Se trata de un hallazgo sin precedentes: un grupo de científicos han descubierto huellas fósiles de 1,5 millones de años en la región de Koobi Fora, cerca del lago Turkana en Kenia. Hasta aquí puede parecer que es algo “habitual”. La bomba es la siguiente: estas huellas pertenecen a dos especies de homínidos: Homo erectus y Paranthropus boisei. Es la primera evidencia directa de su coexistencia en el mismo espacio y tiempo. El término que tenemos que aprender es “simpatría”.
El estudio, publicado en la revista Science, detalla cómo estas huellas fueron analizadas para identificar diferencias en la locomoción y anatomía del pie entre las dos especies. Los resultados ofrecen una nueva perspectiva sobre la interacción y adaptación de nuestros antepasados en el Pleistoceno.
Descubrimiento y análisis de las huellas
En 2021, durante excavaciones en Koobi Fora, un equipo de investigadores liderado por la paleontóloga Louise Leakey, nieta de Louis Leakey e hija de Richard Leakey, encontró un conjunto de huellas fósiles excepcionalmente bien conservadas en sedimentos lacustres. Estas huellas se localizaron en capas de sedimento datadas en aproximadamente 1,5 millones de años, un periodo del Pleistoceno caracterizado por fluctuaciones climáticas que influyeron en la biodiversidad y en la evolución de los homínidos. El descubrimiento inicial despertó gran interés en la comunidad científica, ya que se trataba de un contexto ecológico compartido por múltiples especies humanas.
¿Qué son los sedimentos lacustres?
Los sedimentos lacustres son materiales depositados en el fondo de lagos a lo largo del tiempo. Estos sedimentos se forman por la acumulación de partículas minerales, materia orgánica, y otros restos transportados al lago por el agua, el viento o procesos biológicos. Son particularmente valiosos para la ciencia porque actúan como un archivo natural que registra información sobre el entorno en el que se formaron, como el clima, la vegetación, y la actividad geológica o biológica.
En el caso del sitio de Koobi Fora, los sedimentos lacustres preservaron huellas fósiles debido a que estaban compuestos de partículas finas, como limo y arcilla, que permitieron una impresión detallada antes de solidificarse con el tiempo. Esto ocurre cuando un lago tiene aguas tranquilas que permiten que estas partículas ligeras se asienten en capas. Estas condiciones favorables también son cruciales para conservar restos biológicos o fósiles, como huesos o huellas, que ofrecen un registro único de la vida en el pasado.
Los sorprendentes resultados del análisis
Tras un minucioso análisis morfométrico y utilizando tecnología avanzada de fotogrametría, los investigadores determinaron que algunas de las huellas correspondían a Homo erectus, una especie conocida por su locomoción eficiente y su capacidad para fabricar herramientas, mientras que otras, por sus características anatómicas, fueron atribuidas a Paranthropus boisei, un homínido robusto adaptado a una dieta especializada. Este hallazgo permitió comparar directamente las diferencias físicas y comportamentales entre ambas especies en el mismo espacio geográfico y temporal.
Las huellas de Homo erectus mostraban una estructura del pie con arcos pronunciados y un patrón de marcha muy similar al de los humanos modernos. Esto indica una locomoción bípeda eficiente, adaptada para largas caminatas y posiblemente para recorrer grandes distancias. En contraste, las huellas de Paranthropus boisei revelaron un diseño anatómico diferente: un dedo gordo más móvil y divergente, y una distribución de peso que sugiere un bipedismo menos eficiente. Estas diferencias van más allá de las variaciones en la locomoción, pues señalan adaptaciones a actividades específicas, como la recolección de alimentos en áreas más boscosas o el uso de herramientas rudimentarias.
Por otra parte, el estudio detalla que el estado de conservación de las huellas ha permitido identificar tanto sus características anatómicas como pistas sobre el comportamiento de las especies. Por ejemplo, la disposición y profundidad de las impresiones sugieren diferencias en el peso y la dinámica de movimiento de los individuos que las dejaron. Esto apunta a un contexto en el que ambas especies podrían haber utilizado el mismo espacio para actividades distintas, como la búsqueda de alimentos o el tránsito hacia fuentes de agua. Este nivel de detalle es poco común en registros fósiles, por lo que apunta la importancia del sitio de Koobi Fora como una ventana al pasado de la evolución humana.
Qué nos enseñan estas huellas sobre nuestros ancestros
Este hallazgo es significativo porque proporciona evidencia directa de que Homo erectus y Paranthropus boisei compartieron el mismo hábitat hace 1,5 millones de años. Este tipo de convivencia, conocida como simpatría, se da cuando dos o más especies coexisten en la misma área geográfica sin separarse espacialmente, lo que puede implicar interacción directa o indirecta. Anteriormente, esta simpatría se había inferido principalmente a partir de restos óseos y herramientas, pero las huellas ofrecen una prueba más tangible de su coexistencia en un entorno compartido.
La presencia simultánea de estas dos especies en la misma área sugiere posibles interacciones ecológicas y comportamentales. Aunque no se puede determinar si hubo contacto directo entre ellas, la proximidad de las huellas indica que podrían haber competido por recursos similares o haber tenido diferentes nichos ecológicos que permitieron su coexistencia. Por ejemplo, es posible que Homo erectus, con su locomoción eficiente y herramientas avanzadas, se especializara en cazar o recolectar alimentos de difícil acceso, mientras que Paranthropus boisei, adaptado a dietas más restringidas, explotara recursos vegetales abundantes en el área.
Homo erectus es conocido por su capacidad para fabricar herramientas de piedra y por su anatomía adaptada a una locomoción bípeda eficiente, lo que le permitió dispersarse por diversas regiones de África y Eurasia. Por otro lado, Paranthropus boisei, a menudo denominado “el hombre cascanueces” debido a su robusta mandíbula y grandes molares, estaba adaptado a una dieta basada en vegetales duros y fibrosos.
Este descubrimiento amplía nuestra visión sobre las distintas especies de homínidos y cómo compartían o dividían recursos en un mismo entorno. El análisis de las huellas permite lanzar hipótesis sobre cómo estas especies pudieron haber evitado la competencia directa a través de estrategias como el uso diferencial del espacio o la especialización en tipos de alimentos. Este tipo de información es crucial para entender la diversidad y adaptabilidad de los primeros homínidos en África, un continente que sigue siendo el núcleo de los descubrimientos más importantes sobre la evolución humana.
Metodología y análisis del hallazgo
Para analizar las huellas, los investigadores aplicaron técnicas avanzadas de fotogrametría y análisis morfométrico tridimensional. La fotogrametría permitió capturar imágenes de alta resolución de las huellas desde múltiples ángulos, generando modelos tridimensionales extremadamente detallados. Estas herramientas han facilitados la medición precisa de las dimensiones, la profundidad y la forma de las huellas, lo que fue determinante para diferenciar entre las características anatómicas de Homo erectus y Paranthropus boisei. Los modelos también ayudaron a evaluar la presión y distribución del peso en diferentes áreas del pie, proporcionando una visión más completa de la locomoción de cada especie.
El análisis morfométrico incluyen comparaciones con huellas modernas y fósiles previamente estudiadas, para confirmar la asignación taxonómica. También se realizaron análisis geoquímicos y sedimentológicos para determinar las condiciones en las que se formaron y preservaron las huellas. Los sedimentos lacustres donde se encontraron las impresiones contenían una alta proporción de partículas finas, como limo y arcilla, que ayudaron a preservar los detalles anatómicos antes de que el material se compactara y solidificara con el tiempo. Este tipo de formación sedimentaria es ideal para conservar huellas fósiles, ya que captura las impresiones de manera precisa y las protege de la erosión inmediata.
El uso de estas técnicas avanzadas ha permitido a los investigadores extraer información adicional sobre el comportamiento y el entorno de estas especies. Incluso se ha podido estimar el peso aproximado de los individuos basándose en la profundidad y la forma de las huellas. Esto ha ofrecido pistas sobre las diferencias físicas entre las dos especies.
Referencia
- Kevin G. Hatala et al., Footprint evidence for locomotor diversity and shared habitats among early Pleistocene hominins.Science 386,1004-1010(2024). DOI:10.1126/science.ado5275
Cortesía de Muy Interesante
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