Milena Plebs baila el tango como ninguna y te regala cómo se hace para que aprendas

Milena Plebs es una de las mejores, una de las más espléndidas bailarinas de tango de las últimas décadas; una preeminencia, por otra parte, que podemos reconocer a lo largo de varias generaciones.

Atención, para quienes no hayan tenido aún la alegría de haberla visto bailar, pueden acceder gratuitamente a un material precioso: Milena baila el tango… con Ezequiel Farfaro. Allí está registrada la “cocina” de la creación artística, ese proceso que consiste en explorar, repetir, insistir, desechar, detenerse, pensar, probar de nuevo, divertirse, fastidiarse, recomenzar una y otra vez.

Aquel proceso de filmación y posterior edición fue estrenado comercialmente en 2005; tomó luego la forma de DVD y hace muy poco tiempo los autores e intérpretes decidieron -habiendo ya pasado veinte años- ponerlo en YouTube a disposición de todo el mundo.

Aquel largo período de un trabajo tan íntimo y personal es contado por Milena más abajo en esta misma nota.

Encuentro casi azaroso con el tango

Pero ahora podemos remontarnos a sus primeros pasos en el tango. Su encuentro providencial con el género rioplatense ocurrió cuando Milena pertenecía a un mundo totalmente diferente: provenía de una estricta formación en danza clásica y contemporánea y desde 1977 era integrante del Grupo de Danza Contemporánea del Teatro San Martín, luego rebautizado como Ballet Contemporáneo. El tango le resultaba ajeno.

Estampa tanguera. Milena Plebs y una postal porteña. Foto: Ariel Grinberg

A fines de 1984, Ana María Stekelman -coreógrafa, bailarina y directora- había comenzado a montar la obra Jazmines, un dúo con un joven bailarín de tango, Miguel Angel Zotto, que probaba así sus primeras armas escénicas.

Stekelman invitó a Milena a ver un ensayo y así lo recuerda ella: “Ana María y Miguel empezaron a bailar Quejas de bandoneón y yo pensé, ‘qué lindo es bailar abrazados’. Y después me sorprendió que hicieran pasos y figuras complicadas sin patearse. Nunca le había prestado atención al tango; si lo veía en la tele, cambiaba de canal”.

Jazmines se estrenó al año siguiente y Milena se transformó –así lo define ella- en una groupie del espectáculo. Los seguía adonde estuvieran. Poco tiempo después comenzó a tomar clases de tango con Miguel y de allí desembocaron en una relación sentimental que se prolongó durante diez años.

Una veloz inmersión

En 1986 el director Claudio Segovia invitó a Miguel Zotto a sumarse al elenco del ya exitosísimo espectáculo -en una escala internacional- Tango Argentino.

Milena recuerda: “Un día Miguel me cuenta que le habían propuesto una gira de ocho meses con Tango Argentino. ‘¿Querés venir’, me dijo; y agregó, ‘yo voy’. Casi me muero. Si no iba con él, la relación se terminaba. Hablé con la dirección del Ballet Contemporáneo de ese momento, formada por Norma Binaghi, Lisu Brodsky y Alejando Cervera, y me dijeron muy generosamente: “Andá, te conservamos el lugar en la compañía; si no te gusta, volvés”. Y me fui. Los primeros cuatro meses fueron terribles.

Con los tacos de punta. Milena Plebs fue figura de Con los tacos de punta. Milena Plebs fue figura de “Tango Argentino” y “Tango x 2”. Foto: Ariel Grinberg

-¿Por qué?

-Por todo. Desde bailar con tacos hasta ‘seguir’ a mi compañero en el baile. Y no había ninguna rutina de entrenamiento, nadie del elenco la tenía. Trataba de armarme una rutina sólo para mí, pero era un gran esfuerzo. Y por otro lado, el mundo del tango también me costaba.

-¿En qué sentido?

-En Tango Argentino estaban todos los popes del tango de la época: Juan Carlos Copes y María Nieves, Virulazo y Elvira, Gloria y Eduardo, los Dinzel. Había mucha competencia entre ellos y se mataban tanto arriba como abajo del escenario.

La renovación del género

Milena Plebs puso a disposición del público un documental suyo con Ezequiel Farfaro. Está en YouTube. Foto: Ariel GrinbergMilena Plebs puso a disposición del público un documental suyo con Ezequiel Farfaro. Está en YouTube. Foto: Ariel Grinberg

-Miguel y vos crearon la compañía Tango x 2, el nombre también del primer espectáculo que produjeron y que trajo un aire y un espíritu nuevos al baile de tango escénico. ¿Cómo comenzaron a elaborarlo?

-Por un lado, habíamos tenido la experiencia de Tango Argentino. Por otro lado, en la segunda mitad de los ’80 había un abismo entre el tango for export de Copes y el baile de los milongueros. La idea de Miguel era llevar a la escena el tango de la milonga y a partir de allí estudiamos mucho, con distinta gente. Ahora veo que el detalle, la filigrana de la coreografía eran algo mío. Yo venía del Grupo de Danza Contemporáneo del San Martín y había bailado obras de Ana Itelman, Oscar Araiz, Mauricio Wainrot, Alejandro Cervera. Contábamos además con el vestuario de Renata Schussheim y con el aporte de Jean-François Casanova.

Tango x 2 giró por el mundo, produjo otras obras memorables y Miguel Zotto y Milena Plebs continuaron trabajando juntos hasta tres años después de su separación como pareja. Cuando Milena cerró completamente su vínculo con Miguel Zotto se tomó un tiempo para ver qué tenía ganas de hacer.

“Era en 1999, yo tenía 37 años y quería empezar una etapa nueva; pero me costaba mucho despegarme del éxito de Tango x 2: Miguel y yo éramos los Copes y Nieves de una nueva generación. Ningún proyecto me cuajaba, pero después vi que mi problema era tratar de reproducir, sola, Tango x 2. Recién en 2009, cuando estrené Tramatango -algo más relacionado con mis orígenes en la danza contemporánea- sentí que aparecía algo personal”.

Cómo se hizo el documental

Milena Plebs es una de las mejores bailarinas de tango de las últimas décadas. Foto: Ariel GrinbergMilena Plebs es una de las mejores bailarinas de tango de las últimas décadas. Foto: Ariel Grinberg

-Y ahora, vayamos al documental. ¿Cómo nació?

-Se iba a inaugurar una estatua de Gardel en el Abasto y me pidieron que fuera la madrina y también que bailara. Primero pensé en Copes, porque quería sacarme las ganas de bailar con él. Ensayamos durante un mes y él era tan riguroso, tan exigente todo el tiempo que no pudimos avanzar. Pero entretanto conocí a Ezequiel Farfaro en una milonga, bailamos juntos y nos gustó. Fue finalmente mi compañero en el evento por la estatua de Gardel y después Ezequiel -que tenía en ese momento 23 años- quiso seguir ensayando conmigo.

-¿Tenía alguna experiencia profesional?

-Había estado casi un año dando clases de tango en Japón y ahora lo habían invitado a Canadá. Me dijo que si me interesaba continuar ensayando juntos, abandonaba el viaje. Yo no tenía ningún trabajo concreto para ofrecerle, pero igualmente decidió quedarse. Empezamos entonces a ensayar y le pedí a Rodrigo Peiretti, que había sido asistente de escena de Tango x 2, que nos filmara. Lo hizo desde el primer día.

-¿Qué propósito tenías?

-Pensé que Ezequiel y yo podíamos llegar a formar una pareja de baile; así las filmaciones nos servirían como un registro para buscar esa personalidad única que debe tener una pareja de tango escénico. Desde el principio, con una especie de lucidez, pensé que como iba a ser filmada, tenía que estar peinada, prolija, un poco maquillada y con una idea de vestuario. Sólo lo justo y necesario.

-Sin embargo se te ve bastante informal en la película.

-Normalmente en un ensayo no estoy así.

-¿Pensabas entonces que esas filmaciones iban a tener un destinatario, un espectador?

-Seguramente sí, pero no nos impusimos ningún tiempo. Poco después me llamaron para dar clases de tango en Estados Unidos y Europa. Ezequiel y yo empezamos a viajar juntos y mientras tanto se iba editando el documental, que llevó cinco años, algo delirante. Lo estrenamos comercialmente en el Complejo Tita Merello, que ahora ya no existe.

Cuando se estrenó el documental de Milena Plebs, se hacían cuatro funciones diarias en el Complejo Tita Merello. Foto: Ariel GrinbergCuando se estrenó el documental de Milena Plebs, se hacían cuatro funciones diarias en el Complejo Tita Merello. Foto: Ariel Grinberg

-¿Cómo fue recibido?

-Increíblemente. Se proyectaban cuatro funciones por día y se llenaba de un público que, creo, no era necesariamente conocedor del baile de tango. Fue una gran sorpresa; antes del estreno nos preguntábamos si no resultaría aburrida o demasiado larga. Y me sigo preguntando.

-¿Y qué te contestás?

-Creo que se ve que era un encuentro real. Había momentos de pavadas y nos divertíamos, pero no era para la cámara, sino algo verdadero.

Cortesía de Clarín



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