México en el proceso de desaceleración económica

El comportamiento del Producto Interno Bruto (PIB) de México en 2025 ha sido un espejo de las tensiones estructurales y coyunturales que enfrenta nuestra economía. A lo largo del año, los datos han mostrado una tendencia de desaceleración, especialmente en el tercer trimestre, donde el PIB total registró una contracción de -0.3% respecto al trimestre anterior como al mismo periodo de 2024.

La debilidad más marcada se encuentra en las actividades secundarias: el talón de Aquiles. En el tercer trimestre registraron una caída de -1.5% trimestral y -2.9% anual, lo que evidencia una pérdida de dinamismo en sectores clave. Esta contracción responde tanto a la menor demanda externa como a la incertidumbre interna en torno a proyectos de infraestructura.

La construcción permanece estancada. Los proyectos públicos avanzan con lentitud y los privados se mantienen en pausa, afectados por el entorno político y financiero. El sector manufacturero, por su parte, ha perdido impulso, golpeado por la desaceleración en Estados Unidos y una creciente pérdida de competitividad en ciertos segmentos. A esto se suma la incertidumbre energética, que ha frenado inversiones en generación y distribución.

Este debilitamiento industrial no solo afecta el PIB, sino que erosiona la base productiva del país, comprometiendo el empleo formal y la recaudación fiscal. Las empresas se han mostrado cautelosas ante la volatilidad política y fiscal. Sin embargo, hay un elemento que juega a favor: una política monetaria más laxa, que podría estimular la inversión si se consolida la baja en tasas.

La inversión fija bruta ha mostrado altibajos, aunque algunos sectores han mantenido sus planes de expansión, la cautela empresarial frente al entorno global y las políticas fiscales ha limitado el crecimiento sostenido. La inversión en maquinaria y equipo ha sido más resiliente que la construcción, pero en conjunto no ha logrado impulsar de forma significativa la economía.

La inversión es, sin duda, el termómetro de la confianza empresarial. Su estancamiento refleja una economía que aún no despeja las dudas sobre su rumbo.

La demanda agregada interanual tuvo un ligero repunte en el segundo trimestre, pasando de -0.2% a 0.3%, lo que sugiere una recuperación incipiente del consumo y la inversión. Sin embargo, este avance es insuficiente para revertir la tendencia general de estancamiento, y se mantiene por debajo del promedio histórico de 2.91%.

Los programas sociales han sostenido el consumo en sectores vulnerables. La estabilidad laboral en servicios, que ha mantenido el ingreso disponible y las remesas, aunque llevan seis meses en descenso, siguen siendo un amortiguador social importante. Aun así, el consumo público y la inversión continúan débiles, lo que limita el efecto multiplicador sobre el crecimiento.

Transición económica

El mercado financiero ha absorbido estos movimientos con ajustes relevantes. El Banco de México decidió reducir la tasa de referencia en 25 puntos base (el 6 de noviembre), para ubicarla en 725%, anticipando que la inflación general y subyacente mantendrán una tendencia bajista en los próximos 12 meses.

En el mercado bursátil, la volatilidad ha sido constante, con sectores industriales y de consumo mostrando desempeño mixto. El mercado de dinero, por su parte, ha reflejado una mayor aversión al riesgo, con preferencia por instrumentos de corto plazo. La curva de rendimientos refleja una economía en transición: expectativas de recuperación moderada, pero sin señales claras de aceleración.

Lo que viene

Esta semana conoceremos la revisión del PIB del tercer trimestre. Mi expectativa es que se confirme la contracción de -0.3% anual. Para el cierre del año, el crecimiento será moderado, con cierta estabilidad en la actividad terciaria (servicios), que ha mostrado signos de recuperación.

Sin embargo, el panorama sigue siendo incierto. La economía mundial se desacelera y las decisiones de política monetaria y fiscal serán clave para definir el rumbo.

El 2025 ha sido un año de ajustes y cautela para México. El PIB refleja una economía que busca equilibrio entre los desafíos globales y las oportunidades internas. La clave estará en recuperar la inversión, reactivar la industria y consolidar la confianza. Mientras tanto, el mercado financiero, como termómetro de esa confianza, sigue atento a cada señal.

Cortesía de El Economista



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