Montevideo entre la veda, el mate y la convivencia política

Desde Montevideo

La política uruguaya es como el mate. Un ritual robusto, transversal a las clases sociales y que combina diálogo con cortesía sin suprimir las diferencias. Los partidos son fuertes, más allá de los vaivenes electorales. Se percibe en las calles donde frenteamplistas, blancos y colorados conviven en armonía. Incluso con la extrema derecha que reivindica al prócer nacional, Artigas.

En San José entre Quijano y Aquiles Lanza, a poco más de una cuadra de la intendencia, hay dos locales de signo opuesto. Uno adornado con las banderas tricolores rojo, azul y blanco y la imagen de Yamandú Orsi. Es pequeño y la descripción más precisa y sorpresiva la hace Yenny, militante de Cabildo Abierto y vecina, pero en el centro neurálgico de la fuerza conservadora y nacionalista que conduce el militar Guido Manini Ríos. “Al lado no dan abasto”, comenta. Se refiere al movimiento que hay, comparado con su sola presencia en el comité desde donde el exgeneral propone construir una cárcel de máxima seguridad y eliminar la ideología de género.

Los más antiguos partidos del Uruguay, Blanco y Colorado, tienen 188 años de historia. El primero nació en agosto de 1836 y su rival en septiembre del mismo año. Rivales encarnizados desde el siglo XIX, hegemonizaron la disputa por el poder hasta la irrupción del Frente Amplio en 1971.

Los colorados gobernaron en un largo maratón ininterrumpido de presidentes por espacio de 94 años (1865-1959). Pero llegó 2019 y se aliaron en lo que Luis Lacalle Pou llamó la Coalición multicolor o Republicana, que completan Cabildo Abierto y dos fuerzas más chicas: los partidos de la Gente (PG) e Independiente (PI). Querían desbancar al FA que condujo al país por 15 años y lo lograron.

Un lustro después, se dio vuelta la taba. Hoy estarían de salida de cumplirse los vaticinios de las encuestas. Aunque se debe esperar al segundo turno, por si la fórmula Orsi-Cosse no gana con el 50 más uno de los votos. Pero hay mucho optimismo en la militancia del Frente que confía en una victoria por anticipado. Y que viajó en oleadas desde Brasil y Argentina. 

Quedarse en el exterior equivalía a no poder participar de los comicios. Dos ómnibus repletos llegaron desde Florianópolis con uruguayos. Centenares viajaron en avión o el Buquebus desde Buenos Aires. Se los vio fotografiados con sus banderas ocupando la gran escalinata que tiene el ferry que cruza el Río de la Plata. En el local central del Frente, a los viajeros de Brasil los recibió el presidente del partido Fernando Pereira, nos cuenta Roberto Saban, artista plástico uruguayo. También cruzó el charco desde Argentina para votar.

Banderas de Peñarol y el Frente Amplio en Montevideo. Crédito: Gustavo Veiga.

Los distintos partidos sí coinciden en cómo ingeniarse para saltear la veda electoral. La ley de 1989 estipula que “la realización de actos de propaganda proselitista en la vía pública o que se oigan o perciban desde ella, o que se efectúen en locales públicos o abiertos al público y en los medios de difusión escrita, radial o televisiva, deberá cesar necesariamente cuarenta y ocho horas antes del día en que se celebren los actos comiciales”.

Nada de eso se percibe en las calles montevideanas donde el viento agita las pelusas de los plátanos, el mayor enemigo de alérgicos como este enviado especial. Vuelan en todas las direcciones, inclusive hacia el interior de los locales donde se hace proselitismo. Una joven que nos recibe en el bunker blanco de Boulevard Artigas por la acreditación, arriesga que, si gana Álvaro Delgado, podarán esos árboles. No se sabe si lo dice convencida o en broma.

Las papeletas electorales se ven desparramadas por las veredas con las distintas fórmulas que compiten en esta elección. Otro joven del Partido Blanco volantea sobre la tradicional 18 de julio. Enfrente se escucha una música que sale de su comité. El Frente Amplio tiene como 500 en la geografía nacional, revindica el diputado nacional Gabriel Otero del FA, referente del populoso barrio La Teja. Y aunque la militante de Manini Ríos es una presencia solitaria en su local, todo indica que pasará una tarde muy tranquila. Tan amigable como el sol de primavera y una ronda de mates.

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Cortesía de Página 12



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