Durante décadas, Ozzy Osbourne ha sido símbolo de excesos, caos y supervivencia en el mundo del rock. Su longevidad a pesar de una vida plagada de consumo de drogas y alcohol ha desconcertado tanto a sus seguidores como a la ciencia. Ahora, una explicación genética podría arrojar luz sobre su sorprendente resistencia.
El investigador Bill Sullivan, profesor de genética en la Universidad de Indiana, sostiene que Osbourne es, literalmente, un “mutante genético”. Así lo afirma en su libro Pleased to Meet Me: Genes, Germs and the Curious Forces that Make Us Who We Are, donde analiza cómo los genes, los microbios y otros factores moldean nuestra personalidad y comportamiento.
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Para fundamentar su declaración, Sullivan se apoyó en un análisis del ADN del vocalista de Black Sabbath realizado en 2010 por una empresa de Massachusetts. El objetivo del estudio fue descifrar cómo era posible que Osbourne, con más de 70 años, siguiera vivo después de haber abusado intensamente de múltiples sustancias.
El resultado arrojó que Ozzy presenta mutaciones genéticas que podrían explicar su capacidad de resistir niveles tóxicos de drogas y alcohol. “Ozzy es, de hecho, un mutante genético”, concluye Sullivan en su libro, al interpretar los resultados del genoma del músico.
La información genética del llamado “Príncipe de las Tinieblas” reveló no solo una tolerancia superior al abuso de sustancias, sino también predisposición a desarrollar adicciones, lo que explicaría por qué fue tan vulnerable al consumo durante décadas. En 1995, Osbourne confesó haber sido adicto a la cocaína, morfina, LSD, jarabe para la tos, pastillas para dormir y un largo etcétera.
Según Sullivan, este hallazgo no solo sirve para entender la biología detrás del caso de Ozzy, sino también para replantear nuestra concepción del libre albedrío. “Después de todos estos años de pensar que éramos agentes libres, nos hemos dado cuenta de que la mayor parte de nuestro comportamiento, si no todo, no es de nuestra propia voluntad”, afirma. Para él, las variaciones genéticas son determinantes en las decisiones que tomamos, incluso aquellas que creemos voluntarias.
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El fenómeno Osbourne va más allá del laboratorio. Apenas unas semanas antes de su fallecimiento, el rockero protagonizó una campaña publicitaria que volvió a poner su ADN en el centro de la conversación. En alianza con la marca de bebidas Liquid Death, lanzó una edición limitada de 10 latas vacías de té helado que él mismo había bebido, aplastado, firmado… y que contenían rastros de su saliva. Cada una fue vendida en 450 dólares bajo la etiqueta Infinitely Recyclable Ozzy.
El concepto era tan excéntrico como el propio cantante. En el comercial, Osbourne decía a cámara: “¡Clónenme, bastardos!”, sugiriendo con ironía que, en un futuro legalmente permisible, cualquiera podría tener su propio Ozzy Osbourne en casa. La idea era un guiño a su reputación de inmortal del rock, potenciada ahora con una base científica.
Uno de los compradores más entusiastas fue Travis Barker, baterista de Blink-182, quien presumió su lata en redes sociales acompañado de emojis que dejaban claro que entendía, celebraba y compartía el humor macabro de la campaña.

NA
Cortesía de El Informador
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