
Un centro social travestido de museo. Un museo poroso y elástico. Así es como hoy en día se asimila el Museo Universitario del Chopo, mismo que en noviembre próximo celebrará 50 años de vida como recinto expositivo de la UNAM, pero también un foro de discusión y una caja de resonancia para todas las identidades y disidencias.
El edificio poco comulga con los estilos arquitectónicos de la zona norte de la Ciudad de México, y por eso es un punto referencial de la Santa María la Ribera, por el atractivo óxido cuproso en la parte alta de sus torres, y por ese atípico armazón de hierro de estilo Jugendstil que hace más de un siglo fue traído vía marítima, pieza por pieza, desde Düsseldorf, Alemania. Pero, sobre todo, es uno de los museos que mejor ha logrado una cohesión con la comunidad que le ha dado forma y que sigue apelando por éste como un espacio donde la voz de las disidencias se recoge desde las calles y las periferias y también se hace escuchar al interior de sus salas.
Toda la historia del Museo Universitario del Chopo y sus antecedentes, desde las primeras funciones del edificio como sede del Pabellón japonés en 1910 y tres años más tarde como Museo de Historia Natural, hasta los años 60; pero, sobre todo, por lo que ha significado en las últimas cinco décadas como una caja de resonancia para las contraculturas, las expresiones que luchaban por el ejercicio pleno de las diversidades sexogenéricas y la defensa de identidades que rara vez encontraban replicantes dentro de los museos, será abordada con un amplio programa de exposiciones, conciertos, performances, conversatorios, proyecciones, entre muchas otras actividades que arrancarán con una muestra para la que ahora mismo se ultiman detalles.
De árbol a bosque en 50 años
La muestra en cuestión lleva por nombre “Era un árbol que se convirtió en un bosque. 50 años del Museo Universitario del Chopo”, que estará abierta al público del 21 de agosto al 7 de diciembre con el despliegue de alrededor de 480 objetos de formatos diversos a manera de una primerísima revisión de varias pensadas para el archivo histórico del recinto.
Así se anunció este miércoles desde El Chopo con la presencia de la coordinadora de Cultura UNAM, Rosa Beltrán; la directora del museo, Sol Henaro, y la curadora Karol Wolley, como representante del equipo curatorial encargado de la muestra.
“Cuando asumimos la responsabilidad de relatar estos 50 años del museo, hace aproximadamente un año, consideramos que no era del todo pertinente comisionar la investigación y la curaduría a un solo agente. Por lo tanto, se decidió una mecánica de investigación colectiva. Empezamos consultando nuestros propios acervos, el documental, el histórico, el Archivo Desobediente, la Fanzinoteca y, por supuesto, la colección artística”, declaró Karol Wolley.
Sin embargo, dado el peso histórico del museo y su relación otros movimientos y recintos, se designó una comisión desde el museo para rastrear sus huellas en acervos y colecciones externas, tales como la Hemeroteca Nacional, el Archivo de Geología, el Archivo Histórico del Instituto de Biología, la Filmoteca de la UNAM, el Centro de Documentación Arkheia, la Fonoteca Nacional, entre otros.
“Ante la vastedad y la abundancia de elementos recopilados, perfilamos un equipo coordinador curatorial que se encargó de retomar varios hilos de las investigaciones para plantear una posible narrativa (…) conforme fue avanzando la investigación, nos dimos cuenta de que también era importante considerar a agentes externos al propio museo”, compartió Wolley.
De esta manera, se comisionó a la artista visual Wendy Cabrera Rubio, al cineasta y guionista Pío Longo y al despacho de arquitectura APRDELESP “a imaginar desde el presente algunas operaciones de memoria para narrar estos 50 años de historia”.
El resultado de esta colaboración es, no una exposición cronológica, sino una muestra basada en cuatro modelos museológicos. Éstos son: una evocación a los gabinetes de curiosidades que se volvieron populares entre los siglos XVI y XVII, esto para retomar la vocación el pasado del recinto como Museo de Historia Natural; un salón de arte, como los coleccionistas mostraban las obras en su posesión durante el siglo XVIII y a través del cual El Chopo propone la convivencia de varias de las obras artísticas tan distintas que integran su colección hasta ahora integrada por 368 piezas; un centro de documentación disponible para consulta y, finalmente, un formato de exposición contemporánea de documentos y arte.
Finalmente, la curadora explicó que parte de las razones para el título de la exposición: “El Chopo es una especie de álamo” se debe a que “imaginábamos en sus orígenes a este museo como un agente singular, si bien enmarcado en un contexto universitario, pero sobre todo con un enclave único en esta zona de la ciudad, y que, con el paso del tiempo y gracias a su programación, se fue convirtiendo en un lugar de encuentros, de diálogo, refugio para artistas, activistas, comunidades que si bien, quizás no buscaban una institución aliada en ese momento, sí encontraron en este museo un espacio para compartir inquietudes sin las presiones de otros museos de arte contemporáneo de la época”.
Un museo que se debe a su comunidad
Sobre el resto de proyectos pensados para celebrar los 50 años del Museo Universitario del Chopo, la directora del recinto, Sol Henaro, amplió:
“Esta es una celebración colectiva, y por eso no solamente hubo un equipo colectivo en la articulación de los contenidos de la exposición, también intentamos trabajar con nuestros compañeros trabajadores de base, para evocar sus memorias dentro del museo. Intentamos generar un programa integral que pudiera dar cuenta de las muchas facetas que este museo alimenta y, desde luego, no son solamente las exposiciones. Nos interesaba, sobre todo, convocar lo que venimos diciendo durante esta gestión sobre él”.
Y explicó lo anterior: “Cuando estuvimos haciendo la investigación y revisamos el archivo de la doctora Elena Urrutia (primera directora del museo) en El Colegio de México, entre muchas más cosas notamos que en las entrevistas que ella llegó dar hacia los años 90, siempre se refirió a este lugar como un centro cultural. Ahí nos dimos cuenta de que efectivamente, siempre ha sido un centro social travestido de museo”.
Por su parte, la coordinadora de Cultura UNAM, Rosa Beltrán expresó: “realmente éste es uno de los museos que representa uno de los mayores desafíos: cómo dialogar con tu comunidad (…) tener un proceso de escucha para después ponerlo en práctica es complejo cuando eres una institución. Y El Chopo es las dos cosas: por un lado, es la cultura viva y, por el otro, la institución. El reto está en cómo hacer para que eso no se fosilice sino que se visibilice. Para mí ha sido muy interesante, a lo largo de los años, ver de qué manera lo contracultural se expresa sin perder la fuerza, la potencia de la disidencia”.
Finalmente, Sol Henaro indicó que la exposición presentada “es apenas el anuncio de una serie de procesos de investigación en torno a nuestro acervo artístico”. El resto de actividades, tan diversas como los alcances del recinto, se irán anunciando con detalle y desplegando en las próximas semanas.
Exposición:
“Era un árbol que se convirtió en un bosque”
50 años del Museo Universitario del Chopo
Del 21 de agosto al 7 de diciembre
Museo Universitario del Chopo
480 objetos en exhibición
Equipo curatorial: Sofía Carrillo, Israel García, Carlos Gasca, Sol Henaro, Karol Wolley
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Cortesía de El Economista
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