“Muchos latinos quieren ser coreanos, pero yo quiero ser colombiano”: el surcoreano al que Colombia le salvó la vida y que ahora canta música popular para millones de seguidores

Fuente de la imagen, José Carlos Cueto / BBC News Mundo

  • Autor, José Carlos Cueto
  • Título del autor, Corresponsal de BBC News Mundo en Colombia
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  • Informa desde Bogotá, Colombia

En Colombia, el llamado “país de los 1.000 ritmos”, una voz lejana quiere abrirse paso en la escena musical.

Su nombre es Zion Hwang, tiene 27 años, es surcoreano y no busca triunfar con el K-Pop, el género musical que enciende pasiones por América Latina y el mundo, sino con música popular colombiana y latinoamericana.

Zion es un fenómeno en Colombia. Tiene 3,7 millones de seguidores en Tiktok y otros 2,6 millones en Instagram.

Su popularidad despegó cuando comenzó a relatar su vida en el país sudamericano: sus primeros pasos de salsa, su primera changua (un caldo a base de leche y huevo que divide a los mismos colombianos) y sus primeras canciones, que ya alcanzan millones de reproducciones en varias plataformas.

El día que lo encuentro en un parque del norte de Bogotá viste una chaqueta negra parcheada, pantalones oscuros de mezclilla y zapatillas deportivas.

“Así me veo bien, ¿no?”, pregunta con un acento colombiano atravesado por su fonética asiática.

Zion viene acompañado por un equipo que trabaja con él a diario. Luego de la entrevista, tiene una cita con un anunciante publicitario.

Está que no se lo cree: “gracias a Dios sale mucho trabajo. La agenda está llena. Ayer regresé de grabar una canción en Medellín y hace poco estuve varias semanas en México”.

Mientras camina, varios se acercan a saludar. Le piden fotos, lo animan a seguir con su trabajo.

Pero hay algo que le incomoda. A pesar de su fama incipiente y el cariño de la gente, reconoce que todavía es tímido y que no se acostumbra a los focos, las fotos, las entrevistas.

Son secuelas de un pasado depresivo y sueños truncados que redimió en un destino que no imaginaba.

“Colombia me salvó la vida. Me curó la depresión. Es una ‘chimba’ de país”, confiesa emocionado.

Un sueño truncado

Zion vivía en su natal Corea del Sur cuando su padre le animó a estudiar en China, razonando que el mandarín era el idioma del futuro. Tenía siete años.

Zion, de niño, en una foto enviada por su equipo.

Fuente de la imagen, Cortesía de Zion Hwang

Los 10 años siguientes que vivió en el gigante asiático fueron difíciles. La presión de los estudios, su dificultad para aprender el idioma y sus esfuerzos para integrarse no siempre fueron correspondidos.

Pasó mucho tiempo solo estudiando mandarín y sufría bullying y golpizas “por ser extranjero y pasar más tiempo con las niñas”.

“Así que me puse a estudiar mucho más y jugar baloncesto”, cuenta Zion.

La estrategia funcionó y se convirtió en uno de los mejores estudiantes y baloncestistas de la escuela.

Se le dio tan bien que soñó con profesionalizarse. Cuando regresó a Corea del Sur, dice que ganó varios premios y que despertó el interés del equipo nacional de baloncesto.

“Dios está conmigo”, pensó, pero entonces llegó el accidente.

“Me distraje una noche paseando con mi abuela y un carro me chocó. Me rompí varios huesos en la espalda y varios vidrios me atravesaron la carne. Sangré mucho”.

El diagnóstico que comunicó el doctor a su padre fue un cubo de agua fría: “su hijo quedará como un vegetal”.

Espiral de depresión

Por fortuna, todo quedó en susto. Zion camina, baila y se mueve con normalidad. Del accidente solo conserva cicatrices.

Su recuperación, sin embargo, no fue suficiente para convencer a los entrenadores de que podía triunfar en el baloncesto. Fue el inicio de una depresión dilatada.

“No quería salir de mi habitación. Así pasé semanas”, relata.

Su padre intervino y lo mandó a Alemania para ampliar su repertorio de idiomas, pero no le mejoró el ánimo y pidió regresar.

“Es un país muy avanzado con la gente muy metida en su mundo. Casi que acabé con más depresión”, dice Zion.

En Corea del Sur, dice, muchos niños y jóvenes se suicidan por la alta presión de la sociedad.

Una estudiante abraza a una mujer que la acompaña cuando llega para rendir el examen anual de capacidad académica universitaria, o examen de ingreso a la universidad, en la escuela secundaria Poongmun en Seúl el 13 de noviembre de 2014.

Fuente de la imagen, Getty Images

Las estadísticas lo corroboran. Corea del Sur tiene la tasa más alta de suicidios de todos los países de la OCDE con 25,2 muertes por esta causa por cada 100.000 habitantes, según datos de esa organización y la Oficina Nacional de Estadística de Corea (Kostat) de 2020 y 2023, respectivamente.

Y, de acuerdo a Kostat, mientras la tasa global de suicidio juvenil disminuyó entre 2000 y 2019, este indicador incrementó en Corea del Sur en el mismo periodo.

Zion veía un callejón sin salida hasta que su padre sugirió el destino que asegura que le salvó la vida.

“Aquí se cura el estrés con cantos, bailes y asados”

“¿Colombia? Pero allí es muy peligroso; roban, hay drogas. Solo se le conoce por el café”, cuenta Zion que le decían mientras se preparaba para venir.

El joven llegó con 19 años a aprender español a un país que no se ha caracterizado históricamente por recibir grandes olas migratorias.

Solo conocía al mejor amigo de su padre, quien se desempeña como pastor religioso.

Pero enseguida, dice, algo hizo clic en su cabeza.

“Fue llegar y se me quitó la depresión. Sin psicológos. Aquí se curan el estrés con asados, cantando, bailando. La gente es muy amable. Las mismas señoras que venden empanadas en la calle me ayudaban con el español y los modales”, cuenta.

Rápidamente tuvo claro que aquí se quedaría a vivir.

La llegada de Zion a Colombia coincidió en buena parte con la explosión de la cultura pop surcoreana, K-Pop, entre los jóvenes latinoamericanos.

Lenin Tamayo, creador del Q-pop, una fusión de K-pop coreano y música andina en lengua quechua, se presenta en el Festival Anual de K-pop de Miraflores organizado por la Embajada de la República de Corea del Sur y la Municipalidad de Miraflores.

Fuente de la imagen, Getty Images

Grupos como BTS o NCT Dream no solo crearon una masa de fans fiel que les escucha a diario a través de plataformas como Spotify y YouTube, sino que también se convirtieron en modelo de estilo de vida, valores y estética para muchos en Colombia y la región.

Fue algo que Zion advirtió y capitalizó rápido: “Me di cuenta que aquí llamaba mucho la atención todo lo que venía de Corea del Sur, así que emprendí y, con ahorros, monté un restaurante coreano pero a lo colombiano, con karaokes, cantos y bailes por la noche”.

No imaginó que a través de este restaurante se convertiría en el artista en ciernes que es hoy.

Fenómeno de redes

Con 12 millones de seguidores en Instagram, Yeferson Cossio es uno de los influencers más populares de Colombia.

Zion lo conoció en una visita a su restaurante.

“Me dijo que podía ser famoso, que hiciera contenido en redes sociales”, cuenta el surcoreano.

Al comienzo dudó. Su madre le dijo que eso de las redes era para “gente guapa y chistosa” y Zion pensó que él no cumplía con ninguno de esos requisitos.

Bajo la insistencia de Cossio, el joven se lanzó y creó cuentas donde relata “cómo un surcoreano puede vivir sabroso en Colombia”.

Zion cocinando un sancocho en uno de sus videos en Instagram.

Fuente de la imagen, Instagram / @zionhwang_

Sus videos acumularon millones de visualizaciones. Su número de seguidores se disparó. Su historia apareció en televisión, radio y medios digitales.

Un día, mientras viajaba en auto con su novia y sus suegros, escuchó una canción que lo marcó.

Cuenta que era música popular colombiana contra el despecho.

Y así, sin pensarlo mucho, se grabó un día cantando y publicó el video.

¿El resultado? Millones de seguidores, visualizaciones y el interés de productores, artistas y publicistas.

Los tragos me ayuuudan, pero no me cuuuran, entona Zion para BBC Mundo. Le gustó eso de cantarle al despecho.

Zion Hwang, en una captura de su video y canción

Fuente de la imagen, YouTube

Un homenaje a Colombia

Zion pretende, con sus canciones, no solo lanzar su carrera como artista, sino también homenajear a Colombia, el país que le salvó la vida, y a América Latina, un continente del que se enamora más y más mientras más lo descubre.

A su repertorio de música tradicional colombiana ahora añade rancheras y narcocorridos por la pasión que estos géneros mexicanos despiertan.

“A través de mis canciones y mis redes, quiero contar que Colombia no es ese país que me contaron de la inseguridad y las drogas, sino un país muy rico, donde se vive sabroso, con gran música y comida”, dice.

A pesar de su optimismo y felicidad por vivir aquí, no es ajeno a los problemas. Reconoce que los salarios son bajos y que, quizás por los estigmas, al colombiano le cuesta exportar sus cualidades.

No puede estar más a gusto con su vida ahora mismo. Tiene novia, una carrera prometedora, su depresión quedó atrás y recibe el cariño constante de millones de colombianos.

“Un surcoreano que ama mucho más a Colombia que muchos colombianos”, comenta un usuario debajo de uno de sus videos en YouTube.

“Si volviera a nacer, volvería a vivir en Colombia. Muchos latinos quieren ser coreanos, pero yo quiero ser colombiano”, se despide Zion.

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Cortesía de BBC Noticias



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