
Los presupuestos son la billetera de las políticas de un régimen y el Paquete Económico presentado al Congreso no sólo deja ver los efectos del populismo mexicano, sino cierta influencia por las políticas de Donald Trump.
Durante muchos años la búsqueda del equilibrio presupuestal y el control del monto de la deuda pública fue el mantra de los gobiernos mexicanos entre 1995 y 2018.
Todavía con el pretexto de los equilibrios fiscales López Obrador dejó a millones de mexicanos a su suerte en la pandemia y no desbalanceó las finanzas para ayudar a los damnificados económicos del Covid-19.
Simplemente no lo hizo porque preparaba su cierre maestro de gastar a manos llenas con fines electorales en el 2024, y así lo hizo. Heredó un triunfo, pero también un desbalance presupuestal y un descomunal incremento en la deuda pública que hoy sabemos que tendrá que esperar para ser corregido.
Porque ahí entra en acción otro de los dogmas de este régimen, mantener a Pemex como un apéndice poco productivo del Estado, obeso y en fase de rescate con recursos públicos.
Está presupuestado que Petróleos Mexicanos reciba transferencias para paliar sus deudas por 264,000 millones de pesos, esto implica que el próximo será otro año en el que se postergue la corrección fiscal y la disminución del monto de la deuda pública con relación al Producto Interno Bruto.
Si estas transferencias no mejoran rápidamente el perfil de la deuda de Pemex, en pocos años el incremento exponencial de los requerimientos para los programas asistencialistas darán forma a una bomba fiscal de pronóstico reservado en México.
Por lo pronto, a ese estilo de gobernar de la autollamada Cuarta Transformación que hoy se le nota al Paquete Económico hay que sumar un apartado que tiene todo el toque de la influencia de las políticas arancelarias de Donald Trump.
Si la influencia de las exigencias del gobierno republicano ya se notaba en la nueva forma de conducir los asuntos migratorios y de seguridad, ahora también dejan su huella en las iniciativas económicas presentadas al Congreso.
El tema que parece que llevó la presentación del Paquete hasta casi la media noche de la fecha límite tiene que ver con un cambio en las relaciones comerciales de México con lo que eufemísticamente se ha llamado “países con los que México no tiene acuerdos comerciales”.
Básicamente se trata de una contención de las importaciones de los mercados asiáticos, esencialmente desde China.
Hay un incremento en los ingresos estimados por materia de aranceles de más de 40% con respecto a lo proyectado para este año para pasar de una recaudación de 181,000 millones de pesos a casi 255,000 millones de pesos en el 2026.
El efecto en el ingreso para un gobierno que busca sacar dinero de debajo de las piedras es evidente, pero también no esconde ese guiño a la política arancelaria de Donald Trump, impuesta como condición para mantener la relación comercial con México.
Esto viene de la mano de una eventual Ley Aduanera, que hoy se ubica como un tema central por las evidencias de corrupción.
No hay duda de que el Paquete Económico es un espejo del momento político que vivimos.
Cortesía de El Economista
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