A diferencia de otras naciones, en el Estado de la Ciudad del Vaticano no se cobran ni se pagan impuestos por su naturaleza jurídica peculiar y su vocación religiosa.
“Lo fundamental es entender la naturaleza de este Estado, es un Estado soberano que se creó en la Edad Media. En Europa las distintas demarcaciones territoriales como ducados y reinos se fueron segmentando para crear los estados que tenemos, Alemania e Italia fueron los últimos que completaron la formación de su Estado”, explicó Horacio Vives Segl, analista político.
Su personalidad jurídica internacional le permite firmar tratados, enviar y recibir representantes diplomáticos y tener las normas jurídicas de un Estado.
El Vaticano es una monarquía absolutista en la que el papa es el líder político de este Estado independiente, y a la vez es el jefe espiritual de una religión, él concentra todas las facultades que en otros estados están divididas en términos de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Como Estado independiente tiene su propia administración y gobierno, detalló el analista.
La Santa Sede tiene una superficie de apenas 44 hectáreas, es el Estado soberano independiente más pequeño del mundo, por su territorio y población total de 882 residentes, refiere la Oficina de Información Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación.
La Oficina detalla que sus fronteras están delimitadas por las murallas y por una línea imaginaria que uniría los dos hemiciclos de la Plaza San Pedro, plaza abierta al público y que es administrada por el alcalde de Roma, por concesión histórica del Romano Pontífice.
Además del propio territorio, la jurisdicción vaticana se extiende a otras zonas de Roma y fuera de ella que gozan del derecho de extraterritorialidad, donde tampoco se cobran o pagan impuestos, de acuerdo con el Tratado de Letrán, firmado entre la Santa Sede e Italia el 11 de febrero de 1929.
Por tratarse de un ente religioso y no tener carácter comercial, el Vaticano tiene un estatus especial en materia de impuestos, a diferencia de otros estados que cuentan con recursos como petróleo o agricultura, la Ciudad ofrece un patrimonio cultural, y una serie de servicios culturales y religiosos por los que la gente paga y accede, lo que se convierte en una importante fuente de financiamiento, también donativos y contribuciones de católicos de todo el mundo, detalló el analista político.
“El Vaticano tiene una enorme presencia; la religión católica a lo largo del planeta tiene 1,400 millones de fieles, si todas estas personas devotas participan en servicios de la religión va generando una fuente de financiamiento”, dijo Horacio Vives Segl.
Cortesía de Expansión
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