Nancy Wake fue una de las figuras más extraordinarias de la Resistencia durante la Segunda Guerra Mundial. Su coraje, audacia y destreza operativa la convirtieron en una pieza esencial de las operaciones del Special Operations Executive (SOE), la organización británica de sabotaje y espionaje. Su apodo, “el Ratón Blanco”, le fue otorgado por la Gestapo e ilustra su capacidad para evadir la captura durante años. Sin embargo, más allá del mito heroico, su historia revela las tensiones de género y las dificultades para consolidar su autoridad en un entorno dominado por hombres.
Una juventud cosmopolita y rebelde
Nancy Grace Augusta Wake nació el 30 de agosto de 1912 en Wellington, Nueva Zelanda, aunque pasó la mayor parte de su infancia en Australia, tras el abandono de su padre. A los 20 años, y gracias a una pequeña herencia, se trasladó a Nueva York. Más tarde, se mudaría a Londres y París, donde se formó como periodista. Pronto comenzó a colaborar con el diario Hearst, para cuyas páginas entrevistó a importantes figuras políticas de la época, entre ellas, a Adolf Hitler en 1935.
Esa experiencia, según declararía más tarde, la marcó profundamente. El antisemitismo que presenció en la Alemania nazi consolidó su oposición frontal al régimen hitleriano y preparó el terreno para su implicación activa en la lucha contra el nazismo.
La Resistencia francesa y el comienzo de la lucha
En 1939, Nancy Wake se instaló en Marsella, donde contrajo matrimonio con Henri Fiocca, un empresario francés de origen marsellés. Tras la invasión de Francia en 1940, se involucró rápidamente en las redes clandestinas de resistencia. Como agente de enlace, participó en la exfiltración de cientos de soldados británicos y judíos perseguidos, a los que ayudó a cruzar la frontera hacia España.
Su eficiencia no pasó desapercibida para la Gestapo, que la colocó entre sus prioridades más altas. La apodaron “el Ratón Blanco” por su habilidad para desaparecer sin dejar rastro, incluso en los territorios más controlados. En 1943, ya era uno de los blancos más buscados de la policía secreta alemana: ofrecían cinco millones de francos por su captura.
Tras ser traicionada y sometida a interrogatorio, Wake consiguió escapar de Francia cruzando los Pirineos a pie, un trayecto agotador que completó sin formación montañista. Su esposo, detenido por los nazis poco después de su huida, murió bajo tortura sin delatarla. Wake no tuvo conocimiento de su destino hasta el final de la guerra.

Formación en el SOE y ruptura de los códigos de género
Una vez en Gran Bretaña, Wake fue reclutada por el SOE, que preparaba agentes para operaciones encubiertas tras las líneas enemigas. Recibió formación intensiva en técnicas de sabotaje, criptografía, paracaidismo, preparación de explosivos y combate cuerpo a cuerpo. En palabras de sus instructores, superó con creces a muchos de sus compañeros masculinos.
Sin embargo, Wake no solo aprendió las habilidades técnicas del espionaje, sino que adoptó también los códigos de sociabilidad propios de los hombres de guerra: la vulgaridad, el consumo de alcohol y la camaradería agresiva. Este posicionamiento la convirtió en una “virago”, un término ambivalente que designa a una mujer que actúa con atributos tradicionalmente masculinos, pero que también puede ser utilizado como estigmatización.
La adopción de un lenguaje y un comportamiento viril no implicaba una renuncia a su feminidad, sino una estrategia para imponerse en un mundo hostil, donde las mujeres eran vistas con desconfianza y condescendencia. Wake supo manejar con astucia ese equilibrio entre transgresión y adecuación a las normas del grupo.
Misión en Auvernia y liderazgo militar
En abril de 1944, Wake se lanzó en paracaídas sobre la región de Auvernia, en el centro de Francia, con el objetivo de reforzar la coordinación entre Londres y los grupos de la Resistencia antes del desembarco aliado. Se unió a las tropas del capitán Henri Tardivat, con quien organizó múltiples ataques de sabotaje contra las líneas ferroviarias, los depósitos de armas y las comunicaciones alemanas.
Uno de sus mayores logros fue liderar a más de 7.000 maquisards en una campaña que infligió cerca de 1.400 bajas enemigas, con apenas un centenar de pérdidas del lado de la Resistencia. Durante este periodo, demostró un temple y una capacidad de mando excepcionales, a pesar del escepticismo inicial de algunos de sus compañeros hombres.
A nivel táctico, sus acciones resultaron decisivas para entorpecer el avance alemán hacia Normandía tras el Día D. En varias ocasiones, arriesgó su vida para reactivar enlaces de radio destruidos o para realizar incursiones en solitario. Su figura se convirtió en símbolo tanto del coraje clandestino como la eficacia operativa en la Francia ocupada.

Reconocimiento internacional
Tras la guerra, Nancy Wake recibió numerosas distinciones por parte de gobiernos aliados. Fue condecorada con la Medalla George (Reino Unido), la Medalla de la Libertad (Estados Unidos), la Croix de Guerre con tres estrellas y una palma (Francia), la Medalla de la Resistencia y la Legión de Honor francesa.
Estas condecoraciones la convirtieron en la mujer aliada más premiada de la Segunda Guerra Mundial. Este reconocimiento, sin embargo, no impidió que quedara parcialmente relegada en las memorias oficiales durante décadas.

Posguerra, autobiografía y legado
En los años siguientes, trabajó como funcionaria del Ministerio del Aire británico y, más tarde, se estableció en Australia junto a su segundo marido, John Forward. Incursionó en la política como candidata del Partido Liberal, pero sin éxito. En 1985 publicó su autobiografía, The White Mouse, donde narró sus peripecias con un tono directo y cargado de humor negro. La obra contribuyó a revitalizar su figura pública e incluso se adaptó a diversos formatos audiovisuales.
Nancy Wake falleció el 7 de agosto de 2011 en Londres, a los 98 años. Sus cenizas se esparcieron en el monte Cantuel, en el centro de Francia, según su voluntad.
Una figura histórica esencial
Nancy Wake encarna una de las trayectorias más notables de la resistencia aliada durante la Segunda Guerra Mundial. Su vida revela no solo un arrojo fuera de lo común, sino también una estrategia consciente de adaptación a un entorno masculino que le exigía demostrar constantemente su competencia. La figura de Wake debe leerse en clave política y de género: una mujer que, al adoptar prácticas viriles sin renunciar a su propia identidad, redefinió los márgenes de lo posible para las mujeres en tiempos de guerra.
Referencias
- Francezon, Louise. 2025. “L’agente Nancy Wake ou la fabrique d’une virago ? Pratiques et sociabilités masculines dans les mondes militaires de la Seconde Guerre mondiale”. Histoire Politique, 55. DOI: https://doi.org/10.4000/13kp8
- Gómez Trillo, Miguel Félix y Antonio Gámez Higueras. 2023. Mujeres en la Segunda Guerra Mundial. Madrid: Pinolia.

Cortesía de Muy Interesante
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