En este artículo, me gustaría reflexionar acerca de cómo las redes sociales viralizan y encumbran mensajes y perfiles que distan mucho de responder a la palabra de experto o experta en un tema o área determinada.
En el ámbito educativo, estos mensajes pueden resultar incluso peligrosos porque implican al alumnado: niños, niñas y adolescente. Hablar de cuestiones referidas a la atención a la diversidad, de teorías, de cómo intervenir en un aula u ofrecer consejos, puede resultar más perjudicial que beneficioso si no se conoce el tema en concreto, si se habla de oídas o solo por lo visto en un canal de YouTube. Sin embargo, si se escogen las fuentes adecuadas, las redes sociales pueden ser grandes aliadas para desarrollar nuestro aprendizaje informal. Yo lo defenderé a capa y espada.
Pero este aprendizaje no nos hace expertos y expertas, nos permite, simplemente, saber más sobre un tema para nuestro enriquecimiento personal y profesional. En ese sentido, podemos encontrar cuentas desde las que se divulga a partir de la divulgación de otras personas, sin un conocimiento profundo de los temas tratados, como un teléfono escacharrado en el que el mensaje final dista mucho del inicial, perdiéndose rigor y profundidad en el contenido, importando únicamente la forma.
No podemos negarlo, hay temas que están de moda y mucha gente aprovecha para subirse al carro. Un carro que implica visibilidad, likes, followers y, en muchas ocasiones, que nos llamen para charlas, congresos o cursos. Todo muy atractivo desde diferentes puntos de vista.
Continuando con el ejemplo de la atención a la diversidad, se trata de un tema que suele atraer muchas miradas porque hay gente que necesita respuestas. Hay familias que buscan soluciones que no les llegan por otras vías. Y encuentran información y apoyo en las redes. Y eso es fabuloso. Las redes pueden ser una magnífica vía de aprendizaje y de acompañamiento, pero considero preciso distinguir entre tres tipos principales de perfiles divulgativos, complementarios entre sí y no excluyentes. Seguro que podríamos añadir otros, o hacer otra diferenciación, pero vamos a quedarnos con esta distinción para el artículo.
La divulgación en primera persona, la divulgación profesional y la divulgación desde la investigación
Una cosa es hablar como familia o hablar en primera persona de un tema, otra es hablar como profesional, con años de experiencia (habría que pensar cuántos años nos convierten en profesionales), y otra cosa muy diferente es hablar como investigador o investigadora. Ejemplos de estos tipos de divulgación podrían ser, por un lado, alguien que nos habla en primera persona de una enfermedad, por otro lado, un médico divulgando desde su experiencia en consulta con pacientes con esa misma enfermedad y, por último, una investigadora que se encuentra en un laboratorio estudiando posibles curas para la misma.
¿Son las tres perspectivas válidas y necesarias? Por supuesto. ¿Pueden hablar las tres personas del mismo modo de esa enfermedad? No lo creo. ¿Deben escucharse unas a otras para tener una visión más global? Sin duda. Por eso es necesario que los tres perfiles estén en redes y hagan divulgación.
En el contexto educativo, podemos añadir el ejemplo del proyecto multiplataforma de las #CharlasEducativas, que dirijo desde hace unos años. Los tres tipos de divulgación están presentes. Hemos escuchado testimonios en primera persona, a familias, a investigadores e investigadoras y a profesionales de distintas áreas. Es muy de agradecer la generosidad con la han venido a divulgar, de manera completamente altruista. Muchas personas nos han hablado sobre experiencias nada fáciles de verbalizar; unas charlas indispensables para aprender, para empatizar y para conocer otras realidades.
En X o en BlueSky, hashtags como #SoyAutista o #ClaustroVirtual sirven para compartir vivencias, materiales, recursos, artículos o noticias, así como para pedir ayuda y para concienciar. Sin olvidar, por supuesto, que todos estos hashtags constituyen espacios de afinidad, comunidades virtuales en las que las personas encuentran comprensión y apoyo entre iguales.
¿De quién es la responsabilidad en la divulgación?
Existen perfiles que nos ofrecen soluciones fáciles a preguntas complejas en un solo tuit, en una infografía, en un hilo, en un short o en un reel. Ojalá los problemas se resolviesen de una manera tan sencilla. Pero ya sabemos que no es así. Es normal que busquemos la respuesta más rápida, la que necesitamos para seguir adelante. Pero, como todo en la vida, la opción más fácil no suele ser la correcta.
Y esto también pasa en las redes sociales. Ni por ser más guapo, más guapa, ni por tener más seguidores o más patrocinadores seremos expertos o expertas en nada. Disfrutemos de las redes. Sigamos aprendiendo en redes sociales. Pero no nos dejemos engañar por el clickbait.
De todo esto debemos ser conscientes las personas que compartimos, las que divulgamos, pero también las que consumimos ese contenido. Pedimos a los más pequeños que desarrollen una actitud crítica en relación con la información que se pueden encontrar en redes sociales. ¿Y la nuestra? ¿Un perfil que tenga muchos seguidores ya lleva implícito la veracidad de lo que comparte? ¿Tenemos en cuenta qué tipo de información se está compartiendo, quién la comparte y cuál es la fuente? ¿Debemos compartir todo lo que se nos ponga por delante?
Creo que debería existir un compromiso, por todas las partes, para lograr una divulgación responsable, diferenciando la divulgación que parte de vivencias personales, la divulgación que deriva de la experiencia profesional, y, por último, la divulgación científica y académica, proveniente de la investigación.
¿Es una divulgación más importante que otra?
No, en absoluto, una divulgación no es más importante que la otra. Tanto las experiencias personales como las profesionales y las investigativas son de un valor incalculable. Debemos estar muy agradecidos y agradecidas a todas aquellas personas que deciden divulgar, aun a pesar de las dificultades y el hate que pueden encontrarse en el camino. Todas estas formas de divulgación deben convivir, combinarse y nutrirse unas de otras. Además, por supuesto, existen ocasiones en que se funden en una sola y el resultado es una maravilla. Sin embargo, lo que no se debe hacer es confundirlas, porque eso puede ser peligroso, temerario e imprudente.
Hagamos una divulgación ética y responsable.
Dejamos pendiente para otra ocasión definir la palabra experto y la palabra divulgación, ya que, probablemente, no haya consenso en ello: ¿A quién podemos considerar experto? ¿A qué nos referimos cuando hablamos de divulgar?
Cortesía de Muy Interesante
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