No es de Ferrari ni de Bugatti: Marruecos creó el hipercoche definitivo y su rey guardó las únicas dos unidades existentes

Uno de los hiperdeportivos más exclusivo del mundo no viene de Italia ni de Francia. No lleva un caballo rampante ni una herradura cromada en el cofre. Su emblema es marroquí y su nombre es Laraki Sahara. Sólo existen dos unidades en el planeta, ambas en manos del rey Mohamed VI de Marruecos. Con 1,550 caballos de fuerza, motor V8 de siete litros y un diseño salido de una película de ciencia ficción, este vehículo no está pensado para la carretera, sino para el culto. Para coleccionar, para presumir.

El Laraki Sahara es obra de Abdesslam Laraki, un empresario con experiencia en el diseño de yates y un sueño que nació en 1999: crear el primer superdeportivo africano. Marruecos, que ya fabrica autos de marcas como Renault y Peugeot, tenía el talento, lo que faltaba era una declaración de poder, un símbolo nacional sobre ruedas. Y ese símbolo nació con un rugido de 310 kilómetros por hora, cuesta dos millones de euros y no tiene competencia directa: son piezas únicas, fuera de los catálogos y fuera del mercado.

La historia de Laraki no es nueva, pero su camino ha sido todo menos lineal. En 2002 se presentaron en el Salón de Ginebra con el modelo denominado Fulgura, un prototipo con base de Lamborghini Diablo, interior de Ferrari y corazón de Mercedes-Benz. Era un rompecabezas ensamblado con partes de distintas marcas europeas. El proyecto no despegó, pero plantó la semilla.

Posteriormente vino otro auto, el Borac, menos llamativo pero más auténtico: diseño propio y un enfoque que se alejaba del Frankenstein anterior. Más adelante, el Epidóme hizo ruido con su potente motor que podía generar hasta 1,750 caballos de fuerza y sus nueve unidades producidas. Pero el Sahara era otra cosa, fue algo que nadie esperaba.

Laraki Fulgura.

Aunque el Laraki Sahara no está homologado para circular libremente, su existencia no es simbólica. Es una pieza de ingeniería artesanal, pensada para exhibirse en museos, ferias y garajes de ensueño. Como decíamos, no es un coche para correr, es un coche para contemplar. Su estética afilada y futurista busca provocar. Y su exclusividad es parte del mensaje: Marruecos puede hacer autos que compitan con lo mejor del mundo, incluso si no los pone a la venta.

Marruecos frente a la industria automotriz del futuro

Detrás del escaparate también hay estrategia. Marruecos se está posicionando como un hub clave para la industria automotriz del futuro. No sólo produce coches europeos, también atrae inversión china. Su ubicación entre Europa y África lo convierte en un territorio ideal para ensamblar autos eléctricos sin sufrir los aranceles que enfrentan los fabricantes asiáticos. Y mientras eso ocurre, Laraki sigue diseñando.

Laraki Hiperauto

Laraki Epidóme.

El rey Mohamed VI, que colecciona Ferraris, Rolls-Royce y McLaren, eligió quedarse con las únicas dos unidades del Sahara. Un gesto que no es sólo de poder, sino de identidad. Porque si algo deja claro esta historia es que los sueños más extravagantes también pueden tener pasaporte africano.

Cortesía de Xataka



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