Científica trabajando en laboratorio / Ajuntament de Barcelona
Se cumple este año el 30 aniversario de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, una iniciativa de Naciones Unidas que clamaba por la dignidad de la mujer y por el pleno acceso, “en condiciones de igualdad, a la ciencia, la tecnología y la capacitación profesional”. Tuvieron que pasar veinte años para que, en 2015, la ONU implantara el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Son dos ejemplos de las múltiples dificultades con las que han tenido que lidiar las mujeres en un ámbito tan masculinizado históricamente como es el de la ciencia y la tecnología. En la declaración del Día Internacional de este año, se hacía hincapié en que “la igualdad de género es crucial para construir un futuro mejor para todas las personas”, al mismo tiempo que “cerrar la brecha de género en la ciencia requiere derribar estereotipos”. El propio António Guterres, secretario general de la ONU, recordaba que las mujeres “siguen representando apenas un tercio de la comunidad científica internacional” y se denunciaba que en las estructuras de gestión de la investigación “la presencia de mujeres en puestos directivos sigue siendo desproporcionadamente baja”.
Tal y como demuestra el reportaje de EL PERIODICO, al menos en Catalunya, la situación se está revirtiendo, en una “revolución silenciosa pero transformadora”. Si desde 1984 hasta 2019, solo 5 mujeres ocuparon puestos de dirección en las instituciones científicas más destacadas del país, en cinco años (de 2021 a 2025) un total de 10 se han hecho cargo de otros tantos centros de investigación de excelencia agrupados en la institución conocida como CERCA. Esta dinámica no responde a ningún tipo de cuotas o de beneficios en función de una perspectiva de género, sino estrictamente al currículum y a la superación de un proceso riguroso que implica un plan específico para implementar en el centro.
Se trata de una nueva generación de mujeres dedicadas a la ciencia, desde el Patrimonio Cultural a las Matemáticas, desde las Telecomunicaciones a la Biomedicina, por ejemplo, que además de su valía personal aportan una nueva forma de liderazgo, construyen referentes y ayudan a romper el llamado “techo de cristal” o el “síndrome de la impostora”, con ideas propias que tienen que ver con una ciencia más interdisciplinaria y más interesada en un impacto real, acorde con los retos de la sociedad. El liderazgo femenino, como defiende Marga Nadal, directora del IDIBGI, “es un ejercicio diario de visibilización, escucha y transformación”.
En esta misma línea, y para reforzar la presencia de la mujer en el entorno investigador, la Generalitat prevé implantar en el próximo curso un plan piloto de mentorías con el que ofrecer herramientas a las generaciones más jóvenes para impulsar el liderazgo femenino y prevenir dinámicas de acoso o exclusión. Un plan que ha de fortalecer las redes de confianza y reforzar el empoderamiento. Al mismo tiempo, más allá de una implantación bastante efectiva de los planes de igualdad en universidades y centros de investigación, tal y como se estipula en la Llei de la Ciència, la Generalitat también anuncia una aplicación global de las estrategias de equidad con enfoque de género.
Todo ello, con la idea de revertir progresivamente un estado de cosas que está empezando a cambiar para beneficio de todos.
Cortesía de El Periodico
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