Durante la mitad de agosto se celebra el Día Internacional de las Abejas, una fecha planeada en 2017 para meditar sobre la importancia que estos insectos tienen en distintos ecosistemas y en la cadena alimenticia total. Al respecto, el Instituto de Biología de la UNAM aprovechó la ocasión para advertir de peligros concretos que corren las abejas, así como solicitar a la población en general una visión más consciente al respecto.
Las abejas son consideradas la especie polinizadora más importante del planeta, pues su presencia es tal que abarca todos los continentes y ecosistemas. Lamentablemente, procesos como la agricultura moderna han llevado directamente a la disminución de sus poblaciones, al punto de que el 40% de las especies de abejas corre peligro de desaparecer.
México es uno de los países con mayor biodiversidad en América Latina, y un total de 2 mil 046 especies de abejas productoras de miel están registradas. Esta cifra representa casi el 10% de las especies a nivel mundial, que de acuerdo con el Mapa Mundial de las Abejas, elaborado por la Universidad de Singapur, suma casi 25 mil especies. Por desgracia, este 10% se encuentra en constante y creciente peligro, debido a que los bosques y planicies que suelen habitar han sido transformados.
El cambio de uso de suelo es uno de los mayores problemas que enfrentan las abejas, pues tal como explican la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, junto con el investigador del Instituto de Biología de la UNAM, Alejandro Hinojosa Díaz, el 40% de todas las especies de polinizadores (no solo las abejas) podrían desaparecer por las acciones humanas.
Concretamente, las acciones que más impactan a las abejas son el cambio de uso de suelo de grandes extensiones territoriales, que talan árboles y remueven campos silvestres para convertirlos en campos de monocultivo. Las abejas se ven obligadas a desplazarse a nuevas áreas en busca de polen para continuar su propio ciclo de vida. Además, las técnicas de conservación para estos campos de cultivo, entre las que destaca el uso de pesticidas de alto impacto, no solo acaba con insectos que se alimentan de los cultivos, sino también con las abejas, lo que impide que se formen nuevas colonias.
Contrario a lo que popularmente se cree, la mayoría de las colmenas no están en los árboles, sino que se encuentran bajo tierra, por ello, no basta con evitar pesticidas aéreos, si los agricultores siguen empleando químicos que serán absorbidos por el subsuelo. Paradójicamente en su afán por proteger a los cultivos, los agricultores industriales están acabando con su principal ayudante. Casi el 90% de las plantas con flores dependen de polinizadores, y el 75% de los cultivos como frutas, semillas para consumo humano y hortalizas.

Pero, si no soy agricultor, ¿cómo ayudar?
Hinojosa Díaz reconoció que el problema al que las abejas se enfrentan requiere de acciones inmediatas, sin embargo, también recordó que, a pesar de estar lejos de las zonas de cultivo, desde las ciudades podemos reducir el daño que reciben. Intentar adquirir alimentos de origen orgánico, libres de pesticidas, y de fabricación casera con mayor regularidad puede mejorar la rentabilidad de estas alternativas, lo cual llevaría a que sus precios se vuelvan más accesibles, además de que su oferta incremente.
Otra alternativa, un poco más pasiva, pero igualmente útil, es la de mantener huertos caseros, jardines e incluso algunas macetas. Ofrecer campanillas, romero, flores de cultivo como las de calabazas, pepino o coliflor les permitirán tener un espacio en dónde realizar una parada de descanso antes de seguir su camino en la ciudad.

“Tenemos que cambiar la idea de la estética de la naturaleza urbana donde todo es limpio y ordenado; hay cosas que más que bonitas deben ser funcionales para que la naturaleza pueda florecer, y en este caso, que las abejas puedan tener lugares donde alimentarse y descansar”.
– Alejandro Hinojosa Díaz, Instituto de Biología de la UNAM
Aprender sobre las abejas también es necesario para cooperar en su conservación, pues muchas personas las eliminan con insecticidas por temor a sus picaduras. Contrario a esta idea, no todas las abejas poseen aguijón, como el caso de la melipona beecheii, conocida como la “abeja sagrada maya”. Esta especie ha sido cultivada por apicultores de los pueblos mayas de Yucatán desde hace cientos de años. La miel que esta especie produce es hasta 50% más rica en proteínas que la de otras especies.

Adicionalmente, hay que recordar que las abejas que sí tienen aguijón solo lo usan cuando sienten que su colmena está bajo amenaza. Por ello, es importante que si se considera que un panal de abejas podría estar en una zona que represente peligro para las personas, se contacte a los bomberos locales o a Protección Civil, quienes se encargarán de retirar el panal sin afectar a los pequeños insectos.
Cortesía de Xataka
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