Parálisis en Washington, el precio de la radicalidad

Hoy los mercados amanecen sin poder conocer el comportamiento de las Nóminas No Agrícolas de septiembre pasado. El cierre gubernamental (Shutdown) hace imposible que la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos publique este dato fundamental.

Ese es el dato faltante de hoy, pero mientras se mantenga la parálisis gubernamental no hay ni procesamiento ni publicación de datos tan importantes como ventas minoristas, balanza de pagos, estadísticas inmobiliarias, reportes de inflación o incluso el propio Producto Interno Bruto (PIB).

Y al final, la falta de información para los mercados y, de hecho, para la toma de decisiones de la propia Reserva Federal, es tan solo parte de las graves consecuencias de este momento.

Los daños económicos internos, a todos los niveles entre los agentes económicos, y el golpe a la confianza son parte de los daños que provoca la clase política de ese país, pero con marcada responsabilidad del presidente Donald Trump.

La Casa Blanca puede decir que esos son temas del Congreso y por supuesto que responsabilizan a los demócratas del parón gubernamental, pero en realidad, quien ha llevado a este grado de radicalidad la vida política estadounidense es Donald Trump.

Es como en México, cuando desde el más alto nivel de la autollamada Cuarta Transformación se ha manipulado a las instituciones para construir una mayoría legislativa ilegítima que después logra desarticular la autonomía del Poder Judicial que ahora se apresta a avalar una ley que plantea la retroactividad, como la Ley de Amparo, que viola la Constitución, y que después lo niegan todo.

Mientras más tiempo se mantenga el shutdown en Estados Unidos, peores son las consecuencias.

Dicen desde diferentes instancias gubernamentales en Estados Unidos que realmente no hay problema porque la suspensión es en actividades no esenciales.

Lo cierto es que los burócratas que se ven obligados a trabajar lo hacen sin cobrar.

Por ejemplo, los controladores aéreos, los agentes de seguridad o incluso hasta los militares trabajan sin remuneración, lo que genera malestar y una clara baja en la moral.

Mientras que otros servicios considerados como no esenciales en materia de salud pública o asistencia alimentaria están suspendidos.

De acuerdo con Morgan Stanley y IHS Global, el costo para la economía estadounidense podría rondar los 300 millones de dólares por día, mientras que Nationwide calcula una afectación de 0.2 puntos porcentuales del PIB por cada semana de cierre.

Y aunque hay el argumento de que el daño es temporal, porque los empleados detenidos cobrarán de manera retroactiva, lo cierto es que hay daños al consumo, las empresas privadas con contratos públicos no recuperan los servicios no prestados y hay retrasos operativos y regulatorios por la falta de actividad gubernamental.

Este cierre gubernamental es, al final, una muestra de inestabilidad en la gobernanza de la principal economía del mundo. Esto afecta la confianza de los inversionistas y de las agencias calificadoras que podrían seguir con sus rebajas en las notas crediticias, con el consecuente costo para la economía global.

Suspenden servicios no esenciales en materia de salud pública o asistencia alimentaria.

Cortesía de El Economista



Dejanos un comentario: