Niegan acceso a sacerdotes en la nueva prisión Alligator Alcatraz

Desde el comienzo de su mandato Donald Trump decidió medidas extremas contra los inmigrantes, parte de ellos ilegales. Muchos fueron expulsados del país y otros detenidos sin mediar mayores explicaciones. Para estos últimos el gobierno estadounidense habilitó -hace menos de mes y en forma ultra rápida- una prisión de máxima seguridad en Everglades, en el estado de Florida, aproximadamente a 88 kilómetros de Miami. El centro de detención ha sido denominado “Alligator Alcatraz” o “Alcatraz Caimán”, en directa alusión a la cárcel de Alcatraz que funcionó en la isla de la bahía de San Francisco entre 1934 y 1963, y que reunía condiciones que hicieran imposible la huída de peligrosos delincuentes allí alojados.

Con un presupuesto inicial de 450 millones de dólares, “Alligator Alcatraz” fue montado en apenas tres semanas y comenzó a funcionar el pasado 3 de julio. Se levanta en parte en las instalaciones de un viejo aeropuerto a las que se sumaron tiendas de campaña para alojar a aproximadamente cinco mil detenidos. Se encuentra en medio de humedales y en una zona de muy difícil acceso bajo la custodia del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). Informes periodísticos indican que las personas allí detenidas reciben comida con gusanos, enfrentan pésimas condiciones de alojamiento, soportan temperaturas extremas, el ataque permanente de insectos y están rodeadas de caimanes. El régimen de aislamiento de los prisioneros es total.

El arzobispo católico de Miami, Thomas Wenski, en una entrevista concedida a National Catholic Reporter (NCR), sumó al cuadro descripto una denuncia para advertir que desde la apertura de la cárcel las autoridades se niegan a otorgar permisos para que los sacerdotes católicos y ministros de otros credos brinden asistencia espiritual a las personas detenidas. En su declaración Wenski señaló que “pudieron construir ese lugar en una semana, por eso no se entiende que deban tardar dos o tres semanas en decirle al arzobispo de Miami que su sacerdote puede ir a atender a los detenidos”. Entre los prisioneros se encuentran gran cantidad de latinoamericanos, entre ellos un número significativo de haitianos, presumiblemente católicos y cristianos.

No es este el único conflicto entre los obispos católicos de Estados Unidos y la administración Trump por el tema de la represión a los migrantes. En algunas diócesis del país los obispos llegaron a dispensar a los migrantes de la obligación de asistir a la misa dominical después que agentes del Servicio de Inmigración realizaran redadas y detenciones en los templos.

Ahora el arzobispo Wenski se unió a una organización denominada “Caballeros en bicicleta” que el pasado domingo llegaron pedaleando hasta las puertas del centro de detención para rezar allí el rosario y unirse en oración por las personas recluidas en Everglades. El propio Wenski participó allí de la oración y bendijo a los presentes, incluidos los guardias apostados para impedir que los manifestantes se acercaran hasta las puertas de “Alligator Alcatraz”.

Pero el arzobispo de Miami dijo además que durante la pasada Cuaresma también se le impidió el acceso de los sacerdotes al Centro de Detención de Krome, en Miami, donde habitualmente se realizaban servicios religiosos. Según Wenski las autoridades dijeron entonces que no se permitía el ingreso porque las instalaciones estaban sobre pobladas. “Les respondí que esa no es una razón aceptable” señaló el arzobispo. Y sobre Alligator agregó que los servicios religiosos pueden tener un efecto “tranquilizador” tanto para el personal como para los detenidos, porque “es una confirmación de que no están olvidados, de que no están solos”.

“Es negarles su humanidad”

Dijo Wenski que “negarles esos servicios religiosos es, en muchos sentidos, negarles su humanidad, negarles su dignidad y querer que se sientan totalmente abandonados y solos” y “eso es lo que no deberíamos hacer”. En otro momento el arzobispo manifestó también su preocupación por la ubicación de “Alligator Alcatraz” señalando que el hospital más cercano se encuentra a 64 kilómetros de distancia y advirtiendo las condiciones de alojamiento en tiendas de campaña.

La controversia también se planteó con el gobernador republicano de Florida, Ron DeSantis, quien -según el arzobispo- “no cree que haya un problema con los huracanes en medio de los Everglades”. Al respecto Wenski afirmó que “esperamos que tenga razón, pero ahora mismo no podemos saberlo”.

Advirtió además que el hecho de que el gobierno estatal haya elegido el apodo de “Alcatraz Caimán” para designar la prisión ubicada en el medio de un pantano y lejana de todo centro urbano parecería ser una forma de “burlarse de la miseria y el dolor” de los detenidos y de sus familias.

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Cortesía de Página 12



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