Murió Héctor Alterio: por qué fue un ícono de la cultura argentina

Héctor Alterio fue, para muchos intérpretes y estudiantes de actuación en la Argentina, un faro. Y para todos los espectadores argentinos, un referente, una garantía de que, si en una película o una obra de teatro estaba él, era garantía de calidad. Y compromiso.

Comenzó en el teatro independiente, y por más que saltó al cine, nunca lo abandonó y fue uno de los impulsores del movimiento del teatro independiente, creando la compañía Nuevo Teatro en 1950. Y no se fue más del imaginario argentino. Ni siquiera cuando debió exiliarse en España, perseguido y amenazado por la nefasta Triple A, por 1974. “La Triple A, en un comunicado, me condenaba a muerte”, contaba años más tarde.

Héctor estaba en el Festival de San Sebastián, donde había acompañado a la proyección de La tregua cuando desde Buenos Aires le avisaron que, mejor, no regresase. Y allí se quedó.

Es que ese año, 1974, marcaría a fondo al cine argentino y a su vida. Protagonista de tres filmes emblemáticos estrenados en pocos meses (La tregua, luego primera candidata al Oscar por la Argentina; La Patagonia rebelde, premiada en el Festival de Berlín; y Quebracho), el cine argentino preocupaba al de Hollywood, que veía cómo sus producciones no tenían aquí el éxito comercial esperado… porque las películas nacionales llenaban todas las principales salas. Y no bajaban de cartel.

Alterio se fue en el momento en el que la consagración le había llegado como nunca. Y paradójicamente, su primer papel en el exilio se lo dio Carlos Saura. En Cría cuervos le da un papel desconcertante: el cadáver de un militar. Y Héctor creía que ése era el personaje ideal: “Yo saltaba de alegría porque no tenía que pronunciar zetas ni eses. Debía cerrar los ojos y quedarme quietito, vestido de militar, en un ataúd”, recordaría.

Hizo muchas películas exitosas rodadas en España, muchas de las que no podían llegar a estrenarse en la Argentina, por la censura del Ente de calificación, que permitía prohibir o cortar largometrajes, aunque algún distribuidor independiente presentaba copias con cortes, sin que se viera a Alterio, y luego se animaba a estrenarlas enteras…

Luego volvería a la Argentina, para protagonizar la segunda, la tercera y la cuarta película argentina nominada al Oscar a la mejor película extranjera –Camila, de María Luisa Bemberg; La historia oficial, de Luis Puenzo, la primera en ganar el premio de la Academia; y El hijo de la novia, de Juan José Campanella-. Y los más jóvenes ya en los años ‘90, lo conocieron por Tango feroz.

Muchas veces le ofrecieron papeles de malvado, como el militar, Zavala, de La Patagonia rebelde, el esposo que acepta una hija de desaparecidos en La historia oficial, el padre de Camila O’Gorman, o como Lobo en Tango feroz. Pero de alguna manera, Héctor nos hacía sentir una extraña empatía con esos personajes nefastos.

Héctor Benjamín Alterio Onorato había nacido no específicamente en Chacarita, donde sí se crió y fue fanático de Chacarita Jrs., un día de la primavera, el 21 de septiembre de 1929. Todo un distintivo.

Cortesía de Clarín



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