- Autor, Slobodan Maricic
- Título del autor, BBC News Serbia
A primera vista, Ferrari, el icónico fabricante italiano de automóviles de lujo, podría no tener nada que ver con Serbia, una nación balcánica sin litoral a menudo sacudida por la inestabilidad política.
Pero durante casi 30 años, una de sus banderas -cresta amarilla, caballo negro, fondo rojo y ribete blanco y negro- ha sido un elemento sorprendente en las manifestaciones serbias.
El mes pasado, la famosa bandera roja volvió a ondear desafiante al viento cuando cientos de miles de personas lideradas por estudiantes inundaron las calles de Belgrado, la capital serbia, para exigir que el gobierno asumiera la responsabilidad por el derrumbe de la marquesina de una estación de tren que causó 16 muertes,
“Siempre que protestamos contra la injusticia, está ahí”, dice Igor Balmazovic, de 54 años, propietario de la bandera, en declaraciones a la BBC.
“Nunca pensé que la volveríamos a necesitar”, afirma. “Es devastador. Llevamos décadas luchando contra las mismas injusticias, contra las mismas personas”.
Las protestas en Serbia han sido intensas tras el derrumbe en noviembre de la marquesina en la ciudad norteña de Novi Sad, y Aleksandar Vucic se enfrenta a la mayor crisis política desde que llegó al poder en 2012, primero como primer ministro y luego como presidente.
El nacimiento de un símbolo
La historia de la bandera de Ferrari en Serbia comienza en el invierno de 1996, durante las protestas contra el entonces presidente Slobodan Milosevic.
Su negativa a reconocer las victorias de la oposición en las elecciones locales provocó manifestaciones diarias en toda Serbia.

Fuente de la imagen, Drasko Gagovic/Vreme
Igor Balmazovic, aficionado a la Fórmula 1, decidió llevar su bandera de Ferrari a las marchas, no solo como punto de encuentro para amigos, sino también como “símbolo de poder y perseverancia”.
“Pensamos que nos ayudaría a encontrarnos”, recuerda, pero dice que pronto adquirió mayor relevancia.
“Estaba allí, en la nieve, bajo la lluvia, incluso cuando la policía nos golpeaba. La gente la veía a diario y les daba esperanza. ‘Estos manifestantes no se rinden, nosotros tampoco’, pensaban”.
Finalmente, Milosevic cedió a la presión y aceptó los resultados electorales.
Con el tiempo, la historia de la bandera de Ferrari se volvió legendaria, con muchas historias y mitos en torno a ella.

Fuente de la imagen, Getty Images
Uno de esos mitos sugería que Ferrari recompensó a Igor Balmazovic con un coche.
“Es cierto”, dice con una sonrisa. “¡Un coche de juguete!”.
Esto ocurrió después de que un canal de televisión italiano llegara a Serbia en 1997 y emitiera un reportaje sobre la bandera de protesta.
“Ferrari envió regalos: libros, gorras, dos coches de juguete y una carta del gerente de la empresa que decía que le gustaría conocerme. Pero nunca lo hicimos”.
En las décadas siguientes, la bandera de Ferrari apareció en todas las protestas importantes en Serbia, desde el levantamiento de 2000 que derrocó a Milosevic hasta las manifestaciones más recientes contra el presidente Vucic.
Un país en protesta
El Partido Progresista Serbio de Vucic obtuvo más del 47% de los votos parlamentarios en 2023 y arrasó en las elecciones locales del año siguiente, consolidando el poder.
Aunque afirma que apoya la vía de Serbia hacia la adherencia a la Unión Europea, sus críticos lo acusan de autoritarismo, de socavar las instituciones democráticas y de fomentar la corrupción.
Tras el derrumbe de la marquesina en la estación de tren de Novi Sad, algunos funcionarios fueron arrestados, incluido un exministro de Construcción, pero muchos consideran que la respuesta fue inadecuada.

Fuente de la imagen, Getty Images
Vucic niega haber actuado mal, califica las protestas de intento de desestabilizar al gobierno y acusa a potencias extranjeras de interferencia.
Pero los manifestantes se mantienen firmes. A los estudiantes se les suma una amplia coalición de actores, abogados, profesores, maestros y agricultores.
Según una encuesta del Centro para la Investigación, la Transparencia y la Rendición de Cuentas (CRTA), un grupo de monitoreo independiente, el 61% de la ciudadanía serbia apoya las protestas.
Una bandera para el futuro
Una vez más, la bandera de Ferrari vuelve a las calles, y para muchos, verla evoca emociones.
“Cuando mi esposa y yo la sacamos hace poco, la gente se acercó y nos tomó fotos. Un hombre incluso nos preguntó si podía besarla”, cuenta Balmazovic.
“Algunos me preguntan si es la bandera original. Les digo: ‘Acérquense, miren los agujeros, cómo está desgastada por el viento'”.
Los manifestantes más jóvenes, nacidos mucho después de la primera aparición de la bandera, la han recibido con los brazos abiertos. Algunos llevan réplicas.
A Balmazovic no le importa. “Mantienen vivo el espíritu”, afirma.

Ahora, literalmente, se está pasando la antorcha. En abril, un grupo de estudiantes emprendió un recorrido en bicicleta de 1.300 km hasta Estrasburgo, sede del Parlamento Europeo, para llamar la atención internacional sobre la crisis de Serbia.
Entre ellos se encontraba Nikola Boca, de 21 años, ahijado de Balmazovic.
“Cuando empezaron las protestas, me fascinó la historia de la bandera”, dice Boca durante una parada de descanso. “Mi papá me dijo que mi padrino tenía la original”.
Con la bandera en su mochila, Boca la ve como un símbolo de continuidad y determinación. “Algunos son escépticos, pero yo les digo: ésta es (la original)”, afirma.
Esperando la jubilación
Balmazovic no sabe cuándo la bandera podrá finalmente descansar. Espera que sea pronto.
“Lo que más importa es que los estudiantes han despertado”, indica. “Salieron de detrás de las pantallas de sus teléfonos y las portadas de sus libros, y se dieron cuenta de su fuerza. Es increíble”.

Fuente de la imagen, SOPA Images/LightRocket
Sueña con el día en que se produzca un cambio real, empezando por la justicia para las víctimas de Novi Sad, seguida del restablecimiento del Estado de derecho.
“Cuando eso ocurra, colgaré la bandera en la pared y diré que se acabó”, le dice a la BBC.
Por ahora, sin embargo, el caballo rampante sigue galopando por las calles de Belgrado y las protestas estudiantiles sacuden a toda Serbia.

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Cortesía de BBC Noticias
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