El reciente acuerdo entre Estados Unidos y Japón ha encendido las alarmas en Detroit. Mientras las empresas automotrices japonesas celebran una reducción significativa en los aranceles para exportar a EE. UU., los fabricantes estadounidenses ven cómo sus propios vehículos podrían enfrentar impuestos más altos. Ford, General Motors y Stellantis cuestionan cuándo llegará el alivio para México y Canadá, sus principales socios productivos en Norteamérica, según reporta Reuters.
Japón logró que sus exportaciones de autos hacia Estados Unidos pasen de pagar un arancel del 25% al 15%. Este cambio, anunciado esta semana, disparó el valor de acciones de Toyota y Mazda, que crecieron hasta un 17%, informa CNBC. Pero la realidad para los tres grandes de Detroit es distinta. Los autos fabricados en México y Canadá, donde las marcas estadounidenses producen buena parte de su línea, siguen pagando impuestos más altos, y la amenaza de Trump es aumentar esos aranceles al 30 y 35% respectivamente, a partir del 1 de agosto.
Desde la Casa Blanca, el acuerdo se presentó como una “victoria histórica” para los fabricantes estadounidenses. Según la administración, ahora podrán vender más autos en Japón gracias a la eliminación de barreras comerciales. Sin embargo, la balanza comercial muestra una imagen más compleja. Más vehículos entran desde Japón hacia Estados Unidos que en sentido contrario, representando más del 28% de las importaciones automotrices en 2024. Esta cifra preocupa a Detroit, que acusa que los aranceles actuales y futuros afectan la competitividad de su propia industria y ponen en riesgo empleos.
Las voces de Ford, GM y Stellantis no se hicieron esperar. La industria automotriz estadounidense consideró el acuerdo con Japón como un mal negocio. Argumentan que resulta injusto que los autos japoneses, con poco contenido estadounidense, paguen menos impuestos que los vehículos producidos en Norteamérica con alta participación local. GM informó que ya perdió 1,100 millones de dólares en el segundo trimestre de 2025 debido a los aranceles y advierte que las pérdidas podrían alcanzar los 5,000 millones antes de que termine el año.
La situación no solo afecta a Detroit. La incertidumbre sobre los aranceles mantiene en vilo a la industria automotriz global. Mientras Japón festeja su ventaja arancelaria, Europa busca desesperadamente cerrar su propio acuerdo con Estados Unidos. Sin embargo, las negociaciones con la Unión Europea no avanzan, y Trump volvió a amenazar con imponer aranceles del 30% sobre productos europeos.
Fábrica de Ford en Cuautitlán, México.
Más preguntas que respuestas
En medio de esta guerra comercial, las preguntas son claras: ¿Cuándo Estados Unidos aplicará reducciones similares a México y Canadá?, ¿Se mantendrán las amenazas de aranceles que podrían encarecer aún más los vehículos producidos en Norteamérica? La industria automotriz mira hacia Washington con preocupación, pues el equilibrio entre proteger empleos locales y mantener competitividad global parece cada vez más frágil.
Mientras tanto, Detroit apostará por un trato justo que beneficie a los fabricantes y trabajadores que sostienen la producción en suelo norteamericano. La historia de esta batalla arancelaria apenas comienza, pero sus consecuencias ya se sienten en las cifras y en el ánimo de quienes hacen rodar una de las industrias más importantes del mundo.
Cortesía de Xataka
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