Oscar 2026: Por qué Valor sentimental va a dar la gran sorpresa

Cuando nos preguntamos por qué nos gusta tanto el cine, películas como Valor sentimental podrían resumir la respuesta. Porque su trama nos lleva de la mano por más de dos horas que ni se sienten, y eso que se siente mucho desde este lado de la pantalla con el filme de Joachim Trier, que seguramente va a ser candidato al Oscar.

Y no solamente al Oscar a la mejor película internacional, a la del premio principal de Hollywood va a aspirar esta nueva realización del director de La peor persona del mundo, también premiada en el Festival de Cannes.

Nacido en Dinamarca, afincado en Noruega, Trier ha construido su corta -no pequeña- trayectoria con historias humanistas, en las que las emociones van surgiendo in crescendo, pero con delicadeza.

La historia se centra en la relación entre dos hermanas y su padre. Un padre un tanto ausente, un cineasta que se alejó de la casa por la que pasaron varias generaciones de los Borg. Y allí, en esa casi mansión Gustav (Stellan Skarsgård) quiere rodar la película que marque su regreso al cine. Está grande ya. Y desea que su hija mayor, Nora (Renate Reinsve), que es actriz más que nada de teatro, sea la protagonista.

La muerte de la madre de las hermanas, y ex esposa de Gustav, es lo que reúne a los tres. La casa podría ponerse en venta.

Los resquemores, lo no dicho, las distancias, los comentarios que pueden parecer desdeñosos o hirientes y la falta de afecto mutuo durante tantos años repercute en cada acción, también en cada gesto y cada mirada de Gustav, de Nora (¿llamada así tal vez por el personaje de Casa de muñecas, ícono feminista por su lucha por la independencia?) y de Agnes (Inga Ibsdotter Lilleaas). Más aún cuando Nora, que sufre de un repentino pánico escénico ni bien abre la película, rechaza de plano la oferta del carismático Gustav.

Y allí entra el personaje de Elle Fanning, que interpreta a una joven actriz claramente hollywoodense, que Gustav quiere contratar para que protagonice la película en lugar de Nora.

“No puedo trabajar con él”, le dice Nora a Rachel, que la reemplazaría. “¿Por qué?” “Porque realmente no podemos hablar”.

¿No pueden, no quieren, no lo desean?

Valor sentimental coquetea con su título con esa casona, esa morada que tiene una importancia primordial, y también con lo que está en juego entre el padre y sus hijas. Pero que sin las experiencias vividas entre esas cuatro paredes no se contarían ni valores ni sentimientos.

La película es un drama familiar que poco a poco nos va como absorbiendo, que parece por la superficie tratar los temas con ligereza, pero que cala, llega a lo profundo no más transcurre media hora del relato.

También es de esas películas de las que no hace falta, o no conviene contar demasiado, para que el lector luego convertido en espectador se deje llevar y se sorprenda en la butaca, reconociéndose en distintos personajes.

Porque seguramente todos tenemos algo de cada uno de los integrantes de esta familia.

Las actuaciones -todas- son para el elogio. Es cierto que a cada uno de los cuatro intérpretes nombrados el director y coguionista les ha dado “el” momento para su lucimiento. Nada parece forzado, todo es fluido hasta un desenlace tierno y conmovedor.

De esos que nos hacen sentir bien, pese a lo que veamos en la pantalla, a la hora de ir al cine.

Drama. Noruega, 2025. Título original: “Affeksjonsverdi”. 133’, SAM 13. De: Joachim Trier. Con: Renate Reinsve, Stellan Skarsgård, Inga Ibsdotter Lilleaas, Elle Fanning. Salas: Cinemark Palermo, Hoyts Absto, Dot y Unicenter, Cinépolis Recoleta, Pilar y Avellaneda, Showcase Belgrano y Norcenter.

Cortesía de Clarín



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