
El Papa León dijo el sábado en una audiencia en el Vaticano a un grupo de destacados actores y cineastas de Hollywood que las salas de cine luchan por sobrevivir y que hay que hacer más para protegerlas y preservar la experiencia compartida de ver películas.
Cate Blanchett, Monica Bellucci, Chris Pine y director ganador de un Oscar Spike Lee fueron algunos de los asistentes.
León, el primer Papa estadounidense, dijo que el cine es un “taller de esperanza” vital en un momento de incertidumbre global y sobrecarga digital.
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“Los cines están experimentando un preocupante declive, y muchos de ellos están desapareciendo de las ciudades y los barrios”, afirmó.
“No son pocos los que afirman que el arte del cine y la experiencia cinematográfica están en peligro. Insto a las instituciones a no rendirse, sino a cooperar para afirmar el valor social y cultural de esta actividad.”
Los ingresos de taquilla en muchos países siguen estando muy por debajo de los niveles registrados antes de la pandemia de Covid-19, y los multicines de Estados Unidos y Canadá acaban de sufrir su peor verano desde 1981, sin contar el cierre por Covid.
León afirmó que el cine, que este año celebra su 130 aniversario, ha pasado de ser un juego de luces y sombras a una forma capaz de revelar las cuestiones más profundas de la humanidad.
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“El cine no es sólo imágenes en movimiento, sino que pone en marcha la esperanza”, dijo, añadiendo que entrar en una sala de cine era “como cruzar un umbral” en el que la imaginación se amplía e incluso el dolor puede encontrar un nuevo significado.
Una cultura moldeada por constantes estímulos digitales corre el riesgo de reducir las historias a lo que los algoritmos predicen que tendrá éxito, afirmó.
“La lógica de los algoritmos tiende a repetir lo que funciona, pero el arte abre lo que es posible”, dijo, instando a los cineastas a defender “la lentitud, el silencio y la diferencia” cuando están al servicio de la historia.
El Papa también animó a los artistas a enfrentarse con honestidad a la violencia, la guerra, la pobreza y la soledad, afirmando que el buen cine “no explota el dolor; lo reconoce y lo explora”.
Elogió no sólo a los directores y actores, sino también a los numerosos trabajadores que trabajan entre bastidores para hacer posible el cine, y calificó la producción cinematográfica de “empresa colectiva en la que nadie es autosuficiente”.
Cortesía de El Economista
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