“No he conocido a ningún adolescente que diga: ‘Nos encantan los teléfonos, son buenos para nosotros'”: Jonathan Haidt, autor de “La generación ansiosa”

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  • Autor, Katty Kay
  • Título del autor, Corresponsal especial de la BBC en EE.UU.

El libro “La generación ansiosa”, de Jonathan Haidt, provocó una reflexión global sobre el uso del teléfono móvil en los niños cuando se publicó el año pasado, así que me puse en contacto con él para averiguar si sigue pensando que la niñez está en peligro por pasar demasiado tiempo frente a la pantalla.

Los padres necesitan ayuda. Lo sé por experiencia. Es muy difícil lograr que los niños dejen de mirar pantallas cuando todos sus amigos están pegados a las suyas. Esta adicción exige una acción colectiva.

En los días desde que hablé con Haidt, no he podido sacarme de la cabeza una cosa que me dijo.

“No he conocido a ningún miembro de la generación Z que esté en negación y diga: ‘No, nos encantan los teléfonos, los teléfonos son buenos para nosotros'”, me dijo Haidt. “Todos ven lo que está pasando, pero se sienten atrapados”.

Entonces, ¿ha cambiado algo en el año transcurrido desde la publicación del libro de Haidt? ¿Fue todo el revuelo en torno a los teléfonos móviles solo un momento pasajero de ansiedad colectiva de los padres o produjo el tipo de acción que muchos padres anhelan?

Lo que sigue es un extracto editado de nuestra conversación.

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Jonathan Haidt

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Ha pasado un año desde que salió tu libro y desató una gran conversación. Quería empezar preguntándote en qué punto estamos en los distintos aspectos a los que te refieres en el libro: los teléfonos en la escuela, las restricciones de edad, las redes sociales, conseguir que los niños tengan más tiempo libre para jugar. ¿Quién lo está haciendo bien y quién no en todos estos temas?

Sabía que el libro iba a ser popular. Para lo que no estaba preparado es para que este tema se extendiera como un incendio por todo el mundo, no solo en Estados Unidos. Pero es que, en todo el mundo, la vida familiar se ha convertido en una pelea en torno al tiempo en pantalla. Todo el mundo lo odia. Todo el mundo lo ve.

Diría que en donde impactó más rápidamente el libro fue en las escuelas sin teléfonos, porque eso es algo que se hace muy fácilmente. Es muy difícil enseñar en un salón de clases cuando la mitad de los alumnos están viendo videos cortos y jugando a videojuegos. Los profesores detestan los teléfonos desde el principio, pero, sobre todo en Estados Unidos, hay muchos padres que quieren poder comunicarse todo el tiempo con sus hijos y creen que tienen derecho a estar pendientes de ellos.

Niños viendo sus teléfonos en la escuela

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Es una paradoja, entonces, porque por un lado los padres están muy preocupados por lo que los teléfonos les están haciendo a sus hijos, pero tampoco quieren que sus hijos dejen de usar sus teléfonos cuando van a la escuela.

Muchos padres veían el teléfono como un salvavidas ante un mundo que ven como algo muy amenazante y peligroso. Al principio, pensaba que la sobreprotección de los padres era algo muy propio de Estados Unidos, donde hay mucho más crimen que en Europa o Canadá.

Pero lo sorprendente para mí, que llevo tiempo estudiando esto, es que la sobreprotección de los padres se extendió por todos los países de habla inglesa al mismo tiempo, durante los años 90. Y ahora todos están tomando medidas muy rápidamente. Yo diría que Reino Unido y Australia van a la vanguardia en cuanto a la aprobación de leyes al respecto.

¿Es demasiado pronto para ver cuál es el impacto en las escuelas que prohíben los teléfonos? ¿Tenemos datos al respecto o solo suponemos que les va a ir mejor?

Tenemos informes de escuelas que son realmente libres de teléfonos, donde los niños entregan los teléfonos por la mañana y se los devuelven por la tarde, y son muy favorables.

Lo que más muestran es que los problemas de disciplina disminuyen. Hay muchas menos peleas, muchos menos dramas. La escuela es mucho más divertida cuando realmente puedes hablar con tus amigos, jugar con ellos y reírte con ellos, así que el ausentismo escolar disminuye, las llegadas tarde disminuyen, los niños llegan a tiempo.

Y lo más emocionante para mí, y lo más universal que dicen estos informes, es que se vuelven a oír risas en los pasillos. Es decir, los informes son todos muy positivos, a pesar de que suele haber cierta resistencia en la primera o segunda semana.

Jonathan Haidt y Katty Kay

¿De quién es la resistencia?

A algunos niños no les gusta y a algunos padres tampoco. Pero he hablado con cientos y cientos de directores de escuelas, y lo que me dicen es que esperaban un gran rechazo por parte de los padres y en realidad no lo hubo. El espíritu de la época ha cambiado.

En realidad, el cambio venía desde antes de que saliera mi libro. En Reino Unido ya había escuelas sin teléfonos inteligentes que se hicieron virales en febrero del año pasado, y mi libro no salió hasta marzo. El ambiente ahora es diferente y las escuelas están preparadas para actuar.

Quiero volver a lo que dijiste sobre la década de los 90 y cómo se convirtió en una época de miedo.

Según mi investigación, algo más sucedió en los años 80 y 90, que fue una especie de expansión de lo que consideramos un buen padre y, más específicamente, una buena madre, ¿verdad? Entonces, las mujeres asumieron trabajos de tiempo completo y aún así hacían la abrumadora mayoría de las tareas del hogar. Las mujeres de hoy en día hacen tantas tareas domésticas como sus bisabuelas a principios del siglo XX.

Pero no es solo eso. Es que la sociedad de alguna manera nos consideraba malos padres si no pasábamos una enorme cantidad de tiempo con nuestros hijos, si no pasábamos los fines de semana agotados llevándolos a eventos. Y sobre todo si eras una madre trabajadora, te sentías muy culpable.

Creo que las pantallas, y lo he visto con mis propios hijos, se convirtieron en una especie de alivio para los padres, y para las madres en particular, a quienes la sociedad les exigía cosas imposibles.

Tengo un gráfico en el libro que muestra que la cantidad de tiempo que las madres y los padres dedicaban a la crianza de los hijos se mantuvo bastante estable en los años 80 e incluso en los 90. Y de repente, a mediados de los 90, al menos en Estados Unidos, se disparó. Algo cambió en los 90. Y es la norma de la que estás hablando. Las mujeres de hoy tienen menos hijos que sus abuelas, trabajan fuera de casa, algo que sus abuelas no hacían, y pasan más tiempo con los niños.

Ahora bien, ¿por qué ocurrió esto? La mejor respuesta la da un libro realmente maravilloso titulado Paranoid Parenting, de Frank Furedi, un sociólogo británico que se centra en Reino Unido, aunque señala que en Estados Unidos y Canadá sucedieron las mismas cosas. Lo que pasó, dice él, es que perdimos la confianza en los demás. Y cuando eso ocurre, no confiamos en nuestro vecindario. No confiamos en la gente para dejar salir a nuestros hijos.

Siempre criar a los hijos había sido una especie de proyecto conjunto. Cuando se pierde eso, ahora cada familia está sola. Y eso significa que son más que todo las madres las que están solas.

Mujer con niños

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¿Y tenemos que abordar todas esas cuestiones antes de poder realmente desenganchar a nuestros hijos de esta adicción a las pantallas?

Tenemos que entender primero esas cuestiones si queremos comprender plenamente lo que ha sucedido históricamente. Pero no diría que tenemos que abordar esas cuestiones primero, porque, francamente, no lo vamos a hacer. Me refiero a revertir el declive de la comunidad. Yo voy a todo tipo de reuniones sobre el tema, hay todo tipo de fundaciones, pero mira, la tecnología cambia la sociedad.

No vamos a recuperar la confianza en nuestros vecinos como para dejar salir a nuestros hijos. Eso no va a suceder. De hecho, es probable que empeore mucho a medida que entremos en la era de la inteligencia artificial, cuando no tengamos ni idea de lo que es verdad. No volveremos a saber qué es verdad en mucho tiempo. Así que, más bien, nos tenemos que adaptar a esto. Y creo que la forma en que nos adaptamos a esta avalancha de tecnología es diciendo: “Vale, ¿sabes qué? Los niños no son adultos”.

Tenemos que centrarnos en lo que haga falta para que los niños tengan un desarrollo cerebral saludable durante la pubertad. Esa es mi misión. Tenemos que darles a los niños mucho menos tiempo de pantallas. Mucho menos tiempo fragmentado. Nada de TikTok. Nada de videos cortos. Eso es lo peor. Y darles muchas más experiencias de interacción con la gente.

Adolescentes bailando

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¿Qué les dices a las familias en las que ambos padres tienen que tener varios empleos y para quienes la invención del contenido en pantalla que ocupa a sus hijos pequeños es, literalmente, un salvavidas?

En los 90, cuando todos éramos optimistas de la tecnología, Internet era increíble. Los inicios de Internet eran increíbles. Y los niños ricos tenían computadores y acceso a Internet y los niños pobres no. Entonces, en los 90, tuvimos una búsqueda muy importante de la igualdad educativa. Bill Gates y todo tipo de filántropos donaron cientos de millones de dólares con la idea de “vamos a conseguir un computador para cada niño”.

A principios de la década de 2000, todos seguíamos siendo optimistas de la tecnología y pensábamos: “Bueno, no confío en que mi hijo camine tres manzanas hasta una tienda, pero está en un computador. ¿Qué puede pasar? Está aprendiendo”. Creíamos que era bueno que nuestros hijos estuvieran en un computador. Por supuesto, esta es una de las ideas centrales de la serie de Netflix “Adolescencia”, que los padres piensan que sus hijos están seguros cuando están en un computador. Y en los 90, la mayoría lo estaban. También había cosas malas, pero la mayoría lo estaban.

Pero una vez que Internet queda en manos de tres o cuatro grandes empresas (TikTok, Snap, Meta y Google), una vez que la infancia pasa a ser propiedad de estas empresas que utilizan algoritmos para enviarles contenido y mantenerlos enganchados, es cuando las cosas se ponen mucho más oscuras.

Los niños que están ahora en sus computadores no están aprendiendo a programar. No están aprendiendo ninguna habilidad útil. Básicamente, están ahí tirados consumiendo contenido. Y aquí es cuando se vuelve realmente enfermizo y oscuro.

[Nota editorial: TikTok le dijo a la corresponsal de la BBC Marianna Spring que cuenta con configuraciones de seguridad “líderes en la industria” para adolescentes, y Meta cita sus propias herramientas para “experiencias positivas y apropiadas para la edad”].

Pero no nos damos cuenta de eso. Y lo que ocurre ahora es que el problema de la igualdad educativa se ha invertido. Antes se trataba de “conseguir computadores para los niños pobres”. Pero desde la década de 2000 estaba claro que los ricos, y especialmente la gente de Silicon Valley, no dejaban que sus hijos tuvieran estas cosas. Así que ahora el gran imperativo de la igualdad educativa es que tenemos que dar a los niños pobres las mismas protecciones que tienen los niños ricos. Tenemos que conseguir que pasen menos tiempo frente a las pantallas. Es literalmente una trituradora para al cerebro.

Mucho de lo que escribes y la forma en que lo escribes está dirigido a adultos. Si fueras a las escuelas y hablaras con niños de secundaria, ¿cuál sería el argumento más eficaz que podrías darles?

Estamos creando una versión de “La generación ansiosa” para niños de 8 a 12 años, para niños que aún no tienen un teléfono. Y lo principal que queremos transmitirles es que hay empresas que van a intentar engancharlos. Y han enganchado a la mayoría de los niños. Si miras a los niños mayores que tú, no se divierten. Están solos, están tristes. Se han dejado arrastrar a solo ser consumidores de contenidos, eso es todo lo que hacen.

¿Quieres tener una vida increíble y emocionante? ¿Quieres hacer cosas? ¿Quieres divertirte con tus amigos? No sigas ese camino. No dejes que estas empresas te engañen y te atrapen. Una de las ideas clave de “La generación ansiosa” es que este no es un libro sobre pantallas, es un libro sobre la infancia. ¿Qué tipo de infancia queremos para nuestros hijos?

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Cortesía de BBC Noticias



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