Durante siglos dimos por hecho que el cerebro adulto era un terreno baldío para el nacimiento de nuevas neuronas. Era un dogma asentado con la fuerza de una sentencia: lo que se pierde no se recupera. Pero la ciencia, como la vida, no deja de sorprendernos. Hoy sabemos que el cerebro es capaz de reinventarse, aunque con ciertas limitaciones. En este número, el neurocientífico cognitivo Manuel Martín-Loeches nos explica cómo la neurogénesis en adultos (aquel «cruel decreto» que Ramón y Cajal desafió) es ya una realidad y qué implicaciones tiene para enfermedades como el alzhéimer o la depresión. No hay duda de que este asombroso hallazgo exige replantearse las futuras investigaciones sobre el cerebro y sobre nosotros mismos. Pero, este número está lleno de más preguntas esenciales: ¿los animales también aman? ¿Está regulado el uso de las sustancias humanas que se pueden donar? ¿Lo que no fue nos deja cicatrices neurológicas? ¿Es posible ya el teletransporte de información? ¿Encierra peligros el deshielo del permafrost? ¿Puede una máquina ver tu rostro en la oscuridad? ¿Es la ciencia capaz de predecir el pasado y reinventar el futuro? Algunas de estas preguntas tienen respuesta. Otras, como la neurogénesis, apenas empiezan a asomar tímidamente entre las conexiones de nuestras neuronas más jóvenes. En cualquier caso, te deseamos una buena lectura.
Neurogénesis: de dogma inamovible a frontera de la neurociencia
No hace tanto que insistíamos una y otra vez y con vehemencia a nuestros alumnos que las neuronas eran las únicas células del cuerpo (a excepción de los gametos) que no sufrían mitosis, es decir, división celular. La mitosis es necesaria para el desarrollo del cuerpo y, una vez culminado este, para la renovación y reparación de los tejidos. En el cerebro, sin embargo, las neuronas con las que nacíamos eran todas las que íbamos a tener para el resto de nuestra vida. Es más, perderíamos miles de ellas cada día, de manera que no solo no íbamos a tener más, sino que iríamos a menos. Este sí que era uno de esos dogmas de la neurociencia que parecían más seguros y asentados. El mismísimo Santiago Ramón y Cajal tuvo en gran parte la culpa, pues afirmó que «los circuitos nerviosos son algo fijo, cerrado e inmutable. Todo puede morir, pero nada puede regenerarse. Es tarea de la ciencia del futuro modificar este cruel decreto». Y, claro, ¿quién osaría contradecir al gran maestro?
Has leído un extracto del artículo de portada, escrito por Manuel Martin-Loeches. Para seguir leyendo, puedes comprar el número 532 de Muy Interesante en un quiosco de prensa o por internet.
Reportajes
- Secretos del permafrost, por Óscar Herradón
- ¿Por qué nos obsesionamos con lo que no pudo ser?, por Vicente Bustillo
- Teletransporte cuántico, por Antonio Acín
- Neurogénesis, por Manuel Martin-Loeches
- Amar como un animal, por Javier Rada
- Reglamento SoHo, por Laura G. de Rivera
- El metal de los dioses, por Alejandro Navarro
- No hay dónde esconderse, por Eugenio Manuel Fernández Aguilar
- La vida sexual en la sociedad victoriana, por Elena Benavides
- ¿Eres búho o alondra?, por Lourdes Cutillas
Entrevistas
- José Antonio Marina. El filósofo y ensayista nos habla de su último libro, Vacuna contra la insensatez, por Gema Boiza
- Wilhelm Schmid. Este filósofo, autor de Sobrevivir a la muerte, admite que hay algo después de una pérdida, por Gema Boiza
Firmas
- Gran Angular. Narrar, por Jorge de los Santos
- Hablando de ciencia. La pérdida de la ciudad de los mil pilares, por Miguel Ángel Sabadell
- Palabras cruzadas. El saber busca su lugar, por Lucía Sesma
- Pensamiento crítico. ¿Qué papel juegan el aquí y el ahora?, por David Pastor Vico
- Neurociencia. La red por defecto y lo que nos hace humanos, por Manuel Martín-Loeches
- Pinceladas de meteorólogo. La enigmática tempestad de Giorgione, por José Miguel Viñas

Cortesía de Muy Interesante
Dejanos un comentario: