A las afueras del Instituto de Servicios Periciales y Ciencias Forenses (Incifo) de la Ciudad de México un tenue olor a cadáver se percibe en el aire. Pero al interior la historia es distinta.
En el anfiteatro forense -que es el lugar donde se realizan autopsias y estudios de cadáveres-, los peritos y médicos forenses tienen que soportar el olor con apenas una bata, un cubrebocas tricapa “súper delgado” y un par de guantes que ni siquiera son quirúrgicos, material insuficiente para realizar sus labores.
“Por eso consideramos que el mayor riesgo es de salud, porque trabajamos con indicios infecto-contagiosos que probablemente tengan VIH, tuberculosis, hepatitis, Covid, y que al no proporcionarnos el material básico necesario exponemos nuestra salud, la de los familiares de las víctimas y la de nuestras familias”, explica Brenda Marín González, una médico forense con casi 10 años de servicio en el Incifo.
Esta falta de material, sumado a un fuerte acoso laboral por parte de sus directivos y a la incapacidad de las autoridades por resolver las carencias, es lo que ha provocado que los peritos y médicos forenses acumulen cadáveres sin identificar o mal almacenados dentro de las instalaciones, lo que ha empeorado la fuerte crisis forense por la que atraviesa la capital y el país.
Cortesía de Unomásuno.
Dejanos un comentario: