniería y hubs cercanos a Estados Unidos.
“Vemos muy difícil que llegue una empresa a invertir 50,000 millones de dólares para generar una planta de semiconductores en México. Lo que sí puede suceder es (identificar) dónde damos valor en esta cadena”, dijo.
Marín puso sobre la mesa un dato técnico con implicaciones políticas. Ni siquiera Estados Unidos tiene hoy fábricas de 2 nanómetros en operación, por lo que la competencia no es “todo o nada”, sino posicionarse en los eslabones donde México puede acelerar con talento e infraestructura incremental.
Qualcomm decidió instalar capacidades en Tijuana, por la cercanía con San Diego, y reconoce el papel de los institutos tecnológicos mexicanos en la formación de ingenieras e ingenieros que, en sus propias palabras, “vienen muy bien preparados”.
El mensaje detrás del dato académico es que el país produce capital humano competitivo, pero debe orientarlo y multiplicarlo con especializaciones ligadas a semiconductores.
Más que un sexenio: la brújula de largo plazo
Para Hugo Simg, de MediaTek, el primer paso es una decisión de política industrial con apellido: vocación.
“Necesitamos saber cuál es nuestra vocación, definir qué es lo que queremos hacer”, dijo.
De acuerdo con el directivo, el ecosistema de chips es tan amplio (materiales, equipos, químicos, diseño, front-end, back-end, pruebas, empaquetado) que pretender abarcarlo de golpe es inviable.
Añadió que México debe empezar donde puede ganar: materiales y consumibles, empaquetamiento avanzado, y pruebas para diferentes familias de chips, incluida la base automotriz, que no requiere nodos de 2 nanómetros.
“Esto no es un proyecto para un sexenio; es de varios sexenios”, dijo.
Un occidente de semiconductores
Desde el gobierno, Diego Flores describió una reconfiguración global en marcha. Tras la pandemia y nuevas tensiones, el “precio aterrizado”, el cual incorpora riesgos logísticos y geopolíticos, está remplazando al costo por unidad como criterio de localización de plantas.
La conversación internacional, dijo, se mueve hacia construir una cadena de suministro “de occidente” y traer al hemisferio etapas clave de valor en la cadena de semiconductores. En esa hoja de ruta, Estados Unidos mira a tres países: México, Costa Rica y Panamá. El funcionario adelantó que México empuja incluir un capítulo de semiconductores en el T-MEC para fortalecer la industria regional.
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Flores sostiene que ya existe una política pública conectada con la industria. Un Plan Maestro de Semiconductores inspirado en los insumos de la Semiconductor Industry Association (SIA) y aterrizado a capacidades reales, entre los que se refirió a Kutsari, por el lado del diseño; así como a las pruebas y el empaquetamiento
“Tomamos las consideraciones de la industria global, las pasamos por las capacidades que tenemos como México y eso se trasladó al Plan México”, dijo.
Sector automotriz
Para Simg, el caso de la industria automotriz es el atajo realista de México hacia escalas y tracción en la industria de semiconductores. Requiere confiabilidad, volumen y certificaciones. La escasez que paralizó líneas durante la pandemia mostró que duplicar una fábrica de chips para automóviles no se hace en dos años y que los cuellos también están en back-end.
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Si México acelera en procesos de prueba y empaquetamiento de chips para el sector automotriz, telecom y electrónica de consumo, se inserta en programas globales que ya demandan millones de piezas, con la ventaja logística de estar a horas de sus clientes norteamericanos.
“Tenemos que pensar en grande y que los productos que se desarrollan tengan demanda masiva”, dijo Hugo Simg.
Cortesía de El Economista
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