México sufre más que Canadá y Brasil por aranceles; exportación de acero cae 60%

¿Por qué México tocó la puerta de Washington con tanta urgencia? Las cifras lo cuentan sin rodeos. El arancel previo de 25% ya muestra cicatrices. Con el nuevo golpe de 50% que impuso Donald Trump al acero, la herida se profundizará.

México ocupa el tercer lugar entre los mayores proveedores de acero a Estados Unidos. Sin embargo, abril dejó un retrato inquietante: sus exportaciones se desplomaron 60% frente a marzo. El arancel de 25% entró en vigor a mediados de ese mes y sus efectos no tardaron en sentirse.

El contraste con sus competidores resulta llamativo. Canadá, primer proveedor, sufrió una baja de 13%. Brasil, el segundo, retrocedió 30%. Las cifras provienen del Instituto Americano del Hierro y el Acero, y pintan con claridad el terreno desigual.

México quedó rezagado, solo y con la peor cifra sobre la mesa. La industria acerera nacional enfrenta estragos de fondo. No se trata de un sector menor. Aporta 1.4% al PIB nacional y 8.7% al manufacturero.

El escenario que se abre es aún más complejo. Fitch Ratings anticipa un cambio en la estructura de proveedores de Estados Unidos. Los productores con costos más altos quedarán fuera. Las siderúrgicas más competitivas dominarán.

Los fabricantes con fuertes operaciones en Canadá, México y Europa figuran entre los más afectados por la política de Trump.

Canadá lidera las compras estadounidenses con 22.7% del acero importado, seguido por Brasil, con 15.56%, y México, con 12.18%, según datos del Departamento de Comercio de Estados Unidos.

La pelea de México

Ante este panorama, la presidenta Claudia Sheinbaum alzó la voz. Tildó de injusta e insostenible la medida de Trump.

“México importa más acero del que exporta. Entonces, no corresponde aplicar este arancel. Tenemos déficit. La medida carece de sustento legal. Contamos con un acuerdo comercial vigente y colaboramos estrechamente en otros temas como seguridad”, aseguró la mandataria.

La presidenta subrayó, además, que el acero cruza la frontera de ida y vuelta, como ocurre con las autopartes en la industria automotriz. Aplicar un arancel de 50% en ese contexto lastima no solo a los exportadores mexicanos, sino también a las propias cadenas productivas de Estados Unidos.

El gobierno mexicano mantiene el diálogo con las Cámaras del acero y el aluminio. El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, encabeza las negociaciones con sus homólogos estadounidense, Howard Lutnick y Jamieson Geer. La meta: sacar a México de la medida arancelaria y proteger la industria y el empleo.

Nuestra prioridad es clara. Vamos a defender los empleos, la industria y el derecho de México a competir en condiciones justas. Queremos un acuerdo global con Estados Unidos que elimine estas tensiones comerciales y garantice un marco estable

Claudia Sheinbaum, presidenta de México

Advirtió que, si no logran este acuerdo, México responderá con medidas que resguarden sus sectores estratégicos. La diplomacia sigue en marcha.

Los costos ocultos

El nuevo arancel de Trump no se limita a un cálculo económico. Forma parte de una jugada política mayor. A finales de mayo, el mandatario aprobó la compra de US Steel por parte de Nippon Steel, un acuerdo de 14,000 millones de dólares. La operación incluyó el arancel de 50%, que garantizaría la rentabilidad futura del consorcio.

Así, Trump revirtió su oposición inicial a la inversión japonesa. Presenta la medida como un escudo para los trabajadores siderúrgicos de Pensilvania. “Con un 50%, los competidores extranjeros ya no podrán superar esa barrera”, proclamó.

El precedente no es nuevo. En marzo de 2018, Trump impuso un arancel de 25% al acero bajo la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962. Su justificación fue proteger la seguridad nacional.

El Instituto Peterson de Economía Internacional (PIIE) analizó a fondo esa decisión. Según sus cálculos, el arancel de 2018 sumó 270,000 dólares a las ganancias de la industria siderúrgica por cada empleo salvado, pero también elevó en 650,000 dólares anuales los costos para las industrias consumidoras de acero.

El mismo estudio subrayó que la producción siderúrgica de Estados Unidos no mostró mejoras estructurales. La industria mantuvo su nivel de producción en torno a 80 millones de toneladas anuales, y el empleo apenas osciló entre 80,000 y 90,000 puestos.

El PIIE advierte que el nuevo arancel de 50% puede reproducir ese patrón: mayores beneficios para un puñado de empresas: US Steel, Nucor, Steel Dynamics y ArcelorMittal, pero mayores costos para las manufactureras y nulo impacto en la competitividad a largo plazo.

“El arancel del 50% casi con certeza aumentará las ganancias de US Steel, Nucor, Steel Dynamics y ArcelorMittal. Pero, debido a la combinación de pérdida de empleos y precios más altos, los fabricantes y los hogares estadounidenses pagarán caro el auge de los magnates del acero”, concluye el PIIE.

La Coalición para una América Próspera (CPA), alineada con la Casa Blanca, aplaudió el aumento arancelario. Su presidente, Zach Mottl, pidió incluso que se adopten aranceles específicos por peso, para impedir el fraude aduanero.

Mientras tanto, en México, la presión no cede. La caída de 60% en las exportaciones de acero ya dibuja un panorama sombrío. En Washington, la puerta que tocó Claudia Sheinbaum permanece entreabierta. Marcelo Ebrard, secretario de Economía, deslizó que hubo avances en las gestiones.

Este lunes se sabrá si México logró un acuerdo o si el gobierno responderá con medidas propias.

Cortesía de Expansión



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