
Durante años, hemos construido una estrategia económica centrada en un solo eje: el T-MEC. Sin duda, esta relación ha sido clave para nuestro desarrollo, pero también ha creado una dependencia que limita nuestra proyección global. Hoy, más del 80% de las exportaciones mexicanas van a un solo país. ¿Qué pasa si esa puerta se cierra? ¿Qué pasa si otras están abiertas y no las estamos viendo?
El mes pasado se confirmó una tendencia clara: México comienza a diversificar sus rutas de comercio e inversión. Desde reuniones estratégicas con Marruecos hasta nuevos acuerdos con Emiratos Árabes Unidos, se está abriendo un nuevo mapa de posibilidades. Pero la pregunta es: ¿las empresas mexicanas están preparadas para aprovecharlo?
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Marruecos y Medio Oriente, señales de cambio
El 24 de junio, líderes de comercio internacional en Nuevo Laredo se reunieron con el embajador de Marruecos para detonar oportunidades bilaterales. El intercambio entre este país y México ya supera los 700 millones de dólares anuales, y hay potencial en sectores como textil, electrónica, agroindustria y logística.
Este tipo de acercamientos no son aislados. En mi visita reciente a Dubái, pude constatar el enorme interés que existe en trabajar con América Latina. Desde fondos de inversión hasta ecosistemas de innovación como el Dubai Silicon Oasis, hay una disposición real por conectar con empresas mexicanas. Lo único que hace falta es estructura y decisión de nuestro lado.
Una coyuntura global que nos obliga a actuar
Mientras esto ocurre, el conflicto en Oriente Medio ha generado incertidumbre económica en los mercados globales. El peso mexicano vivió una semana volátil, el precio del petróleo cayó y la inflación presiona a los bancos centrales. Pero incluso en este escenario, México se percibe como una alternativa estable para capitales emergentes.
¿La razón? Nuestra ubicación estratégica, el nearshoring, el bono demográfico, pero sobre todo, la posibilidad de ser un puente operativo entre regiones en crecimiento. Esto no es solo geopolítica, es una oportunidad empresarial.
El reto: ¿estamos listos para globalizarnos de verdad?
Muchos emprendedores y empresarios tienen la ambición de expandirse. Lo que suele faltar no es visión, sino estructura. Internacionalizarse no es solo traducir el sitio web o asistir a una feria internacional. Implica:
- Tener una operación formal, medible y replicable: Si tu empresa depende de ti para tomar cada decisión operativa, no está lista para escalar.
- Diseñar una propuesta de valor exportable: No se trata solo de vender productos fuera, sino de adaptar la oferta a otros contextos culturales, regulatorios y de consumo.
- Construir alianzas más allá de lo comercial: Las relaciones internacionales sólidas se construyen con gobiernos, fondos de inversión, instituciones académicas y cámaras empresariales.
- Pasar de la maquila al valor agregado: México no debe competir únicamente por ser el más barato, sino por ser el más creativo, adaptable y confiable.
Medio Oriente: una puerta abierta al futuro
Lo que está ocurriendo en regiones como Marruecos, Qatar o Emiratos Árabes Unidos no es moda ni marketing. Están construyendo con visión, invirtiendo en sectores estratégicos como energía renovable, salud, biotecnología, educación y tecnología financiera.
En lugares como el Dubai Silicon Oasis, por ejemplo, el ecosistema ya está preparado para recibir startups, ofrecer incentivos, escalar prototipos y conectar con Asia, África y Europa desde una sola plataforma. La pregunta no es si México puede estar ahí, sino cuándo vamos a dar el paso para participar activamente.
Y no solo con pymes, México tiene empresas medianas, fondos de inversión, universidades y hubs de innovación con el potencial de competir en esos mercados, siempre que estén dispuestos a salir del guion tradicional.
Hacer negocios con identidad
Uno de los aprendizajes más poderosos que me llevé de este viaje es que no necesitamos “parecernos a Silicon Valley” para ser globales. Lo que hace fuerte a México no es copiar modelos externos, sino fortalecer lo propio: nuestra forma de pensar, de resolver problemas, de crear desde la escasez y de innovar con propósito.
Tenemos que dejar de disfrazar nuestras marcas, de ocultar nuestra historia o de minimizar nuestra cultura para “encajar”. Lo que el mundo está buscando hoy son alianzas auténticas, soluciones reales y conexiones humanas. Y ahí, México tiene muchísimo que ofrecer.
Es momento de mirar más allá del T-MEC, no para abandonarlo, sino para complementarlo con nuevas rutas de colaboración. El mundo ya no funciona en bloques cerrados: hoy, la innovación y el crecimiento son redes que se conectan entre regiones con visión.
Si eres inversionista, emprendedor, directivo o servidor público, esta es la oportunidad de construir puentes con otras economías emergentes que comparten nuestros desafíos y nuestros objetivos.
Desde WORTEV estamos dando ese paso, porque creemos en un futuro donde México no solo participe, sino que lidere.
Cortesía de El Economista
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