México consiguió un logro clave para la industria automotriz. Los autos ensamblados en el país y enviados a Estados Unidos no pagarán el arancel del 25% que impuso la administración de Donald Trump. En cambio, enfrentarán un cobro promedio del 15%. El anuncio lo hizo Marcelo Ebrard, secretario de Economía, quien explicó que este beneficio es resultado directo del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
La medida avalada por la Proclamación 10908 del tratado entró en vigor recientemente y aplica para las exportaciones que cumplan ciertas condiciones técnicas de origen. Ebrard destacó que la reducción representa una ventaja competitiva frente a otros países que venden autos al mercado estadounidense. No se trata de una exención automática. Cada fabricante debe demostrar qué porcentaje del vehículo contiene piezas producidas en México, Estados Unidos o Canadá.
Si el contenido regional es suficiente, el importador puede acceder al descuento arancelario. La certificación deberá ser emitida por la propia empresa exportadora y tiene una vigencia de seis meses. El proceso debe ser transparente, ya que cualquier intento de exagerar el contenido local puede derivar en sanciones retroactivas. Una decisión con impacto aún incierto en la cadena de valor automotriz.
México no solo ensambla vehículos, también fabrica motores, transmisiones y sistemas eléctricos que cumplen con los estándares del T-MEC. Por ejemplo, modelos exportados desde plantas en Aguascalientes, Puebla o Coahuila incluyen un promedio de 40% de piezas hechas es Estados Unidos y hasta 75% regionales. Esto les permitiría clasificar para la tarifa reducida. Más allá de los porcentajes, esta resolución cuenta una historia política y comercial.
Durante meses, la industria automotriz mexicana enfrentó incertidumbre. Las amenazas de aranceles elevados provocaron nerviosismo entre fabricantes, sobre todo aquellos que ensamblan sedanes, SUVs y pick-ups para el mercado estadounidense. Las negociaciones técnicas con Washington evitaron un golpe financiero. Sin embargo, la vigilancia y el cumplimiento serán cada vez más estrictos.
Estados Unidos quiere impulsar su industria, pero no puede ignorar que buena parte de los autos que circulan en sus calles nacen al sur de su frontera. México, por su parte, entendió que cumplir con el T-MEC no es solo una obligación legal, sino una herramienta para proteger empleos, atraer nuevas plataformas eléctricas y mantenerse como líder exportador en Norteamérica.
Cortesía de Xataka
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