Hay pocas cosas más desagradables que atravesar una nube de jejenes o moscas negras cuando vas montando en bicicleta. Hablamos de esos pequeños insectos que suelen amontonarse por cientos cerca del agua. ¿Por qué se empeñan en volar tan pegados?
La respuesta es que, así, las hembras y los machos lo tienen más fácil para aparearse, nos dice Gregory Courtney, entomólogo de la Universidad Estatal de Iowa (EE. UU.).

Una nube para encontrar el amor (rápidamente)
“La mayoría de los insectos voladores machos vuelan en grupos. Es un mecanismo importante para que los dos sexos se encuentren entre sí”, señala Courtney. Los jejenes macho hacen lo mismo para atraer a sus compañeras, y la localización de la nube dependerá del entorno.
“Lo más común es que se formen alrededor de determinados objetos o marcadores visuales, como una valla junto a un camino o sobre una roca en un arroyo”, apunta. En ocasiones, pueden ser muy molestos para las personas, pero nunca forman enjambres alrededor de un humano a propósito.
Marcadores visuales: por qué los jejenes eligen ciertos lugares
Los marcadores de nubes de mosquitos incluyen varios objetos que contrastan con el paisaje circundante que, de acuerdo con Courtney, lo que hace más fácil que las hembras de la misma especie los detecten.
A menudo, se forman en zonas soleadas y se mueven según el sol avanza por la bóveda celeste.
Eso sí, el cortejo en pleno vuelo tiene una pega: los depredadores. Por ejemplo, las libélulas atravesarán la nube una y otra vez para llevarse una buena ración de insectos.

El arte de volar en grupo
La definición de enjambre es muy amplia: “cualquier conjunto de individuos con el propósito de atraer pareja para la reproducción”, explica el entomólogo. Podrían ser media docena de bichos. O millones.
Las hembras nunca forman enjambres, sin embargo. Solo entran en la nube de machos para aparearse. Aunque Courtney admite que es frustrante intentar averiguar qué pasa con una de ellas después de que ha penetrado en el grupo.
“Es posible detectar a una hembra volando sobre el río porque su patrón de vuelo es muy distinto del de un macho. Pero una vez que entra en la nube, la pierdo de vista”, admite el entomólogo.
El patrón del cortejo aéreo
Es todo un reto para la investigación determinar si el jején hembra copula con el primer macho que se encuentra o si, más bien, se da unas cuantas vueltas en el enjambre en busca del más apropiado.
Teniendo en cuenta que los jejenes tienen una corta vida –entre unas horas y unos días–, volar en estos grupos puede ser el evento más importante para un macho.
“Hemos tratado de descubrir si algunas zonas de la nube son más ventajosas para encontrar pareja y si los machos compiten por hacerse con ellas”, indica el investigador.

¿Por qué no chocan? El papel oculto de los halterios
Por otra parte, la mayoría de estas congregaciones voladoras siguen un patrón específico de movimiento de rotación o hacia delante o hacia atrás. Ajustarse a ese patrón impide que los individuos se choquen entre ellos.
Según Courtney, las moscas negras también se han adaptado para ser ágiles voladores.
“Los insectos dípteros solo tienen dos alas, porque las alas traseras se han modificado para dar lugar a unos órganos giroscópicos llamados halterios. Se cree que estas estructuras les ayudan a mantener el equilibrio y a rotar en el aire, por lo que estarían relacionadas directamente con la actividad del enjambre”, apostilla Courtney.
Cortesía de Muy Interesante
Dejanos un comentario: