Casi nadie lo sabe, pero cada vez que pagas la tenencia vehicular, estás pagando las cuentas pendientes que dejaron los Juegos Olímpicos de México 68. Así como lo lees. Este impuesto anual que ahora afecta a millones de automovilistas en México comenzó hace más de seis décadas, en una época en que el país soñaba con organizar un evento histórico. Corría 1962 cuando el presidente Adolfo López Mateos buscaba recursos desesperadamente para convertir a México en sede olímpica. La solución parecía sencilla: un impuesto temporal a los vehículos que ayudara a financiar la infraestructura necesaria.
La tenencia vehicular se presentó entonces como una medida extraordinaria y provisional. México ganó la candidatura y comenzó la construcción de estadios, villas olímpicas y obras de infraestructura que pusieron al país en el mapa internacional. Sin embargo, lo temporal se volvió permanente. Han pasado más de 60 años y aquel impuesto “provisional” sigue vigente en gran parte del país. Lo que inició como una contribución especial para financiar la gloria deportiva terminó convirtiéndose en una carga económica anual para millones de propietarios de vehículos.
Pero, ¿qué es exactamente la tenencia vehicular? Se trata de un impuesto que cada año cobra el gobierno mexicano únicamente por tener registrado un vehículo. El monto depende del valor comercial del auto y del estado en el que se encuentra registrado. Por décadas, este impuesto representó una de las mayores fuentes de ingresos del gobierno federal, financiando diversas áreas más allá del deporte y la infraestructura inicial para la que fue creada.
El impacto económico de los Juegos Olímpicos de 1968 fue impresionante. México invirtió alrededor de 175 millones de dólares en infraestructura deportiva y urbana para recibir a miles de atletas y turistas. Aquella inversión transformó ciudades enteras y modernizó al país en muchos aspectos. Sin embargo, esta modernización no fue gratuita. Para cubrir estos gastos colosales, se necesitaba una solución económica rápida y efectiva. La tenencia vehicular resultó ser esa solución, aunque dejó un legado fiscal complejo.
Durante los últimos años, varios estados han reconsiderado la utilidad y justicia de este impuesto. Entidades como Ciudad de México y Estado de México implementaron subsidios y exenciones parciales o totales, beneficiando a propietarios de autos más económicos o eléctricos. Otros estados están intentando reducir gradualmente el impuesto o sustituirlo por cobros diferentes, buscando aliviar la carga para sus ciudadanos.
Calles de CDMX.
¿Mantener o eliminar la tenencia vehicular?
El impuesto vehicular sigue generando debates. Quienes apoyan su eliminación argumentan que ya cumplió su objetivo inicial y que representa una carga injusta, mientras que quienes defienden su permanencia señalan la importancia de estos recursos para sostener las finanzas públicas. Independientemente de estas posturas, lo cierto es que este impuesto tiene raíces profundas en uno de los eventos deportivos más importantes de la historia del país.
Así que cada vez que pagues tu tenencia, recuerda que detrás hay una historia olímpica, de sueños, inversiones y decisiones políticas que todavía afectan nuestros bolsillos.
Cortesía de Xataka
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