Y pasó ‘cualquier cosa’.
Lo habíamos anticipado. Podía pasar ‘cualquier cosa’ porque todo venía siendo desconcertante, y además, se habían producido demasiados condicionamientos y vicios democráticos.
Eran elecciones sin reglas claras ni ajustadas a derecho.
A Evo Morales no le dejaron participar. Le proscribieron y le persiguieron judicialmente sin cesar.
El MAS fue arrebatado por un grupo de personas que ya no lo representan.
Andrónico subestimó a Evo e hizo demasiados guiños a un electorado que jamás lo iba a votar (cuando nos presentamos como moderados-centrados, siempre perdemos).
El Ejecutivo, con Arce a la cabeza, se empecinó en no concentrarse en lo importante (resolver lo económico) y se dedicó a perseguir a Evo y líderes sociales.
La crisis institucional llegó a su culmen.
Y el ciclo constituyente de hace años se fue apagando hasta entrar en esta última etapa destituyente.
La resaca del Golpe de Estado del 2019 se ha hecho notar.
Y bajo este escenario político, las elecciones tuvieron un resultados ‘cualquier cosa’.
La participación, 88%, es parecida a las anteriores citas. Hay que tener en cuenta que el voto en Bolivia es obligatorio.
Cabe resaltar que sumando voto nulo y blanco, se alcanzó casi 22 puntos. Muy por encima de lo que venía pasando en el país. Creció en un 440% respecto al 2020.
En gran medida ese crecimiento de blancos+nulos, es voto que seguramente habría ido a parar a Evo Morales.
Y en relación a los candidatos, Rodrigo Paz se quedó con parte del voto ‘no sé dónde ir’. Tenía un discurso más serio y fresco que el resto, aunque repitiera el libreto neoliberal. Apareció como ‘nuevo’ entre tanto ‘vieja política’.
Esto le hizo ser el más votado, 32%. Y pasará a la segunda vuelta como el favorito porque seguramente los otros candidatos de la derecha que fueron derrotados pedirán el apoyo por él (Samuel Doria Medina ya lo ha hecho; el tercero en discordia con un 19%).
El segundo en votos es Tuto Quiroga (27%), el eterno perdedor, con propuestas muy obsoletas y con puesta en escena también muy obsoleta. Probablemente, no sumará muchos más votos porque llegó a su techo.
Por su parte, Andrónico quedó muy lejos de pasar a la segunda vuelta (8%). No supo estar a la altura de este momento histórico tan complejo. Es cierto que no lo tuvo fácil pero en Política esto jamás puede ser una excusa. Sin el voto de Evo, no llegaría a ninguna parte. Y así fue.
Del resto, poco más que decir salvo que Castillo, el ministro más de derechas del Ejecutivo, obtuvo un pírrico 3% a pesar de haber usado toda la maquinaria gubernamental a su favor.
Y en cuanto a la Asamblea Legislativa, diputados y senadores, habrá una abrumadora mayoría alineada con ideas conservadoras y neoliberales.
El 19 octubre se viene la segunda vuelta (si es que Tuto Quiroga no se retira antes) sin más pena ni gloria. Ganará Rodrigo Paz, pero deberá tener en cuenta que tiene un apoyo circunstancial, y que solo supone el 21% del padrón electoral (según dato de esta primera vuelta).
La derrota electoral para la izquierda es la consecuencia de una derrota política con muchas aristas. No todo es una cuestión de egos, ni de la dificultad en la sucesión, ni de la relación entre líderes históricos y nuevos que vienen sobrevalorados por ser nuevos, las razones de una derrota política van mucho más allá, y habrá que analizarlas con responsabilidad y perspectiva, pero sin deseos de hacerse el harakiri.
Y a partir de ahora, solo falta dilucidar lo que pasará hacia delante, porque Bolivia, el pueblo boliviano, ha demostrado a lo largo de los años y siglos que no acepta por mucho tiempo políticas impuestas desde afuera, y mucho menos, si son en contra del Vivir Bien de las mayorías.
* Doctor en Economía
Cortesía de Página 12
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