Hasta hace unos años, los únicos seres humanos que viajaban al espacio exterior eran astronautas profesionales y formados para llevar a cabo misiones científicas y técnicas. Pero en el último lustro, gracias al ‘boom’ del turismo espacial, cada vez son más las compañías que ofrecen la posibilidad de realizar viajes exclusivos a la estratósfera para vivir, aunque sea durante unos instantes, la sensación de estar en gravedad cero. La participación de celebridades como Katy Perry y Jesús Calleja en misiones espaciales ha puesto el foco en este fenómeno, que combina avances tecnológicos, intereses comerciales y debates éticos que trascienden los límites mismos de nuestro planeta.
Estas son las 5 claves para entender el ‘boom’ del turismo espacial y sus implicaciones.
A diferencia de las misiones espaciales convencionales, encabezadas por grandes agencias como NASA, el auge del turismo espacial está siendo liderado por empresas privadas y grandes magnates de la tecnología. Entre las firmas más importantes del sector destacan Blue Origin, propiedad de Jeff Bezos, dueño de Amazon; Virgin Galactic, de Richard Branson; y SpaceX, de Elon Musk, también propietario de Tesla, X (antes Twitter) y ahora asesor de Donald Trump. En todos estos casos, a diferencia de lo que ocurre con los proyectos desarrollados por las grandes agencias gubernamentales, existe muy poca transparencia sobre cuestiones como, por ejemplo, el coste real de las misiones o su impacto social y ambiental.
El lema de las empresas que lideran la carrera por el turismo espacial es la necesidad de “democratizar el acceso al espacio”. Es decir, lograr que cualquiera, con los recursos suficientes, pueda salir durante unos instantes de la estratosfera. ¿Pero cuánto vale realmente esta experiencia? El listado oficial de precios de estos vuelos no es público pero, según algunas estimaciones, Blue Origin estaría ofreciendo los viajes en su cohete New Shepard por entre 300.000 y 500.000 dólares por pasajero. También se dice que Virgin Galactic, de Richard Branson, vendería sus vuelos por unos 450.000 dólares por persona. Actualmente se estima que el mercado global del turismo espacial se estimó en 0,93 mil millones de dólares en 2024, aunque se proyecta que este sector podría alcanzar los 4,42 mil millones para 2033.
En estos momentos, el turismo espacial se resume en “viajes exprés” a la frontera del espacio. En el caso de Blue Origin, por ejemplo, la experiencia demora un total de 10 minutos en los cuales se incluye el despegue, la subida a más de 100 kilómetros de la superficie terrestre, unos segundos de ingravidez y el descenso. Los vuelos de Virgin Galactic siguen el mismo patrón aunque, en total, demoran casi una hora. En un futuro, hay empresas que planean realizar viajes turísticos en los alrededores de la Luna. También hay quien sugiere crear “hoteles espaciales” para estancias de varios días en condiciones de gravedad cero.
De la misma manera que son muchos los que alaban con entusiasmo este tipo de proyectos, también son muchas las voces que critican la filosofía detrás de estos vuelos espaciales y, sobre todo, su impacto social y ambiental. Por ejemplo porque es bien sabido que los lanzamientos generan grandes cantidades de emisiones que, en estos casos, no conllevan ningún beneficio científico ni social para el resto de la humanidad. También son muchas las críticas sobre cómo la exclusividad de estas experiencias refuerza las desigualdades sociales. Desde un punto de vista técnico incluso existe debate sobre cómo la proliferación de este tipo de vuelos comerciales incrementa el riesgo de congestión en las órbitas terrestres y la acumulación de desechos espaciales.
Cortesía de El Periodico
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