
La próxima supercomputadora mexicana no solo servirá para modelar el clima o procesar datos del SAT, también será una herramienta para encontrar nuevos yacimientos petroleros. Pemex se perfila como uno de los usuarios estratégicos de esta infraestructura de cómputo de alto rendimiento que el gobierno federal prepara junto con el Barcelona Supercomputing Centre (BSC).
En entrevista, Jorge Luis Pérez Hernández, titular de la Unidad de Coordinación Nacional de Infraestructura Digital de la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones (ATDT), aseguró que la petrolera del Estado está en la lista de proyectos que se beneficiarán del nuevo sistema.
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“Mira, hay varios proyectos con Pemex. Para analizar campos petroleros también se requiere supercómputo (…) De hecho, actualmente la supercomputadora más grande que hay en la América Latina le pertenece a una empresa petrolera (…) Ese será sin duda uno de los usos principales que le daremos ya aquí en nuestro país”, dijo.
El acuerdo entre el gobierno federal y el Barcelona Supercomputing Centre contempla que científicos mexicanos desarrollen, primero desde Barcelona y luego en territorio nacional, la que será la supercomputadora más grande de América Latina, concebida como “100% mexicana” y parte de una estrategia de soberanía tecnológica impulsada por el gobierno de Claudia Sheinbaum.
Pérez Hernández detalló que construir la máquina en México tomará entre 24 y 36 meses; en un escenario realista, sugiere que el país podría tenerla plenamente instalada hacia 2029. Mientras tanto, la administración aprovechará desde enero la capacidad de cómputo del BSC para arrancar proyectos prioritarios sin esperar a que concluya la obra física.
El funcionario adelantó que tanto el monto de la inversión necesaria para construir la nueva supercomputadora como sus características tecnológicas se darán a conocer en los próximos días.
Aplicaciones
Las primeras aplicaciones ya están en fila. De acuerdo con la información oficial, la supercomputadora se utilizará para mejorar los modelos climáticos del Servicio Meteorológico Nacional ante eventos cada vez más extremos, procesar millones de imágenes satelitales para monitorear la agricultura y analizar grandes volúmenes de datos del SAT y las aduanas, con el objetivo de afinar el semáforo aduanero y combatir mejor la evasión fiscal.
La incorporación de Pemex agrega una dimensión económica y geopolítica al proyecto. El uso de supercomputación para exploración no es ajeno a la región. Un reporte de BNamericas recuerda que una de las supercomputadoras más potentes de América Latina pertenece a Petrobras, la petrolera brasileña, justamente para tareas de modelado geológico y análisis sísmico de alta resolución.
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En términos prácticos, contar con un centro de supercómputo propio permitiría a Pemex procesar en horas lo que hoy tomaría días o semanas en infraestructura convencional: simulaciones de reservorios, análisis de datos sísmicos 3D, evaluación de escenarios de perforación y cruces de información geofísica con datos operativos. El objetivo final es reducir la incertidumbre al decidir dónde perforar, elevar la tasa de éxito en la localización de pozos y optimizar la inversión en exploración.
La localización de la supercomputadora aún no está cerrada. Pérez Hernández advirtió que el gobierno analiza al menos dos posibles sedes en función de tres variables: la capacidad de generación y transmisión eléctrica en media y alta tensión, la calidad del agua necesaria para enfriar los equipos, con bajo contenido de minerales para evitar incrustaciones, y las condiciones del subsuelo. Estos estudios siguen en curso y definirán el punto donde se instalará el centro de supercómputo.
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Desde la ATDT se insiste en que la presidenta Claudia Sheinbaum toma cada vez más decisiones basadas en datos y modelos sofisticados, y que las capacidades actuales del gobierno simplemente ya no alcanzan para procesar bases de datos de miles de millones de registros en tiempos útiles para la toma de decisiones. La supercomputadora es la respuesta institucional a ese cuello de botella.
Si el proyecto avanza en los plazos previstos, México no solo alojará la supercomputadora más potente de América Latina, sino que pondrá a su principal empresa estatal en la primera línea del cómputo científico aplicado a los hidrocarburos.
Cortesía de El Economista
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