
El sector microfinanciero se encuentra vulnerable ante el incumplimiento de sus acreditados, las Instituciones Financieras No Bancarias (IFNB) reportan un índice de morosidad ajustado de 14.2% al segundo trimestre del 2025, por encima de 13.3% de un año antes, de acuerdo con un análisis de HR Ratings sobre el comportamiento histórico del sector de IFNB’s.
Este comportamiento se explica por la naturaleza de los productos que ofrecen y la población a la que atienden, principalmente microempresas y hogares de bajos ingresos con acceso limitado a la banca tradicional.
“Los niveles de morosidad del sector se ven influenciados por los elevados niveles de cartera vencida y aplicación de castigos del sector Microfinanciero dada la naturaleza de sus productos y la población que atienden”, se puede leer en el reporte.
En contraste, el segmento de financiamiento a pequeñas y medianas empresas (pymes) mantiene la morosidad más baja del sector, con un nivel ajustado de 2.9%, lo que refleja mejores mecanismos de garantía y procesos de cobranza más sólidos.
Pese a estos contrastes, las IFNB en su conjunto lograron un desempeño positivo. Al cierre de junio reportaron utilidades netas por 10,477 millones de pesos, un incremento anual de 25.4% frente al mismo periodo del 2024. El retorno sobre activos (ROA) se ubicó en 3.3%, impulsado por un entorno de tasas de interés todavía elevadas y por un control en los gastos de administración.
Con un índice de capitalización de 32.8%, el sector mantiene una posición de solvencia sólida, capaz de absorber pérdidas inesperadas, según el análisis. Además, la cartera total creció 16.1% anual hasta alcanzar los 274,471 millones de pesos, con mayor dinamismo en el crédito vía nómina y a pymes.
Sin embargo, el informe de HR Ratings advierte que en el futuro, las IFNB enfrentarán retos por la baja en la tasa de referencia, que reducirá los ingresos por intereses, y por el débil crecimiento económico previsto.
Sin embargo, también destaca la oportunidad de la digitalización para mejorar procesos de originación de crédito y la cobranza.
Cortesía de El Economista
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