¿Número desconocido de EU o Canadá?; cómo funciona la nueva estafa telefónica


En las últimas semanas se ha reportado un nuevo modus operandi dirigido a usuarios nacionales que parte de llamadas provenientes del extranjero (principalmente desde Estados Unidos y Canadá) y combina mensajes pregrabados, técnicas de ingeniería social y pagos mínimos para ganarse la confianza de las víctimas con fines de fraude.

El primer contacto suele ser una llamada telefónica automatizada. Aunque lo más prudente es no contestar, si respondes escucharás una grabación cuyo guion varía, pero que generalmente afirma haber consultado tu currículum y te pide que añadas el número a WhatsApp. Al agregarlo, la conversación se orienta a que elijas una “película”; esa elección, en realidad, no tiene relación alguna con una oferta laboral.

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Según el periodista Ignacio G. Villaseñor, esa maniobra sirve para captar la atención y desplazar la comunicación a plataformas que los estafadores controlan con mayor facilidad. El objetivo es finalmente trasladarte a Telegram, donde pueden compartir enlaces y solicitar capturas con menos supervisión que en otras aplicaciones más reguladas.

Una vez en Telegram, te envían un enlace a un supuesto producto en Mercado Libre y te piden que navegues unos segundos y les envíes una captura de pantalla. Después solicitan datos bancarios y realizan un pago simbólico (por ejemplo, 50 pesos) como demostración de “legitimidad”. Ese abono pequeño cumple una doble función: aparenta ser verídico y condiciona al usuario a seguir completando tareas.

Tras una sucesión de instrucciones y comprobantes (capturas de Mercado Libre), los estafadores hacen creer que estás generando ganancias. Aunque inicialmente retribuyen montos mínimos para afianzar la confianza, no existe intención real de mantener esos pagos. En cambio, te integran a un grupo donde se te promete acceso a comisiones mayores.

La etapa final del fraude consiste en solicitar una inversión para “liberar” proyectos con supuestos altos rendimientos (por ejemplo, pagar 20 mil pesos con la promesa de recibir 28 mil); en la práctica, ese dinero nunca regresa y la víctima pierde el capital aportado. Para sostener la farsa emplean dos recursos: la creación de identidades atractivas generadas con inteligencia artificial, que ayudan a ganarse la confianza, y la automatización de mensajes y movimientos, lo que les permite escalar la operación y gestionar miles de casos sin depender de muchos operadores humanos.

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Además, la investigación de Villaseñor encontró vínculos con cuentas relacionadas con bancos mexicanos, lo que abre la posibilidad de suplantación de identidad o (en el peor de los escenarios) la implicación de redes o personal dentro de instituciones financieras, siendo esta segunda hipótesis la que, según el periodista, resulta “mucho más probable”.

Con información de SUN

BB

Cortesía de El Informador



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