El 28 de febrero de 2020 se confirmó el primer caso importado de COVID-19 en México. Se trató de un hombre de 35 años residente de la Ciudad de México que días antes había viajado a Italia. Desde entonces, el Gobierno federal declaró la emergencia sanitaria en el país, que trajo consigo duras restricciones que cambiaron la forma de trabajar, estudiar y de relacionarse con los demás. Más de tres años duró el confinamiento, hasta que en mayo de 2023 se dio por concluida la pandemia, pero algunos de los cambios que generó se han mantenido hasta la fecha, más de cinco años después de que se detectara al primer paciente contagiado.
El origen del COVID-19, también conocido como virus SARS-CoV-2, se remonta a diciembre de 2019, en el mercado mayorista de mariscos de Wuhan, China, donde se detectaron los primeros casos. Aunque en un inicio se pensó que el brote se había originado por consumir carne de murciélago infectada, lo que derivó en xenofobia, ataques y racismo en contra de ciudadanos chinos en otros países, en realidad se trata de una enfermedad infecciosa endémica de esta región de Asia. Produce síntomas como fiebre, tos, dificultad para respirar, fatiga y dolor muscular, pero en casos más graves puede ocasionar neumonía, síndrome de dificultad respiratoria aguda, sepsis y choque circulatorio.
Luego de su detección, el virus se propagó rápidamente por el resto del mundo. El 13 de enero de 2020 se confirmó el primer caso de COVID-19 fuera de China. Una mujer de 61 años, ciudadana de este país, fue detectada en Tailandia, acompañada de cinco personas. Una semana después, la enfermedad llegó a Corea del Sur, pero se advertía que el virus podría haber estado circulando en Europa desde los últimos días de diciembre, al mismo tiempo que se detectó el primer brote en Wuhan. Ante ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) decretó la existencia de un riesgo de salud pública de interés internacional.
En México, los contagios crecieron de forma exponencial. Para el 8 de marzo de 2020, cuatro días antes de que la OMS decretara pandemia por el virus, en el país se contabilizaban 45 casos. Entonces, el Gobierno federal, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, ordenó el confinamiento en casa, con lo que los trabajadores dejaron de acudir a sus puestos de empleo, los estudiantes a las escuelas y las ciudades quedaron vacías. En las universidades se prometió que el encierro sería por dos semanas y se podría volver a las aulas, sin embargo, los estudiantes no regresaron de forma 100% presencial sino hasta tres años después.
En julio de 2020 se alcanzó el pico de casos: 50 mil 200 y más de cinco mil muertes. A finales de aquel año y principios de 2021 se detectó la “variante mexicana”, que solo afectaba al país y que tenía una mortalidad de alrededor del 20%. Además, las defunciones escalaron hasta nueve mil 900 en enero de ese año. Si bien al principio la población respetó las medidas de confinamiento, luego de tres meses la situación era insostenible debido a la necesidad de trabajar y llevar ingresos al hogar, reconoció la jefa de subdivisión de Investigación Clínica de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Rosa María Wong Chew, para la Gaceta UNAM.
Luego de mil 221 días, la OMS decretó que el coronavirus ya no constituía una emergencia sanitaria, con lo que México puso fin a la pandemia. En total se registraron 765 millones de casos y alrededor de 20 millones de fallecimientos en todo el mundo. En el país, hasta mayo de 2023, se habían reportado más de 330 mil víctimas mortales y más de siete millones de casos confirmados. Así, se dio fin a uno de los periodos más trágicos en la historia de la humanidad, pero dejó como legado la cooperación entre países, farmacéuticas e investigadores, así como los avances tecnológicos para que empresas, escuelas, universidades y gobiernos se mantuvieran a flote.
Algunos de los aspectos más característicos son la posibilidad de hacer home office, que a la fecha se mantiene en distintas organizaciones; las clases en línea o en un modelo híbrido, que aumentaron a raíz del confinamiento, y la necesidad de seguir contando con tecnología de vanguardia como medida de prevención. Todo ello llegó para cambiar la forma en la que vamos a la escuela, al trabajo o la manera de relacionarnos en sociedad, pero también se quedó para recordar la facilidad con que la vida cotidiana puede llegar a cambiar, y cómo la humanidad sobrevivió a una de las peores enfermedades en su historia.

Así se vivió la pandemia en Jalisco
El Gobierno del Estado emitió un comunicado el 14 de marzo de 2020 en el que se informó que se habían detectado los dos primeros casos confirmados de coronavirus: dos mujeres quienes habían estado de viaje en Europa y residían en el Área Metropolitana de Guadalajara. Entonces, seis días después, el gobernador decretó un confinamiento por cinco días, pero no fue suficiente. En mayo de aquel año se dio paso a la fase 0, una medida de encierro que buscaba revitalizar la economía gradualmente. Guadalajara quedó vacía y en sus entrañas no había más movimiento que el estrictamente necesario.
La entidad se mantuvo en un silencio atroz, sin la vivacidad que la caracteriza. Para enero de 2021, en Jalisco se contabilizaban más de seis mil muertes por la enfermedad. Ante la emergencia que tomó al mundo por sorpresa, investigadores, académicos, farmacéuticas y países trabajaron de la mano como nunca antes lo habían hecho, uno de los aprendizajes que dejó la pandemia, y comenzaron a compartir información, conocimiento y medidas para combatir la propagación por todo el globo. Por primera vez en la historia de la humanidad se logró crear una vacuna en tiempo récord: 10 meses. Pfizer fue la primera de ellas, y después le siguieron Moderna, AstraZeneca, Sinovac, Gamaleya, entre otras. Así, en enero de 2021 comenzaron las jornadas de vacunación masiva de la población mundial.
Pese a la vacunación, en México, con la llegada de la variante delta, los casos y las defunciones se mantenían en cifras altas. En diciembre de aquel año se registraron 407 mil contagios, mientras que en Jalisco se contaban más de 16 mil muertes. Aún así, la vida poco a poco regresaba a la normalidad. Los bares, restaurantes y centros nocturnos contaban con aforo limitado, pero ya permitían el ingreso de más personas, especialmente las que ya habían sido vacunadas. El transporte público comenzaba a llenarse de nueva cuenta y las calles lucían más vivas. En febrero de 2022, la Universidad de Guadalajara regresó a clases presenciales, pero con cubrebocas obligatorio, medida que replicaron las distintas instituciones de educación superior de la entidad. A lo largo de aquel año se relajaron las medidas restrictivas, las salidas eran cada vez más recurrentes y la economía, luego de años de contracción, comenzaba a mostrar mejoras. La contaminación también regresó luego de meses de aire limpio, con lo que la cotidianidad finalmente comenzaba a asomarse.
Cortesía de El Informador
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